EL VICIO
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Los pecados son vicios del
alma, son la expresión de un uso anormal, de una perversión de los
instintos. La glotonería, la embriaguez, la toxicomanía, la excesiva
vanidad, la ira, los celos, la envidia y la avaricia son expresiones "por
exceso" del instinto de conservación. Si el alma se ve afectada en sentido
contrario, "por defecto" del mismo instinto, tenemos la pereza y ociosidad
y la sensación de asco ante la vida. En el instinto de reproducción, el
exceso lleva a la lujuria, la sodomía, el onanismo; el defecto lleva a la
repugnancia sexual y al infanticidio. El instinto de "asociación", que se
refiere a las relaciones humanas, también experimenta perturbaciones. Si
se da por exceso, desordena el sentimiento de piedad, si se da por
defecto, desarrolla el egoísmo y hace del individuo un misántropo, un
mitómano, un indisciplinado...
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LOS VICIOS Y LAS PASIONES SON
PERTURBACIONES ORGÁNICAS O MENTALES.
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El vicio y la pasión son
perturbaciones, orgánicas o mentales, de una enfermedad del mismo
instinto. La adaptación de nuestras emociones, sufren una desviación y
producen el vicio. Santo Tomás definía al pecado como de debilidad cuando
lo irascible o concupiscible se hallan afectados por una pasión que les
hace perder el orden razonable y obstaculizan el normal desarrollo de la
acción humana. El hombre es entonces "víctima" del mal (mal hereditario,
social etc.), lo que no quiere decir que le sea imposible vencer los
obstáculos. No hay criminales "natos", ni ladrones "perversos", lo que hay
es un ejercicio de una voluntad que se manifiesta contra la razón y que
cobra, al igual que los instintos, una segunda naturaleza de vicio.
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VIVEN EN UN ESTADO DE ANGUSTIA
Y DE CULPA.
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El lujurioso o el avaro
nunca se hartan de cuerpos o de dinero, son, en realidad, seres incapaces
de descubrir su "estado de pecado" ante el "Cuerpo" y la "Verdadera
Riqueza". Su sed permanente es precisamente la señal de que en su alma el
deseo de poseer ese "bien" se expresa como la esclavitud de un cuerpo sin
amor y de un dinero sin caridad. Vivirá en un estado de angustia y de
culpa inexplicable. El vicio es el hábito de la pasión esclava. El pecado
se repite sin cesar pues la razón está anulada por la voluntad de poseer
lo que ha decidido como "indispensable". El apasionado-vicioso se encierra
en su naturaleza, renuncia voluntariamente al conocimiento de sí, a la
vuelta a la vida plena en libertad.
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JESÚS Y EL PECADO...
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En la sociedad de Jesús se
concebía el pecado como la trasgresión de la voluntad divina, que era la
ley de Moisés. Esta concepción del pecado tenía su origen en la idea de un
Dios soberano que imponía sus leyes y preceptos a sus súbditos. Al
establecer Jesús una nueva relación entre Dios y el hombre, no como
Soberano y súbdito, sino como Padre e hijo, tiene que cambiar
necesariamente el concepto de pecado. La raíz del pecado está en la
actitud que conduce a actuar injustamente, creando relaciones dañosas para
el hombre y deteriorando la convivencia humana. La adhesión a Jesús, que
orienta la vida hacia la "fidelidad" a Dios y al hombre, pone fin a esa
actitud de "pecado" (228). En la comunidad de Jesús puede haber fallos y
faltas (229), pero, si se produjera un "cambio de orientación" que
apartara de ese camino, el individuo o la comunidad dejarían de ser
cristianos. En el NT nunca se llama a los cristianos "pecadores", sino
"santos" o "consagrados" (230), porque por el "Espíritu" se mantienen
"fieles a Dios" procurando el "bien de los hombres".
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ES PECADO TODO LO QUE "REPRIME"
AL HOMBRE...
