viernes, 17 de marzo de 2017

Reforma protestante en España

    Biblia del Oso, primera traducción completa de la Biblia al castellano obra del protestante español Casiodoro de Reina, publicada en 1569, y que será revisada por Cipriano de Valera en 1602, convirtiéndose a partir de entonces en la edición canónica de la Biblia para todos los protestantes de habla española, por lo que probablemente sea el libro escrito en castellano con mayor número de ejemplares de la historia.
    La historia de la Reforma protestante en España se remonta al siglo XVI, cuando varios creyentes españoles se sintieron plenamente de acuerdo con los planteamientos de la Reforma protestante iniciada por Martín Lutero en Alemania. Grupos destacados de entre estos creyentes fueron los de Valladolid (afines al luteranismo) y Sevilla (inicialmente favorables al calvinismo). Del grupo sevillano participaron los monjes jerónimos del Monasterio de San Isidoro del Campo.
    En sus inicios, el protestantismo español se extendió principalmente entre la clase noble y culta, debido a su relación con el humanismo y la lectura de la Biblia. Como testimonio de este periodo, están nombres insignes como el de Juan de Valdés, Francisco de Enzinas y de los monjes Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera y Antonio del Corro. A Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera les debemos la primera traducción de la Biblia al castellano.1
    Sin embargo, la Reforma protestante en España no arraigó debido a la implacable persecución a la que fueron sometidos los luteranos por la Inquisición española, lo que obligó a los que pudieron escapar a refugiarse en estados protestantes o más tolerantes. Henry Kamen destaca que «España era el único país europeo que contaba con una institución nacional dedicada a erradicar la herejía».2 Pero también existieron otras razones, como las que señala Joseph Pérez: «España estaba alejada del epicentro de la revolución religiosa; las reformas introducidas en la disciplina eclesiástica y en las órdenes religiosas en los primeros años del siglo XVI, aunque limitadas, habían contribuido a corregir ciertos abusos; por último, las inquietudes religiosas habían adoptado en la península Ibérica una forma original. En España es más fuerte la tentación del iluminismo que la del luteranismo o del calvinismo». Henry Kamen apunta otra más: «España no había experimentado desde el comienzo de la Edad Media ni una sola herejía que triunfara a nivel popular. Todas las luchas ideológicas desde la Reconquista se habían dirigido contra las religiones minoritarias, el judaísmo y el islam. En consecuencia, no había habido herejías autóctonas, al estilo de la de John Wycliff en Inglaterra, sobre las que pudieran enraizar las ideas luteranas».2

    Índice

    Antecedentes

    Albigenses y Valdenses

    Estatua de Pedro Valdo en el Memorial de Lutero. Worms, Alemania
    Alfonso Torres de Castilla, en su libro de Historia de las Persecuciones Políticas y Religiosas ocurridas en Europa, hace mención a diferentes movimientos de reforma, anteriores a la denominada «Reforma protestante», que presentan afinidades con la estructura básica del protestantismo actual. «Antes de que apareciera en Alemania la famosa herejía de Lutero... en España como fuera de ella el origen de las herejías fue casi siempre la crítica más o menos severa de la conducta del clero y el deseo de reformar sus costumbres, restaurando la pureza que atribuye la tradición a las bases de los dos primeros siglos del cristianismo».1
    No obstante, no debe pensarse que la Reforma protestante se inicia en el siglo XVI. Han sido muchas las voces, los movimientos y las vivencias que han mostrado su disidencia de la ortodoxia católica y han abogado por la vuelta a los principios del cristianismo primitivo. Aunque los brotes de protesta fueron perseguidos, merece la pena citar dentro de España a los movimientos albigenses del siglo XII y valdenses del siglo XIII, aunque este último perdura en la actualidad, sobre todo en Italia.1

