martes, 30 de diciembre de 2014

EL PECADO Y LAS PASIONES HUMANAS.

EL VICIO
Los pecados son vicios del alma, son la expresión de un uso anormal, de una perversión de los instintos. La glotonería, la embriaguez, la toxicomanía, la excesiva vanidad, la ira, los celos, la envidia y la avaricia son expresiones "por exceso" del instinto de conservación. Si el alma se ve afectada en sentido contrario, "por defecto" del mismo instinto, tenemos la pereza y ociosidad y la sensación de asco ante la vida. En el instinto de reproducción, el exceso lleva a la lujuria, la sodomía, el onanismo; el defecto lleva a la repugnancia sexual y al infanticidio. El instinto de "asociación", que se refiere a las relaciones humanas, también experimenta perturbaciones. Si se da por exceso, desordena el sentimiento de piedad, si se da por defecto, desarrolla el egoísmo y hace del individuo un misántropo, un mitómano, un indisciplinado...

 


LOS VICIOS Y LAS PASIONES SON PERTURBACIONES ORGÁNICAS O MENTALES.
El vicio y la pasión son perturbaciones, orgánicas o mentales, de una enfermedad del mismo instinto. La adaptación de nuestras emociones, sufren una desviación y producen el vicio. Santo Tomás definía al pecado como de debilidad cuando lo irascible o concupiscible se hallan afectados por una pasión que les hace perder el orden razonable y obstaculizan el normal desarrollo de la acción humana. El hombre es entonces "víctima" del mal (mal hereditario, social etc.), lo que no quiere decir que le sea imposible vencer los obstáculos. No hay criminales "natos", ni ladrones "perversos", lo que hay es un ejercicio de una voluntad que se manifiesta contra la razón y que cobra, al igual que los instintos, una segunda naturaleza de vicio.
 
VIVEN EN UN ESTADO DE ANGUSTIA Y DE CULPA.
El lujurioso o el avaro nunca se hartan de cuerpos o de dinero, son, en realidad, seres incapaces de descubrir su "estado de pecado" ante el "Cuerpo" y la "Verdadera Riqueza". Su sed permanente es precisamente la señal de que en su alma el deseo de poseer ese "bien" se expresa como la esclavitud de un cuerpo sin amor y de un dinero sin caridad. Vivirá en un estado de angustia y de culpa inexplicable. El vicio es el hábito de la pasión esclava. El pecado se repite sin cesar pues la razón está anulada por la voluntad de poseer lo que ha decidido como "indispensable". El apasionado-vicioso se encierra en su naturaleza, renuncia voluntariamente al conocimiento de sí, a la vuelta a la vida plena en libertad.

 


JESÚS Y EL PECADO...
En la sociedad de Jesús se concebía el pecado como la trasgresión de la voluntad divina, que era la ley de Moisés. Esta concepción del pecado tenía su origen en la idea de un Dios soberano que imponía sus leyes y preceptos a sus súbditos. Al establecer Jesús una nueva relación entre Dios y el hombre, no como Soberano y súbdito, sino como Padre e hijo, tiene que cambiar necesariamente el concepto de pecado. La raíz del pecado está en la actitud que conduce a actuar injustamente, creando relaciones dañosas para el hombre y deteriorando la convivencia humana. La adhesión a Jesús, que orienta la vida hacia la "fidelidad" a Dios y al hombre, pone fin a esa actitud de "pecado" (228). En la comunidad de Jesús puede haber fallos y faltas (229), pero, si se produjera un "cambio de orientación" que apartara de ese camino, el individuo o la comunidad dejarían de ser cristianos. En el NT nunca se llama a los cristianos "pecadores", sino "santos" o "consagrados" (230), porque por el "Espíritu" se mantienen "fieles a Dios" procurando el "bien de los hombres".
 

