A la luz y por la fuerza de Jesús
podemos
vivir, obrar, sufrir y morir
de
un modo verdaderamente humano
en
el mundo de hoy,
puesto
que estamos absolutamente
en
manos de Dios,
y
a la vez comprometidos hasta el fin
por
el bien de los hombres.
A la luz y por la fuerza de Jesús
podemos
mantenernos libres
frente
a las potencias de este mundo
(esclavitud
de la economía, la ciencia o el Estado),
frente
a los ídolos
(culto
de la personalidad)
y
los dioses de este mundo
(adoración
de la fortuna, del placer y del poder).
Mediante
la fe en Dios,
servimos
al mundo
sin
hostilidad hacia él
y
sin dejarnos contaminar por él,
confiando
en el sentido de la historia
y
en el porvenir de un mundo reconciliado.
A la luz y por la fuerza de Jesús
podemos,
en el mundo de hoy,
invocar
a Dios como Padre nuestro,
misterio
de amor que mantiene a todos los hombres,
que
perdona a los culpables su culpa
y
se revela finalmente
vencedor
del pecado y de la muerte.Hans Küng.
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