    Los erasmistas

    Buena parte de los humanistas españoles fueron seguidores de Erasmo de Rotterdam y encontraron el apoyo de la corte de Carlos V e incluso de parte de la jerarquía eclesiástica, como el arzobispo de Toledo Alonso de Fonseca y Ulloa, y del inquisidor general Alonso Manrique, ambos erasmistas. Así el Enchiridion de Erasmo, cuya traducción al castellano se publicó en 1526, fue acogido con gran entusiasmo, así como el resto de sus obras, y varios humanistas, entre los que destacó Juan de Vergara, viajaron a los Países Bajos para estudiar con él.3
    Según Joseph Pérez, además de su reputación de humanista, son las ideas religiosas de Erasmo lo que atrae a la élite intelectual española. «Frente a Roma, Erasmo afirma la necesidad y la urgencia de una reforma de la Iglesia y de la religión, a la que hay que despojar de sus aspectos dogmáticos y formalistas: el exceso de especulaciones teológicas y una práctica rutinaria que está en el límite de la superstición. Erasmo defiende un retorno al Evangelio, a una religión espiritual y a un culto interior. Frente a Lutero, sale en defensa del libre arbitrio y se esfuerza por preservar la unidad del mundo cristiano. Su ideal sería una reconciliación irenista sin vencedores ni vencidos, que aseguraría la reforma necesaria de la Iglesia evitando el cisma».4
    Sin embargo, los métodos de exégesis de Erasmo y sus ideas religiosas, que algunos consideraban próximas a las de Lutero, eran objeto de críticas por parte de amplios sectores eruditos y eclesiásticos.5 Cuando en 1529 Manrique dejó de ser inquisidor general y el emperador Carlos V marchó a Italia llevando consigo a los principales erasmistas, los conservadores aprovecharon su oportunidad. El primero en ser detenido por la Inquisición fue Diego de Uceda, chambelán de un alto cargo de la Orden de Calatrava. Fue torturado y condenado, abjurando de sus «errores» en el auto de fe celebrado en Toledo el 22 de julio de 1529.6
    Diálogo de la Doctrina christiana (1529) de Juan de Valdés.
    Mucho mayor impacto tuvo el proceso contra Juan de Vergara. Fue detenido en 1530 y condenado, acusado de «luteranismo» entre otras alegaciones —también de iluminismo como su hermano Bernardino Tovar—.7 Como Uceda, abjuró de sus «errores» en un auto de fe celebrado en Toledo en 1535 y pagó una gravosa multa de 1500 ducados, siendo confinado en un monasterio durante los dos años siguientes —aunque a su salida pudo recobrar sus antiguos puestos—. En 1533 Alonso de Virués, benedictino y predicador de Carlos V, fue detenido y confinado en una prisión de la Inquisición de Sevilla durante cuatro años. En 1537 se vio obligado a abjurar de sus «errores», siendo recluido en un monasterio, pero Carlos V intervino ante el papa y consiguió que éste anulara la sentencia.8
    En 1530 Juan de Valdés —del que Joseph Pérez afirma que en realidad era un alumbrado y que usó de pantalla el erasmismo—9 huyó a Italia justo a tiempo para poder evitar su detención por la Inquisición a causa del estudio teológico que había publicado el año anterior Diálogo de la doctrina cristiana y en el que se recogían algunos escritos de Lutero, sin mencionarlo. No tuvo la misma suerte el también erasmista Pedro de Lerma, que fue detenido y encarcelado, siendo obligado a abjurar de sus «errores» en todas las ciudades donde había predicado. Lerma huyó a París, recuperando el puesto de decano de la Sorbona. Su sobrino Francisco de las Encinas será uno de los más destacados luteranos europeos.10
    A finales de 1533 Rodrigo Manrique, hijo del antiguo inquisidor general, escribió desde París al erasmista Juan Luis Vives en Brujas —donde se había refugiado huyendo de la Inquisición por ser judeoconverso—, sobre el encarcelamiento de Juan de Vergara:11
    Dices muy bien: nuestro país es una tierra de envidia y soberbia; y puedes agregar: de barbarie. Pues, de hoy en más, queda fuera de duda que nadie podrá poseer allá cierta cultura sin hallarse lleno de herejías, de errores, de taras judaicas. Así se ha impuesto silencio a los doctos; en cuanto a los que corrían al llamado de la ciencia, se les ha inspirado, como tú dices, un gran terror. En Alcalá se trata de extirpar completamente el estudio del griego

    Los alumbrados

    La versión más radical del método místico del «recogimiento» —la unión del alma con Dios— propugnado por los franciscanos, y que fue condenada por la propia orden mendicante, resaltaba la unión pasiva del alma con Dios, por lo que era conocida con el nombre de «dejamiento» y a sus seguidores como «dejados» o «alumbrados». Algunos nobles protegieron a estos grupos que buscaban una religión interior más auténtica.<12
    Según Joseph Pérez, los alumbrados o iluministas, «preconizan un abandono sin control a la inspiración divina y una interpretación libre de los textos evangélicos. Los alumbrados afirman que actúan movidos únicamente por el amor de Dios y que de él procede su inspiración; carecen de voluntad propia: es Dios el que dicta su conducta; de ello se sigue que no pueden pecar. Los alumbrados rechazan la autoridad de la Iglesia, su jerarquía y sus dogmas, así como las formas de piedad tradicional que consideran ataduras: prácticas religiosas (devociones, obras de misericordia y de caridad), sacramentos…».4
    La Inquisición sospechó que había elementos heréticos en la doctrina de los alumbrados e inició una investigación que llevó a la detención de sus principales cabecillas —la beata Isabel de la Cruz y Pedro Ruiz de Alcaraz del grupo de Guadalajara fueron encarcelados en abril de 1524 y sentenciados en un auto de fe de julio de 1529— y a la promulgación por el inquisidor general, el erasmista Manrique, de un «edicto sobre alumbrados» en septiembre de 1525, que incluía una lista de 48 proposiciones consideradas heréticas. En 1529 fue detenida la beata Francisca Fernández, líder del grupo de alumbrados de Valladolid, y poco después uno de sus principales seguidores, el predicador franciscano Francisco de Ortiz. La beata incriminó a partidarios suyos acusándolos de «luteranos». Este fue el caso de Bernardino Tovar, hermano del erasmista Juan de Vergara, y de María de Cazalla, que fue torturada bajo la acusación de luteranismo y de iluminismo.13 Otro de los denunciados por la beata Francisca Hernández por «luteranismo» fue el impresor de la Universidad de Alcalá, Miguel de Eguía, pero fue absuelto en 1533 tras pasar más de dos años en la cárcel de la Inquisición en Valladolid.14