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Es pues "pecado" todo lo que
impide el pleno desarrollo del hombre: el egoísmo, la opresión, el hambre,
la ignorancia, la privación de la libertad; en una palabra: la represión
de la vida (232). El "pecado" se concreta en la adhesión a los falsos
valores que privan al hombre de vida y que han estado encarnados
históricamente en los sistemas sociales o religiosos. El pecado del
"opresor" es el imponer esos valores "la tiniebla",(233); el del oprimido,
en aceptarlos, renunciando a la plenitud de la vida: La sociedad injusta
exige "el sometimiento" y los hombres abdican de su libertad; se proponen
como valores supremos el dinero y el poder, y los hombres hacen suyos esos
valores; se inculca una ideología que justifica la opresión que ejerce, y
el oprimido la acepta, impidiendo su posibilidad de desarrollo. Jesús
libera a la humanidad de este pecado y nos comunica una experiencia de
vida y libertad, "el Espíritu", (234) que, al revelar al hombre el valor
"supremo" de la vida misma, lo desengaña de todas las ideologías que lo
coartan y lo estimula a alcanzar su propia plenitud, desarrollando al
máximo su capacidad de amar.
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LA VOLUNTAD ES LA CAUSA DEL
PECADO.
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Santo Tomás nos recuerda que
toda criatura racional, considerada en su naturaleza, puede pecar. La
naturaleza del hombre está "caída", alejada del Bien, e incita
constantemente al hombre a pensar solo en sí mismo. Nuestro libre
albedrío, nuestra razón, nos acercará o alejará del bien. La elección del
bien es un asunto propio de la libertad, de la elección racional. Así, por
ejemplo, si la ira "es ciega", el alma se desfigura y la razón se
tambalea. El alma apasionada puede, moral y físicamente, acostumbrarse a
su egoísmo ciego y excluir totalmente la intervención del libre albedrío,
es entonces cuando el pecado se convierte en "vicio", en hábito, en
"segunda naturaleza"(235): "uno es esclavo de lo que le domina". El hombre
es un esclavo de todo aquello por lo que se ha dejado vencer. La
esclavitud señala, precisamente, la pérdida de un estado de libertad, del
libre albedrío en la elección de nuestros actos. La voluntad es la causa
inmediata y universal del pecado, es un apetito racional, es un dinamismo
hacia la perfección y su finalidad no es conocer el mundo tal como es,
sino vivirlo tal como ella desea. Cuando la voluntad elige el camino de la
unidad, de "sí mismo" y del "mundo", obliga al ser humano a superarse por
encima de la masa, entonces se manifiesta como una virtud. El hombre está
obligado a conocer el orden y la arquitectura del universo, que es objeto
de la razón. A pesar de la caída, que no destruye la razón, el hombre
reconoce el orden divino, llamado "orden natural". El término de pecado
"contra natura" se aplica a todo pecado capital, pues concierne a la
voluntad "irracional", maliciosa, que omite ver el orden divino en la
naturaleza de los objetos, del prójimo, de sí mismo y de Dios. La voluntad
es razón de querer, intención y elección libremente consentidas, si no hay
estas condiciones no hay pecado. Si la razón está presente, incluso en una
simple intención, el acto es voluntario. En la voluntad, el hombre, ante
todo, "quiere", después "decide" y luego "se decide".
NOTAS (229) La 1ªparte: Mt 6,9-10 y la 2ª parte: Mt 6,11-13. (230) Mt 6,1. El cielo designa la esfera de lo divino, de lo trascendente e invisible. (231) Mt 5,48. (232) Ex 4,22; Dt 14,1; Os 11,1; Jr 3,19. (233) Se ha escogido esta traducción en vez de "santificado sea tu nombre", porque es difícil entender como se puede santificar más el nombre de Dios, por sí mismo perfecto. (234) Mt 5,7-9.16: Los hombres deben "glorificar", "proclamar", "reconocer" las excelencias de Dios como "Padre", pero a través del comportamiento y de las obras de sus discípulos. (235) Mt 5,3.10. |
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