LA SILLA DE LOS TESTÍCULOS
Una silla especial para los papas de Roma.
Una silla con un agujero al centro que todavía puede verse en los museos del Vaticano.
La “sedia stercoraria”.
Sedia stercoraria. ¿Para qué se utilizaba esta misteriosa silla?
¡Habemus papam!
Según numerosos escritos, la “sedia stercoraria” se utilizaba después del cónclave, una vez elegido el nuevo Papa…
… y su función era determinar la masculinidad del flamante pontífice.
¡Testiculos habet!
Un diácono introducía la mano derecha bajo la silla donde se hallaba sentado el papa y palpaba los genitales pontificios.
¡Habet duos et bene pendentes!
¡Tiene dos y cuelgan bien!
¡Deo gratias!
Si todo estaba en su sitio, si quedaba comprobada su masculinidad, el Sumo Pontífice recibía la bendición de los cardenales y comenzaba la liturgia de coronación.
¿De dónde nace este extraño ritual?
A mediados del siglo nueve, una mujer de origen inglés y de nombre Juana Anglicus, se hizo famosa en Roma por sus conocimientos médicos.
Como los estudios estaban reservados a los varones, Juana se cortó el pelo, se vistió como hombre y se hizo llamar…
Juan Anglicus
El médico “Juan”, conocedor de todas las hierbas, se hizo muy querido en la ciudad de Roma. Hasta el papa León IV lo mandó a llamar para curar su mal de gota.
Se convirtió en secretario particular del papa.
De secretario pasó a cardenal.
Y cuando León IV murió, Juana, la que se hacía llamar Juan, fue elegida Papa por votación unánime.
¡Habemus papam!
No era papa, sino papisa. La papisa Juana.
Dicen que fue el mejor papa que se recuerda en Roma. Que se preocupó por los pobres.
Que estableció un sistema eficaz de salud en toda la ciudad.
Que abrió escuelas para las mujeres.
También dicen que la identidad sexual de la papisa fue descubierta en una procesión por las calles de Roma.
Juana estaba embarazada, le llegaron los dolores, cayó al suelo y ahí murió, delante de la multitud, por las complicaciones del parto.
Sobre la papisa Juana no existe documentación porque todos los papeles de sus años de Pontificado fueron quemados.
La papisa fue borrada de la historia oficial en el Vaticano. Nunca existió.
Pero, por si acaso, para que nunca vuelva a existir…
… se inventó la “sedia stercoraria”,
… la silla de los testículos.
¡Habet duos et bene pendentes!
¡Deo gratias!
Dicen que el papa Adriano VI eliminó esta costumbre en el siglo XVI.
Otros dicen que todo es mentira, que nunca le palparon los genitales a ningún papa.
Dicen que dicen…
Pero lo cierto es que, como ya nadie se sienta en dicha silla, tal vez pueda repetirse la historia de Juana.
Tal vez una mujer se cuele entre los cardenales…
… y por un maravilloso error, aparezca una papisa en vez de un papa.
Una papisa que cambie el rumbo monárquico y machista del Vaticano.
BIBLIOGRAFÍA
Recomendamos la película “La Pontífice” del director alemán Sönke Wortmann (2009). Y el libro en el que se basa “La Papisa”, de la historiadora Donna W.Cross
El ritual del Sanctus Sanctorum y la importancia de los genitales
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