lunes, 10 de junio de 2013

GUIBOURG, ABATE.

                       Notorio clérigo francés, personaje principal de un grupo de satanistas que actuó en París durante el reinado de Luis XIV. Nacido alrededor de 1611, era hijo ilegítimo de un sacristán de París; de su juventud poco se sabe, excepto que era muy devoto y se ordenó sacerdote.

                      En el ambiente viciado de la Gran Caza de brujas que aún proseguía, Guibourg tal vez se desengañó de la recta doctrina. En algún momento empezó a vender filtros mágicos y celebró misas cn finalidades mágicas, como atraer el dinero.

                      París, en aquella época, andaba llena de echadores y echadoras de cartas y maleficios, algunos de los cuales se dedicaban además a practicar abortos y envenenamientos, y no eran las personas de clase alta las menos propensas a solicitar semejantes servicios. Guilbourg entró a formar parte de estos siniestros círculos y celebraba misas negras a cambio de sustanciosos honorarios.

                       En estas ceremonias de magia negra no tenía empacho en incluir sacrificios humanos y oraciones diabólicas. De acuerdo con un testigo presencial, "había comprado una criatura para sacrificarla en la misa, por cuenta de una gran señora según se dijo. Hizo degollar a la criatura con un cuchillo y recogió la sangre en el cáliz, no sin mandar que se llevasen el cadáver a otro lugar ya que reservaba el corazón y las vísceras para otra celebración". Una de las clientes de Guibourg fue madame de Montespan, la amante del rey. Al principio encargó misas negras para conservar el favor de Luis, pero cuando éste la reemplazó por una rival más joven, se le solicitó a Guibourg una ceremonia satánica con el fin de matar al monarca. Esta conspiración fue descubierta por la policía y Guibourg detenido poco después de la celebración, que incluyó la preparación de sustancias destinadas a ser mezcladas subrepticiamente en la comida del rey. El juez de instrucción dio la siguiente y notable descripción del abate: "Es un libertino, muy viajado... actualmente destinado en San Marcelo. Desde hace veinte años viene practicando envenenamientos, sacrilegios y toda clase de negocios maléficos. Ha degollado y desangrado innumerables criaturas sobre su altar infernal. Con su amante... engendró varios hijos, de los cuales ha sacrificado él mismo a uno o dos... No parece hombre corriente el que juzga natural degollar niños de corta edad y celebrar la misa sobre el cuerpo de una mujer desnuda".

                         Fue ejecutado por sus crímenes pero dejó una herencia duradera. Como consecuencia de las actividades de Guibourg y de sus círculos satanistas, entre los cuales se hallaban representantes de la más rancia nobleza de Francia e incluso algunos íntimos del rey, éte (además de quemar personalmente aquellas partes de las actas que aludían a individuos de su propia familia) emitió, en 1682, un importante edicto en el que prescribia castigos horribles para los mágicos que hubiesen incurrido en sacrilegio, y al mismo tiempo tildaba la brujería de mera superstición. La postura escéptica de Luis en cuanto a la existencia real de grupos organizados de brujos y brujas en Francia marcó el principio del fin de esta clase de procesos en el país.

                         La influencia de Guibourg tuvo otra secuela más nociva, que fue la persistencia de los imitadores. Durante el s. XIX volvieron a aparecer en Francia círculos satánicos dedicados a ritos blasfemos. Parece probable que algunas de la misas negras ofrecidas por el infame abate Boullan copiaron los ritos de Guibourg y es posible que sigan celebrándose en nuestros días versiones de la misa de Guibourg, a tenor de los periódicos revuelos periodísticos sobre el tema.

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