viernes, 26 de julio de 2013

LAS VÍRGENES NEGRAS (IV PARTE). LOS LUGARES DE PODER.

JUAN ESLAVA GALÁN.                    

LAS VÍRGENES NEGRAS (I PARTE).

LAS VÍRGENES NEGRAS. (II PARTE). PIEDRAS SANTAS.

LAS VÍRGENES NEGRAS (III PARTE). ¿POR QUÉ NEGRAS?  



 Algunos autores señalal la abundancia de la ubicación de la mayor parte de los santuarios ancestrales en lugares donde la naturaleza manifiesta su esplendor (cuevas , manantiales, bosques, cumbres, rocas...). El devoto que acude a estos lugares experimenta una sensación de alivio, o paz espiritual, como si lo invadiera una energía vivificante que emana del lubar [Jean Huynen en su clasificación de las Vírgenes Negras francesas distingue distintos tipos de santuario: ("Una cripta -Chartres , Clermont, Guincamp, Marsella, Mont-Saint-Michel-... una iglesia negra -Manosque, Aurillac-, o una capilla gruta -Rocamadour-). Incluso en los casos en que la estatua no estaba directamente presente en algunos de estos lugares, siempre iría asociada a su santuario o a su leyenda uno de esos elementos oscuros, secretos, ocultos; criptas y grutas, pero también pozo sagrado, abismo, tumba o sarcófago..." Op. cit,. 0. 156]. Ello se debe, dicen, a que la Tierra no es un soporte inerte, sino un complejo organismo dotado de vida. Aseguran, los que dicen saber de este asunto, que las vibraciones de la Tierra son especialmente intensas en los lugares afectados por corrientes electromagnéticas que recorren el terreno más o menos profundamente, dependiendo del relieve, de la conductibilidad del suelo y de la presencia de agua. Estas corrientes se acrecientan en los lugares recorridos por corrientes subterráneas, especialmente si las fallas ponen en contacto tierras de diferente naturaleza. Suponen que la confluencia de una corriente telúrica con otra área produce un nódulo de energía que se manifiesta en la presencia de bosque espeso y exuberante vegetación.

                    El equilibrio del hombre, su salud y su bienestar dependen de su adaptación a los ritmos de la Tierra. En los lugares señalados por la confluencia de corrientes telúricas y áreas, "el espíritu alienta", el hombre recupera su armonía con la naturaleza, libera sus tensiones, se relaja. Esos parajes, que algunos autores denominan "lugares de poder", han atraído al hombre desde la más remota prehistoria y constituyen sus más primitivos santuarios y quizá, incluso, el origen de las religiones.

                   Esta explicación parece acientífica a muchos racionalistas. Lo sea o no, es innegable que los santuarios marianos de origen medieval suelen enclavarse en lugares "numinosos" en los que la naturaleza se manifiesta generosa: cumbres de montañas, arboledas espesas, manantiales, grutas, acantilados batidos por el mar... A veces concurren varios elementos como en el santuario de Tíscar y Cueva del Agua , cerca de Quesada, Jaen; en el de Ojo Guareña , en Burgos; en el de La Balma , en Morella, o en los universalmente conocidos de Montserrat , Covadonga o Guadalupe .

                       El lugar ideal para enclavar un santuario es un manantial junto a una gruta, en un lugar alto. Si no existe una caverna natural, puede fabricarse en forma del dolmen o de ermita, un lugar oscuro para la piedra santa, que invite al recogimiento. La caverna, o su equivalente artificial, es la imagen de la Diosa Madre, la matriz generadora de la naturaleza significada en una oquedad de la tierra. El santuario reproduce el proceso procreador. Húmedos y angostos pasillos conducen a la celda uterina rematada por una cópula.

                      El agua es imprescindible en el santuario, en su representación de la sangre de la tierra, el líquido que fertiliza la piedra. Agua de un manantial, de una cascada, de un pozo, de una fuente. De aquí el toponimo Fuensanta  , la Fuente Santa, tan divulgado en nuestra geografía mariana.

                    Que me perdonen los devotos, pero estoy por decir que lo importante no es la imagen, sino el lugar donde se venera , el santuario. Esto explica que casi todas las ermitas de Vírgenes Negras estén en descampados alejados del pueblo. Nunca falta una leyenda piadosa que explique que la Virgen deseaba permanecer en el lugar donde se encontró, junto a la fuente, la cueva o la piedra del santuario pagano, y que cuando intentaban trasladarla a la iglesia más cercana o al pueblo, escapaba y reaparecía en su santuario. Era allí, y no en otro lugar, donde quería ser venerada.