    La persecución de los primeros protestantes

    Portada del Nuevo Testamento traducido por Francisco de Encinas y publicado en Amberes en 1543. Aparece la dedicatoria a Carlos V.
    La primera noticia sobre el protestantismo en España data de 1521 cuando las autoridades creyeron tener conocimiento de que iban a ser introducidas clandestinamente obras traducidas e impresas de Martin Lutero por judeoconversos refugiados en los Países Bajos. En 1523 fue condenado y ejecutado en Palma de Mallorca un supuesto luterano de origen manchego, pero como se duda de que realmente lo fuera, se considera que la primera actuación de la Inquisición española contra un protestante tuvo lugar en Valencia en 1524 cuando fue condenado a muerte un comerciante alemán, Micer Blay, por haber importado libros sospechosos —inmediatamente se pusieron bajo vigilancia las librerías e imprentas—. Ese mismo año se descubren en las bodegas de un barco flamenco llegado a San Sebastián dos toneles llenos de libros luteranos que son inmediatamente quemados en la playa. En 1525 son detenidos unos barcos venecianos en las costas del Reino de Granada que llevaban una carga de libros «heréticos». En 1531 en un proceso de la Inquisición se menciona a un vendedor ambulante que llevaba esa clase de libros. En 1535 un relojero francés de Toledo es apresado por la Inquisición acusado de «luterano». En 1539 seis marineros ingleses son detenidos en San Sebastián por la Inquisición y condenados a pagar pequeñas multas porque en una trifulca dijeron que la religión de su país era superior a la católica. Uno de ellos va a prisión y logra evadirse, pero tras ser capturado de nuevo es quemado en Bilbao el 25 de mayo de 1539. Así pues, casi todos los detenidos acusados de ser «luteranos» eran extranjeros.15
    Se considera a Francisco de Encinas el primer luterano auténtico de la Monarquía Hispánica. Pertenecía a una rica familia de comerciantes burgaleses lo que le permitió viajar y estudiar en Lovaina y en Wittenberg, donde conoció las doctrinas de Calvino y de Lutero. En 1540-1541 publica en Amberes una Breve y compendiosa institución de la religión cristiana, bajo el seudónimo de Francisco de Elao —Elao significa encina en hebreo—, que en realidad era una traducción del Catecismo de Calvino y del Tratado de la libertad cristiana de Lutero. En 1543 traduce el Nuevo Testamento directamente de la versión griega de Erasmo de Róterdam. Encinas, como el aragonés Miguel Servet, no regresó a España para no ser víctima de la Inquisición, como le sucedió a Francisco de San Román, que se había convertido al luteranismo en un viaje de negocios a Amberes y que fue condenado y ejecutado en 1542. San Román suele ser considerado como el primer mártir de la Reforma protestante en España.16 Por otro lado, Encinas es autor de la primera obra publicada contra la Inquisición española. Se trata de De statu Belgico, deque religione Hispania, Historia Francisco Enzinas Burgensis, compuesta en 1545 e impresa en Estrasburgo en traducción francesa en 1558.17

    Los grupos luteranos de Valladolid y de Sevilla

    El grupo de Valladolid

    Su fundador fue un italiano, Carlos de Seso, corregidor de la ciudad de Toro, que se había convertido al protestantismo después de leer a Juan de Valdés. En torno a él se formó un grupo integrado por unas cincuenta y cinco personas, la mayoría de ellas nobles o conversos, entre las que destacaba el doctor Agustín de Cazalla, canónigo de Salamanca y antiguo capellán y predicador de Carlos V, y cuya familia también había abrazado la fe protestante —uno de los miembros de la familia, María de Cazalla, había sido condenada por la Inquisición por alumbrada—. También formaban parte del grupo miembros de la nobleza cristiana vieja, como fray Domingo de Rojas, hijo del marqués de Poza, o Ana Enríquez, hija de la marquesa de Alcañices, a la que dijo «que no había más que dos sacramentos, que eran el bautismo y la comunión, y que esto de la comunión no estaba Cristo de la parte que acá tenían… y que lo peor de todo era decir misa, porque sacrificaban a Cristo y ya estaba sacrificado una vez».18 19

    El grupo de Sevilla

    Casiodoro de Reina, protestante español, autor de la primera traducción de la Biblia al castellano, la Biblia del Oso..
    En 1552 la Inquisición confiscó en Sevilla cerca de 450 biblias impresas en el extranjero.2 Ese mismo año comparece en un auto de fe el predicador de la catedral Juan Gil, conocido como Egidio, que había sido detenido por la Inquisición en 1549, a causa, según Joseph Pérez, de «la libertad con que se expresa [que] choca con los tradicionalistas. Gil ironiza desde el púlpito acerca de las prácticas religiosas de las masas y de las estructuras eclesiásticas; critica ciertas formas de ascetismo; recomienda volver en todo a Jesucristo. No hay nada en estas propuestas que sea claramente luterano, al menos a primera vista».7 Henry Kamen achaca esta detención al clima represivo creado por el nuevo arzobispo de Sevilla e inquisidor general Fernando Valdés, «un hombre ambicioso e implacable que veía herejías por doquier». Por eso se opone al nombramiento de Constantino Ponce de la Fuente, un humanista de Alcalá y converso que había sido capellán de Carlos V, como predicador de la catedral, quien acaba siendo detenido por la Inquisición, muriendo en sus calabozos dos años más tarde. Según Kamen ni Constantino ni Egidio «pueden considerarse luteranos». «Eran humanistas que creían en una intensa vida espiritual y ninguna de sus opiniones era explícitamente herética».20 Sin embargo, después de descubrirse el grupo luterano de Sevilla fueron quemados en efigie, porque ya habían muerto, en el auto de fe de diciembre de 1560, por ser luteranos.21 Además, John Fox en su libro Book of Martyrs [protestantes] afirmó que el doctor Gil y Constantino Ponce fueron «los primeros que casi al mismo tiempo descubrieron las tinieblas de España».17
    Pero en Sevilla sí que existía un grupo de protestantes, compuesto por unas 120 personas, y que giraba alrededor del convento de los jerónimos de Santa Paula y en el monasterio de San Isidoro del Campo. Del grupo formaban parte Cipriano de Valera, Casiodoro de Reina, Juan Pérez de Pineda y Antonio del Corro que huyeron antes de ser descubiertos, convirtiéndose en personajes muy importantes en la Reforma protestante europea.20 En principio estos monjes jerónimos, grandes lectores de Lutero y de Melanchton, se instalaron en Ginebra.22

