
Desde Gregorio X, los cardenales diáconos se reúnen en cónclave dentro de la Capilla Sixtina para elegir al nuevo Pontífice en total aislamiento. En los días que dura la selección y después de cada escrutinio, se quema heno húmedo en una estufa situada en el lado izquierdo de la capilla. Si el humo que sale por una chimenea visible desde la plaza de San Pedro es negro y espeso, significa que no ha habido consenso; y si es blanco y ligero, la multitud sabe que algún candidato ha obtenido los votos requeridos -dos tercios más uno- y que ha aceptado tomar las riendas de la Iglesia. En la actualidad, el color del humo se consigue con aditivos químicos.
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