                  La clerecía explotadora del santuario se ha esforzado por borrar los elementos paganos del antiguo culto a la piedra. Por eso han revestido de amplios mantos o han cubierto con aparatosos frontales de plata las piedras santas sobre la que habían colocado la diminuta virgen (así lucen, por ejemplo, la Virgen de la Cabeza   , de Andújar, o la de la Asunción en Elche). [Un pastor halló la imagen de esta Virgen Negra en 1227 en la concavidad formada por dos peñas, junto a una campana; es decir, en un dolmen o caverna. Como en los demás casos, los santeros han logrado deshacerse de la molesta y, en apariencia, absurda esfera de piedra, especialmente cuando llevaba ya siglos oculta de la vista de los devotos, pero, en cualquier caso, el temor reverencial aconsejó no prescindir del todo de las formas de la piedra. Las Vïrgenes Negras han podido perder su negritud, pero perduran esas enormes y antiestéticas peanas esferoides que son unas veces una nube, otras veces un globo terráqueo cuajado de angelitos, otras, dos almohadones, o el barroco frontal de plata de la Virgen de la Cabeza]. En todos estos casos la piedra ha desaparecido después de siglos, pero perdura su cubrimiento, que con el tiempo se había transformado en un elemento identitario de la imagen.

                   Una de las escasas piedras santas  conservadas apareció en los años setenta, en el subsuelo de la primitiva catedral gótica de Jaén (de planta más amplia que la actual). Hoy se conserva junto a la iglesia de Santa María de Arjona. En ella se observa la entalladura que sirvió para encastrar la imagen de la Virgen, probablemente la llamada del Soterraño, hoy desaparecida, pero profusamente mencionada en textos medievales. Otra piedra santa similar ha ido a parar, con la mundanza de los tiempos, al muro de la catedral de Cefalú en Sicilia. Considerada santa en tiempos, incluso le hacían réplicas en bajorrelieves como exvotos.

                    Por todas partes, las antiguas imágenes y cruces se yerguen sobre monolitos a veces disimulados por el tiempo o transformados en pesados pedestales cúbicos o fustes de columnas que sostienen cruces o imágenes.

                    En casi todos los santuarios de Nuestra Señora, y en algunos de otras advocaciones, existen pozos o manantiales sagrados, las Fuensantas, Aguas Santas o Pozos Santos, tan abundantes en España. En el caso de San Andrés de Teixido , es la fuente de los tres caños, a un paseo de la ermita  , lugar de discretos rituales, como la ofrenda de hierba namoradoira o hierba del amor. El contenido sexual, , propiciatorio de las cosechas, de los ancestrales cultos agrícolas, aún perdura, a pesar de la represión sexual impuesta por la Iglesia. "Ramerías", denominaba a las romerías el presbítero cordobés don Luis de Góngora. "Mucha misa, muchos rosario, sí, se me quejaba un cura asturiano, pero después piérdense las parejas detrás de un setu y facen guajes" (el buen cura fingía desconocer los conceptos condón o píldora del día después). Un autor del siglo XVIII se asombra de que en la romería de la Virgen de la Cabeza "la turba de devotos no repara en nombrar a la purísima madre de Dios con aquellas expresiones rústicas e insolentes que ha inventado el amor profano y la licenciosidad del vulto [...] hay feria abierta en donde se comercia con libertinaje y palabras deshonestas [...] hay impuros movimientos y bailes desconcertados delante de las mismas sagradas imágenes que adornan con ramos, flores, luces y buenas alhajas...". Yo mismo, con estos ojos que se han de comer los gusanos para después reverdecer al día del Juicio Final, he asistido atónito, a la entrada de un devoto almonteño en el santuario de la Blanca Paloma , el cual, en el paroxismo de la devoción, le gritó a la Virgen este delicado piropo: "¡Qué guapa eres, joía y que lástima que tengas el chocho de palo!".

                    Sí, amado lector, los piadosos y escandalizados sacerdotes no alcanzaban a comprender que precisamente aquellas imágenes y aquellas romerías eran más materia del amor profano que del amor divino tal como ellos lo entendían. Porque antes de que el cristianismo intentase amordazar a la Diosa Madre, evidentemente sin conseguirlo, el amor profano que exalta la fecundidad y el sexo había sido el atributo esencial de la Diosa Madre que el culto de laVirgen María, con todo su acento puesto en la pureza, no conseguía erradicar.