    La represión de la Inquisición

    El grupo sevillano es descubierto en 1557 cuando Juan Ponce de León, heredero del condado de Bailén, es detenido junto con otros cuando intentaban introducir libros impresos en Ginebra. Poco después fue descubierto el grupo de Valladolid, y toda la familia Cazalla es detenida. Según Kamen, el inquisidor Valdés «puso en marcha una represión durísima con la intención de exagerar la amenaza protestante y recuperar el favor perdido en la corte». Ante la ausencia del rey Felipe II, que se encuentra en los Países Bajos, Valdés escribe a Carlos V, retirado en el monasterio de Yuste, informándole de lo sucedido y de que hay personas importantes implicadas, justificando el uso de la fuerza pues «ay gran sospecha que podrían suceder mayores daños si se usase contra ellos de la benignidad que se ha usado en el Sancto Oficio con los convertidos de la ley de Moisén y de la secta de Mahoma, que comúnmente han sido gente baxa». Carlos V, según Kamen, «vio con horror cómo en España surgía la misma amenaza que había dividido Alemania» y se decantó por la represión implacable.23 Así se lo recomendó a su hija Juana de Austria, que actuaba como regente, en ausencia de Felipe II, en una carta que le envió el 25 de mayo de 1558:24
    Pero creed, hija, que este negocio me ha puesto y tiene en tan gran cuidado y dado tanta pena que no os lo podría significar, viendo que mientras el Rey y yo havemos estado ausentes de estos Reynos han estado en tanta quietud y libres de esta desventura, y que agora que he venido a retirarme y descansar a ellos y servir a nuestro señor, suceda en mi presencia y la vuestra una tan gran desvergüença y bellaquería, y incurrido en ello semejantes personas, sabiendo que sobre ello he sufrido y padecido en Alemania tantos trabajos y gastos… Y assí conviene que como este negocio importa más al servicio de nuestro señor, bien y conservación de estos Reynos, que todos los demás… es necesario poner mayor diligencia y esfuerço en el breve remedio y ejemplar castigo; […] assí se deve mirar si se puede proceder contra ellos como contra sediciosos, escandalosos, alborotadores e inquietadores de la república, y que tenían fin de incurrir en caso de rebelión por que no se puedan prevaler de la misericordia… [y que] ipso facto fuesen quemados y confiscada su hazienda
    Según Henry Kamen, «esta carta señala realmente un punto de inflexión en España. A partir de entonces, debido a los temores de Carlos y la política establecida por el inquisidor Valdés, la heterodoxia fue considerada una amenaza al estado y a la religión establecida».25 De la misma forma interpreta la carta Joseph Pérez, en la que el emperador insta a su hija Juana a «tratar a los acusados no como herejes, sino como rebeldes que atentan contra la seguridad del Estado».19
    Grabado que representa la quema de los condenados en el auto de fe de Valladolid del 29 de mayo de 1559
    El primer auto de fe se celebró en Valladolid el 29 de mayo de 1559 con asistencia de la regente doña Juana de Austria. Catorce de los treinta acusados fueron quemados, arrepintiéndose de su conversión al luteranismo —entre ellos Agustín Cazalla, su hermano Francisco Vivero, cura de una parroquia de la diócesis de Zamora, y su hermana Beatriz de Vivero; la madre, Leonor de Vivero, fallecida, es quemada en efigie: sus huesos son desenterrados con tal propósito—. El único que fue quemado vivo, porque no se arrepintió, fue el licenciado Francisco Herrero de Toro —según Joseph Pérez su nombre era Antonio Herreruelo—.19 Al segundo auto de fe celebrado en Valladolid el 8 de octubre, asistió el rey Felipe II recién llegado de los Países Bajos. En él veintiséis personas fueron condenadas por ser protestantes y de éstas doce fueron quemadas en la hoguera (entre ellas cuatro monjas). En esta ocasión fue otro acusado y Carlos de Seso los que no se arrepintieron por lo que fueron quemados vivos —Seso hizo una profesión de su fe: «… en solo Jesucristo espero, en solo Él confío y a Él adoro, y puesta mi indigna mano en su sacratísimo costado, voy por el valor de su sangre a gozar de las promesas hechas a sus escogidos»—.21
    Dos semanas antes se había celebrado el primer auto de fe en Sevilla. El 24 de septiembre de 1559 fueron condenadas setenta y seis personas, de las que dieciocho fueron quemadas —una fue quemada viva porque no se arrepintió y se mantuvo firme en su fe—.19 El siguiente se celebró el 22 de diciembre de 1560, en el que de los cincuenta y cuatro condenados, catorce fueron quemados —entre ellos dos marineros ingleses y una madre y sus tres jóvenes hijas—, más tres en efigie, entre ellos Egidio y Constantino. En 1562 se celebraron dos autos de fe más, en abril y en octubre, en los que fueron condenadas ochenta y ocho personas por protestantismo, dieciocho de las cuales fueron quemadas en la hoguera.21 En uno de ellos son exhumados los restos del predicador Juan Gil para quemarlos.17
    El arzobispo de Toledo Bartolomé de Carranza.
    En este contexto de persecución de los luteranos tuvo lugar la detención el 22 de agosto de 1559 por orden del inquisidor general Valdés del arzobispo de Toledo Bartolomé de Carranza, cabeza de la Iglesia de la Monarquía Hispánica, lo que tendrá un enorme impacto en el orbe católico. El arzobispo ha sido denunciado por alguno de los luteranos del grupo de Valladolid, como el corregidor Carlos de Seso, que declara haber hablado largamente con él sobre el purgatorio, sin que Carranza lo hubiera denunciado, lo que lo convertía en encubridor del luteranismo. Además su Catecismo, publicado en Amberes en 1558, es examinado por un grupo de teólogos y obispos que encuentran en él proposiciones heréticas, así como en uno de los sermones pronunciados en el verano de 1558 en el que había denunciado que por miedo a ser considerado un luterano o un alumbrado nadie se atrevía a hablar abiertamente de ciertos temas y en el que además había defendido la oración mental, como preconizaban los alumbrados. El proceso Carranza se convierte en un asunto de Estado y provoca el enfrentamiento entre el rey Felipe II y el papa, que pide que Carranza sea trasladado a Roma para ser juzgado allí al tratarse de un obispo. Tras nueve años en la cárcel de la Inquisición el rey cede y permite que el arzobispo se traslade a Roma, donde es encarcelado y juzgado. El veredicto final se pronuncia en 1576 en el que se le condena a una pena muy leve. «Tras haber pasado diecisiete años en la cárcel, Carranza es puesto en libertad; muere unas semanas más tarde».26
    Al año siguiente de ser detenido Carranza, fue quemado un sacerdote en Toledo acusado de haber puesto en septiembre de 1559 pasquines por las casas y hasta en la catedral en los que se atacaba a la Iglesia católica por no ser «la iglesia de Jesu Christo sino la iglesia del demonio y del Anticristo su hijo, el papa anticristo».27
    En los años 60 del siglo XVI continuó la caza de «luteranos» por la Inquisición, «que logró hacer caer en sus redes a miles de españoles que un momento de descuido habían hecho algún elogio de Lutero o pronunciado manifestaciones anticlericales».

