domingo, 10 de junio de 2018

Un nuevo hallazgo arroja pistas sobre cómo murió crucificado Jesús


Cristo crucificado
El descubrimiento en el norte de Italia de unos restos que datan de hace aproximadamente 2000 años arroja nuevas pistas sobre cómo eran en aquella época las crucifixiones romanas y, en concreto, cómo fue en realidad la muerte de Jesús. Un equipo de investigadores de la Universidad de Ferrara y Florencia han publicado en la revista especializada Archaeological and Anthropological Sciences los resultados tras analizar los huesos, correspondientes al talón de un hombre localizado en Gavello, cerca de Venecia, en 2007.

 Al examinar estos restos humanos, los expertos descubrieron que las lesiones que presentaba el talón atravesaban por completo el ancho del hueso. El análisis posterior reveló que los huesos pertenecieron a un hombre de baja estatura y entre 30 y 34 años, según recoge el portal especializado LiveScience. 

Además, una fractura en el hueso del talón indica que fue atravesado por un clavo metálico desde el interior hacia el exterior del pie derecho, por lo que fue clavado directamente en la madera de la cruz o en un reposapiés de madera. Sin embargo, no hay señales que indique que las muñecas de la víctima fuesen clavadas en la cruz, por lo que los investigadores han concluido que sus brazos pudieron estar atados a ella con una cuerda. 

Pese a que los huesos no estaban bien conservados como para ser datados por radiocarbono, los investigadores pudieron concluir que el hombre había fallecido aproximadamente 2000 años atrás, en la época de Jesucristo. Asimismo, pudieron demostrar la presencia de signos en el esqueleto "que indican una violencia similar a la crucifixión", ha explicado la profesora de antropología Emanuela Gualdi-Russo, una de las autoras del estudio, en declaraciones que recoge el diario The Express. 

Segundo caso documentado A pesar de que las crucifixiones eran una práctica muy habitual en las condenas de la época romana, a día de hoy hay muy pocas pruebas físicas sobre las mismas. El motivo principal es la rápida desintegración de las cruces de madera empleadas por los romanos, aunque también estaba la creencia de que los clavos tenían propiedades mágicas y a menudo se les extraían posteriormente a las víctimas. Según ha explicado otra de las coautoras del estudio, Ursula Thun Hohenstein, de la Universidad de Ferrara, la crucifixión era un castigo generalmente reservado para los esclavos, y ha agregado que "la importancia de este descubrimiento radica en el hecho de que es el segundo caso documentado en el mundo". 

Anteriormente, solo se tenía otro ejemplo de crucifixión en un clavo de siete pulgadas extraído del cuerpo de un hombre judío, cuya tumba fue encontrada en Jerusalén en 1968.


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