                   La piedra sagrada, en otros casos, mantiene su relación con la fertilidad incluso después de perder su asociación con una Virgen o Diosa Madre. Es el caso de la piedra negra del Sacromonte de Granada  .  En la fiesta de la Candelaria, las solteras se sientan en ella para que les salga marido. El padre Sarmiento hablaba de otra, la Cama de Home, al pie de la ermita de San Guillerme , Fisterra (Coruña), sobre las que copulaban las parejas estériles (de esas piedras hay varias en Galicia). En Guimaräes (Portugal) las mujeres lamen los pezones de la Pedra Leital para que les acuda la leche. En Francia, en la capilla de San Brades , las mujeres aprietan entre los muslos un marmolillo fálico, "la piedra de san Nicolás", que se supone es el pene del santo. En el país del amor, los santuarios no se andan con chiquitas y menos aún el santoral. Ahí tenemos a san Foutin, primer obispo de Lyon, probablemente fabuloso, que oculta una cristianización del dios pagano Príapo , el del falo erecto. El nombre se relaciona con el francés medieval foutre (follar) y de ahí que en la Edad Media fuera tan popular como protector de la coyunda, que velaba por la fertilidad de las mujeres y por la potencia sexual de los hombres. Sus devotos acudían en peregrinación al santuario, en Varages  (Provenza), y le dejaban como exvoto una picha floja de cera. Se quejaban las beatas, cargadas de razón, de que cuando soplaba el viento, los cipotes cerúleos se agitaban en sus cuerdas y las distraían de sus devociones. En la Iglesia de Embrun , departamento de los Altos Alpes, se veneraba un pene de gran tamaño supuesta reliquia de san Foutin. Los devotos derramaban vino sobre el bálano que, recogido en la bandeja de la base, se transformaba en "vinagre santo" remediador de la impotencia y la esterilidad. Todavía en el siglo XVII, las mujeres insatisfechas raspaban el falo de la imagen primitiva (seguramente un Príapo romano, insisto) y añadían las limaduras a la comida del marido para que despabilara en sus deberes conyugales. El falo del santo nunca menguaba porque los curas custodios del santuario lo habían sustituido por un cilindro de madera que atravesaba la imagen y se alargaba cuando era menester empujanto el extremo opuesto.

                      Otros santos de la misma función fueron Ters, o San Ters, en Amberes; los santos Cosme y Damián venerados en Isernia (Italia); san Guignolé, primer abad de Landévennec (el nombre procede gignere, preñar), cuyo santuario resultó destruido en 1793; san Guerlichon (Greluchon) en Bourg-Dieu; san Gil (o Gilles, de Aegidius) en Cotentin, y san René, en Anjou (nombre que se confunde con la palabra francesa reins, "riñones", en los que se creía residía la fuerza sexual). En el santuario de San Fiacre , cerca de  Meaux, se veneraba una piedra que preñaba a las mujeres que se sentaban en ella sin bragas; en la iglesia de Orcival, de Auvergne  (camino de Santiago francés), las mujeres abrazaban un pilar fálico para quedarse embarazadas. Cuenta Dulaute que una peregrina entró en el santuario y le preguntó al cura por el pilar que preña a las mujeres. A lo que el sacerdote respondió, obsequioso y risueño: "Delante de ti lo tienes. Yo soy el pilar."

                Termino ya, que se mete uno en harina y se embala. En España sobreviven hoy unas setenta Vírgenes Negras, repartidas entre las diecisiete taifas en las que se descompone el territorio nacional, pero antiguamente fueron muchas más [En otros países de la cristiandad fueron igualmente numerosas. Ean Begg cree que hubo unas cuatrocientas cincuenta en Europa; Marie Durand-LeFebvre señala la existencia de 272, casi todas en Francia]. Algunas que eran negras en origen se sustituyeron por una imagen de tez clara al renovar la imagen; otras, se han blanqueado aprovechando una restauración [A la Virgen de Regla , patrona de Chipiona (Cádiz), le cambiaron el color negro por el actual rojo oscuro hacia 1590; más recientemente, a la  Virgen de la Capilla , patrona de Jaén, que era completamente negra, la han restaurado dejándola blanca]. En algunas, finalmente, se ha descubierto el proceso contrario: eran blancas y las ennegrecieron por accidente (barnices degradados) o por el deseo de ennegrecerlas para concitar devociones, puro marketing.

                    Las Vírgenes Negras nos remiten a cultos que se pierden en la noche de los tiempos, a ritos que sobreviven teñidos de folclore o de fiesta. La memoria antigua de este pueblo viejo conoce la virtud de los antiguos santuarios, sabe que el amor a la vida puede manifestarse bajo distintas y hasta contradictorias formas, por más que los modernos usurpadores de los antiguos santuarios se esfuercen en reprimirlas.


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