    El fin del protestantismo en la Monarquía Hispánica

    Como ha señalado Henry Kamen, tras los autos de fe de Valladolid y de Sevilla de 1559-1562, el «protestantismo autóctono quedó prácticamente extinguido en España» y además «gran parte de los que podrían haber sido los reformadores españoles habían emigrado al extranjero».28 Joseph Pérez también piensa que la persecución de los años 1559-1560 «consiguió la derrota definitiva del protestantismo en la Península. Después de 1560, se siguen introduciendo libros en España, sobre todo calvinistas, pero los escasos protestantes que comparecen ante la Inquisición son extranjeros —franceses, ingleses, alemanes…—, instalados de forma permanente en España, o bien comerciantes o marineros de paso».22
    Pérez apunta además que otra de las consecuencias de los autos de fe de Valladolid y Sevilla fue que a partir entonces los protestantes europeos comenzaron las campañas contra la Inquisición española, aunque advierte de la paradoja que supone este hecho: «Los miles de judaizantes ejecutados a finales del siglo XV no habían conseguido conmover una Europa intelectual predispuesta al antisemitismo. Las decenas de luteranos quemados en 1559 suscitan un movimiento de simpatía y de solidaridad por parte de sus correligionarios; comienzan a aparecer en la Europa del norte panfletos contra la Inquisición española, firmados a menudo por protestantes españoles que habían huido de su país». El libro más famoso contra la Inquisición española es el Sanctae Inquisitionis Hispaniae Artes (Heidelberg, 1567) escrito por un misterioso Reginaldus Gonsalvius Montanus, que dice ser miembro del grupo de luteranos de Sevilla. El libro fue traducido al año siguiente al francés y al inglés, y más tarde al holandés y al alemán.29

    El resurgimiento del protestantismo. Desde principios del S.XIX hasta la actualidad

    Siglo XIX y principios del S.XX

    A finales del siglo XVIII y principios del XIX se da una fuerte expansión de las misiones protestantes, favorecida por la revolución industrial naciente, que alcanza nuestro país. Diversas comunidades protestantes aparecen desde la primera mitad del siglo XIX, en un principio en la clandestinidad, hasta el establecimiento en 1868 de la libertad de culto, con la Revolución Gloriosa.
    A partir de este momento, el protestantismo experimenta un importante crecimiento en España, que llegará a contar con 30 000 fieles al comienzo de la Guerra Civil Española.