ES PECADO TODO LO QUE "REPRIME" AL HOMBRE...
Es pues "pecado" todo lo que impide el pleno desarrollo del hombre: el egoísmo, la opresión, el hambre, la ignorancia, la privación de la libertad; en una palabra: la represión de la vida (232). El "pecado" se concreta en la adhesión a los falsos valores que privan al hombre de vida y que han estado encarnados históricamente en los sistemas sociales o religiosos. El pecado del "opresor" es el imponer esos valores "la tiniebla",(233); el del oprimido, en aceptarlos, renunciando a la plenitud de la vida: La sociedad injusta exige "el sometimiento" y los hombres abdican de su libertad; se proponen como valores supremos el dinero y el poder, y los hombres hacen suyos esos valores; se inculca una ideología que justifica la opresión que ejerce, y el oprimido la acepta, impidiendo su posibilidad de desarrollo. Jesús libera a la humanidad de este pecado y nos comunica una experiencia de vida y libertad, "el Espíritu", (234) que, al revelar al hombre el valor "supremo" de la vida misma, lo desengaña de todas las ideologías que lo coartan y lo estimula a alcanzar su propia plenitud, desarrollando al máximo su capacidad de amar.
 
LA VOLUNTAD ES LA CAUSA DEL PECADO.
Santo Tomás nos recuerda que toda criatura racional, considerada en su naturaleza, puede pecar. La naturaleza del hombre está "caída", alejada del Bien, e incita constantemente al hombre a pensar solo en sí mismo. Nuestro libre albedrío, nuestra razón, nos acercará o alejará del bien. La elección del bien es un asunto propio de la libertad, de la elección racional. Así, por ejemplo, si la ira "es ciega", el alma se desfigura y la razón se tambalea. El alma apasionada puede, moral y físicamente, acostumbrarse a su egoísmo ciego y excluir totalmente la intervención del libre albedrío, es entonces cuando el pecado se convierte en "vicio", en hábito, en "segunda naturaleza"(235): "uno es esclavo de lo que le domina". El hombre es un esclavo de todo aquello por lo que se ha dejado vencer. La esclavitud señala, precisamente, la pérdida de un estado de libertad, del libre albedrío en la elección de nuestros actos. La voluntad es la causa inmediata y universal del pecado, es un apetito racional, es un dinamismo hacia la perfección y su finalidad no es conocer el mundo tal como es, sino vivirlo tal como ella desea. Cuando la voluntad elige el camino de la unidad, de "sí mismo" y del "mundo", obliga al ser humano a superarse por encima de la masa, entonces se manifiesta como una virtud. El hombre está obligado a conocer el orden y la arquitectura del universo, que es objeto de la razón. A pesar de la caída, que no destruye la razón, el hombre reconoce el orden divino, llamado "orden natural". El término de pecado "contra natura" se aplica a todo pecado capital, pues concierne a la voluntad "irracional", maliciosa, que omite ver el orden divino en la naturaleza de los objetos, del prójimo, de sí mismo y de Dios. La voluntad es razón de querer, intención y elección libremente consentidas, si no hay estas condiciones no hay pecado. Si la razón está presente, incluso en una simple intención, el acto es voluntario. En la voluntad, el hombre, ante todo, "quiere", después "decide" y luego "se decide".

NOTAS
(229) La 1ªparte: Mt 6,9-10 y la 2ª parte: Mt 6,11-13.
(230) Mt 6,1. El cielo designa la esfera de lo divino, de lo trascendente e invisible.
(231) Mt 5,48.
(232) Ex 4,22; Dt 14,1; Os 11,1; Jr 3,19.
(233) Se ha escogido esta traducción en vez de "santificado sea tu nombre", porque es difícil entender como se puede santificar más el nombre de Dios, por sí mismo perfecto.
(234) Mt 5,7-9.16: Los hombres deben "glorificar", "proclamar", "reconocer" las excelencias de Dios como "Padre", pero a través del comportamiento y de las obras de sus discípulos.
(235) Mt 5,3.10.

 

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