    Persecución franquista durante la Guerra Civil Española y el Franquismo

    Durante el franquismo el protestantismo es perseguido y marginalizado y la libertad de conciencia suprimida.
    Durante la Guerra Civil Española, el régimen franquista persiguió a los 30 000 Protestantes españoles y obligó a muchos pastores a abandonar el país. Una vez acabada la guerra, se confiscaron las traducciones no-católicas de la Biblia y se cerraron las escuelas Protestantes. Al acabar la guerra se suprime la libertad de conciencia y el franquismo intenta borrar la memoria histórica del protestantismo español. Aunque en el Fuero de los Españoles de 1945 se permitió la práctica privada, el protestantismo sufrió una situación de discriminación legal y los servicios Protestantes siguieron estando prohibidos en público, hasta el extremo de no poderse realizar en edificios que estuvieran identificados exteriormente como lugares de culto.1

    El protestantismo en la democracia

    En la actualidad, la Constitución de 1978 y la Ley de Libertad Religiosa de 1980 garantizan la libertad de conciencia y la libertad religiosa o libertad de culto. Desde 1984, el protestantismo goza de notorio arraigo. El número de protestantes en España se ha recuperado y a día de hoy sería la segunda confesión religiosa en España por presencia y por relevancia social.30 Según el censo INE 2008 en España el número de protestantes alcanza el 1 200 000 fieles, de los cuales 400 000 son españoles de origen y 800 000 son protestantes comunitarios y extracomunitarios.31 Según cálculos aproximados de la FEREDE, en 2011 el número de protestantes en España habría ascendido a 1 500 000.
    Las distintas Iglesias protestantes españolas se encuentran asociadas en la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España.

    Principales Iglesias protestantes en la actualidad

    La Iglesia Evangélica Española

    Iglesia de Cristo Madrid. Templo de la Iglesia Evangélica Española en Madrid.
    .
    Exterior Templo de Noviciado
    Interior del Templo de Noviciado
    A principios del S.XIX van surgiendo en España pequeñas congregaciones de diferentes tradiciones protestantes tomadas de misiones extranjeras (reformadas, presbiterianas, luteranas, metodistas, congregacionalistas), que van a experimentar un crecimiento a partir de 1868, con el triunfo de la Revolución Liberal. El núcleo original lo forman congregaciones nacidas en medio de la intolerancia y en la clandestinidad, fundadas como fruto de la labor y el ministerio de pastores tales como Antonio Vallespinosa (1833-1897), el catalán Francisco de Paula Ruet (1826-1878), el andaluz Manuel Matamoros (1834-1866), el alicantino Juan Bautista Cabrera (1837-1916), el catalán Francisco Albricias (1856-1934), todos ellos conocieron persecución y exilio, en Gibraltar y en otros países europeos, recibiendo en ellos la formación teológica que les capacitó para el desarrollo de su misión y ministerio.
    En 1869 se reúne en Sevilla una asamblea general formada por delegados de distintas congregaciones entonces existentes en el territorio español y crean la Iglesia Reformada Española, que en 1872 adopta el sistema presbiteriano tomando el nombre de Iglesia Cristiana Española.
    Federico Fliedner, primer misionero alemán que viene a España, llega en el año 1869, apoyado por la Obra de las Diaconisas de Kaiserswerth, fundada por su padre, Teodoro Fliedner, en 1828. Con la creación de escuelas, centros de atención a los más necesitados, librerías, Fliedner es el fundador de una obra social vinculada a la Iglesia Evangélica Española. La Fundación que hoy lleva su nombre, fiel a su talante, desarrolla su misión de enseñanza, de formación teológica, acción social y cultural al servicio del protestantismo español en particular y la sociedad española en general.
    En 1886 se celebra en Madrid la X Asamblea de la Iglesia Cristiana Española formada por representantes de sus comunidades en Madrid, Sevilla, Córdoba, Granada, Jerez, Isla de San Fernando, Málaga, Reus, Camuñas, Mocejón, Cartagena, Cádiz y Huelva, y las misiones de Utrera y Villafranca de Córdoba, todas ellas de tradición presbiteriana. La Unión Ibero-Evangélica, que agrupaba congregaciones de tipo congregacionalista en Santander, Bilbao, San Sebastián, Logroño, Pradejón y Zaragoza, con varias misiones, decidió unirse a la Iglesia Cristiana Española que, con este motivo, cambió provisionalmente su nombre por el de Iglesia Evangélica Española, adoptando también provisionalmente como bases la confesión de fe y la disciplina de la Iglesia Cristiana Española. Este grupo de congregaciones, constituido a partir del ministerio desarrollado por los hermanos Thomas Gulick y William Gulick estaban sostenidos por la American Board, de tradición congregacionalista. A estas congregaciones se unieron las comunidades que surgieron como resultado de la Misión del Alto Aragón, desarrollada por el pastor francés Albert Cadier entre 1906 y 1911. En 1901, Alice Gordon Gulick funda el Instituto Internacional, en Madrid, institución dedicada a la promoción de la educación y la emancipación social de la mujer. Dicho instituto se desarrolló paralelamente a la Institución Libre de Enseñanza (1876) que propugnaba la libertad de cátedra y una enseñanza no sometida a los dogmas oficiales en religión, política o moral.
    En 1955 la Iglesia Metodista Española decide unirse a la Iglesia Evangélica Española, para lo cual el Sínodo de 1954 aprueba una versión revisada de su Confesión de fe y de su reglamento. La Iglesia Metodista aporta a la iglesia unida sus comunidades en Cataluña y en las Islas Baleares. La Iglesia Metodista había llegado a Cataluña y Baleares en 1869, creando su primera comunidad el 1 de septiembre de 1871. Fueron misioneros ingleses los que realizaron los primeros trabajos de evangelización. Cabe destacar a William T. Brown, fundador de las primeras escuelas y comunidades entre 1869 y 1874, y los reverendos Franklin G. Smith entre 1888 y 1916, y William Lord entre 1916 y 1924; pero muy pronto fueron seguidos por obreros españoles que establecieron nuevas escuelas e iglesias. En el momento de la unión, la aportación metodista fue en Cataluña de las comunidades antiguas de Barcelona y Rubí, a las que se añadieron posteriormente las nuevas comunidades de Hospitalet de Llobregat, Santa Coloma de Gramanet y La Llagosta. En las Baleares ingresaron en la IEE las iglesias de Palma de Mallorca, Capdepera, Mahón, Villacarlos y misiones. Esto hizo que la IEE, que estaba muy poco representada en Cataluña y Baleares, recibiera ahora un fuerte impulso. También la Iglesia Metodista (USA) sostuvo varias iglesias y colegios en España antes de la guerra civil, entre ellas las comunidades de Alicante, con su muy conocida Escuela Modelo, y Sevilla.
    La Iglesia Evangélica Española, como iglesia unida, pertenece a dos de las grandes familias protestantes, agrupadas hoy en sendos organismos: la Alianza Reformada Mundial y El Consejo Mundial Metodista, y es miembro del Consejo Mundial de Iglesias desde su fundación en 1948. Su presente se enriquece de las corrientes teológicas del pasado. Es el resultado de los mejores materiales que cada una de ellas ha ido dejando a la Iglesia a largo de la Historia.32

    La Iglesia Española Reformada Episcopal

    Exterior de la Catedral del Redentor, en Madrid, la única catedral de la Iglesia Española Reformada Episcopal.
    Interior de la Catedral del Redentor.
    Placa en el interior de la Catedral del Redentor.
    Tras la labor previa misionera de Juan Calderón, editor de las revistas clandestinas El Catolicismo Neto y El Examen Libre a mediados de los cincuenta y otros muchos, creadora de distintos grupos protestantes ilegales y dispersos de vida aislada y anónima por toda la geografía nacional, hacia 1870, en Sevilla, los protestantes españoles declararon su intención de organizar una comunidad reformada unida para todo el país, pero la intención no se pudo concretar debido a las profundas diferencias con respecto a su organización: presbiterianismo, congregacionalismo y la postura de aquellos que deseaban una confesión esencialmente española, pero de gobierno episcopal, según la tradición de la primitiva iglesia cristiana en España.
    A principios del año 1870, el clérigo de la Iglesia de Inglaterra Lewen S. Tugwell llega a Sevilla para hacerse cargo de la capellanía dependiente del consulado inglés. En dicha ciudad encontró a ciertos españoles involucrados en un movimiento protestante encaminado, en opinión de los propios participantes, «a extender las verdades de la Biblia, a combatir la ignorancia que de ella se padecía» y, de esa forma, lograr una espiritualidad que contravenía los usos de la Iglesia católica de la época.
    Interesado por esa labor, el capellán inglés buscó un colaborador para encauzar esta obra, encontrándolo en el ex sacerdote católico, convertido al anglicanismo en Londres, Francisco Palomares García. Junto a otros colaboradores, se concretó una misión entre españoles y para españoles, en la que se establecían dos objetivos: predicar la visión protestante de la Palabra de Dios y dar instrucción secular a todos.
    En 1870 también existía una congregación «reformada» en Sevilla, fundada y pastoreada por Juan Bautista Cabrera, ex sacerdote escolapio que se había refugiado en Gibraltar hasta la Revolución de 1868. Esta comunidad y la misión iniciada por Palomares realizaban sus trabajos en Sevilla con total independencia, sin más conexión entre ellas que la fraternidad cristiana. La obra supervisada por Palomares quedó definida bajo el nombre de «Iglesia Española Reformada Episcopal» (IERE). Este nombre da a entender que, desde el principio, esta comunidad tuvo un corte netamente protestante, lo cual siempre constituyó un problema para todos los anglicanos españoles que se sentían más atraídos hacia la tendencia de «Alta Iglesia» o High Church.
    En noviembre de 1874 Juan Bautista Cabrera se trasladó a Madrid para hacerse cargo de la Iglesia evangélica del Redentor, cuyo pastor, Antonio Carrasco, había fallecido en un naufragio algunos meses antes.
    Años después, el 2 de marzo de 1880 y en la ciudad de Sevilla, cinco congregaciones: una en Madrid pastoreada por Juan Bautista Cabrera, tres de Sevilla bajo Francisco Palomares y una de Málaga dirigida por el laico Sr. Domínguez, se reunían en sínodo bajo la presidencia del obispo de la Iglesia Episcopal (anglicana) de México, Enrique Chancey Riley, de visita en España, y se constituían como confesión religiosa.
    Durante la celebración de dicho sínodo, y por el mencionado obispo, fue ordenado diácono y presbítero el Sr. Domínguez. Asimismo, Juan Bautista Cabrera fue elegido obispo con jurisdicción sobre la Iglesia constituida.
    En la consagración episcopal de Juan Bautista Cabrera (1894) intervinieron tres obispos de la Iglesia de Irlanda (Comunión Anglicana).
    La primera edición de la liturgia de la IERE fue aprobada en el Sínodo de 1881 y revisada posteriormente. Su oficio de Santa Cena se basa en parte en el antiguo rito español, también llamado rito visigótico o rito mozárabe, aunque complementado con elementos anglicanos y de otras liturgias reformadas y originales.
    Al precisar que la IERE era una confesión nacional española, se quería decir que no era el resultado de la actividad de misioneros extranjeros. Desde sus inicios sus ministros fueron, en su mayoría, antiguos clérigos católicos que rompían con la Iglesia Católica. Por eso la IERE se presentó siempre como una comunidad española y para españoles, inspirada en la «vía media anglicana».
    La IERE pasó, durante las distintas etapas políticas de España, por difíciles momentos de intolerancia, persecución, represión e indiferencia, logrando sobrevivir a pesar de todo ello y de otros problemas de índole económica: así, durante la Guerra Civil, padeció la violencia antirreligiosa de un bando, y la discriminación del otro; y durante el franquismo le fueron confiscadas escuelas, terrenos y edificios de culto.
    Hasta el día de hoy, y tras muchos avatares, la IERE ha estado presente en España, siendo siempre supervisada por obispos en cuyas ordenaciones intervienen obispos de la Iglesia de la Iglesia de Irlanda (Comunión Anglicana) y de la Unión de Utrecht, y hallándose actualmente regida por su quinto obispo.33

    Unión Evangélica Bautista Española

    Interior de templo Bautista en Madrid
    La Unión Evangélica Bautista Española es una comunidad de Iglesias bautistas en España.
    El misionero norteamericano William J. Knapp comenzó el movimiento bautista con su llegada a España en 1868. En 1870 se abrió la primera iglesia Bautista en Madrid. Knapp salió de España en 1876, pero el sueco Eric Lund continuó y amplió a partir de 1877 la labor comenzada por Knapp.
    La Unión Evangélica Bautista Española se fundó en 1922, que en 1929 pasa a llamarse Convención Bautista Española, hasta que en 1953 adopta el nombre de la primera organización, Unión Evanélica Bautista Española.
    La Unión Evangélica Bautista Española es miembro de la Federación Bautista Europea y de la Alianza Mundial Bautista.33 En 1995, la Unión Evangélica Bautista Española contaba con 7700 miembros en 65 iglesias.

    Pentecostalismo en España

    A mediados del siglo XX comienzan a llegar misioneros pentecostales a España, que comienzan su misión en situación de clandestinidad y represión hasta la llegada de la democracia. Estas misiones han tenido particularmente éxito entre la población de los gitanos en España, tradicionalmente católica, donde las conversiones al protestantismo (principalmente pentecostalismo) han sido importantes durante las últimas décadas del siglo XX, de forma que el número de gitanos evangélicos supera al de católicos.34 También se han conservado de forma parcial sus creencias y costumbres propias.

    Véase también

    Referencias


  • Blázquez, Fernández, Tarquis, citado en Reseña Histórico-Social del Protestantismo Español.

  • Kamen, 2011, p. 93.

  • Kamen, 2011, p. 86.

  • Pérez, 2007.

  • Kamen, 2011, pp. 86-87.

  • Kamen, 2011, p. 89.

  • Pérez, 2007, p. 66.

  • Kamen, 2011, pp. 90-91.

  • Pérez, 2007, p. 65.

  • Kamen, 2011, pp. 91-92.

  • Kamen, 2011, p. 92.

  • Kamen, 2011, p. 88.

  • Kamen, 2011, pp. 88-90.

  • Kamen, 2011, p. 91.

  • Pérez, 2007, pp. 59-61.

  • Pérez, 2007, pp. 61-62.

  • Pérez, 2007, p. 68.

  • Kamen, 2011, pp. 94-95.

  • Pérez, 2007, p. 67.

  • Kamen, 2011, p. 94.

  • Kamen, 2011, p. 97.

  • Pérez, 2007, p. 69.

  • Kamen, 2011, p. 95.

  • Kamen, 2011, pp. 95-96.

  • Kamen, 2011, pp. 96-97.

  • Pérez, 2007, pp. 70-71.

  • Kamen, 2011, p. 98.

  • Kamen, 2011, pp. 99-100.

  • Pérez, 2007, pp. 68-69.

  • Los protestantes españoles reivindican el fin "de la discriminación religiosa". En El Mundo.

  • FEREDE FEREDE

  • Iglesia Evangélica Española.

  • Iglesia Española Reformada Episcopal.

    1. CIS. Encuesta sociológica a hogares de la población gitana. 2006

    Bibliografía

    Enlaces externos

  • Iglesia Evangélica Española
  • Sitio web oficial de la Iglesia Española Reformada Episcopal.
  • Página web oficial Unión Evangélica Bautista Española
  • Página web oficial Reforma Quinto Centenario en España
  • Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre la Reforma protestante en España.

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