«Espíritus
inmundos y demonios»
Los
evangelistas hablan unas veces de «espíritus inmundos» y otras de «demonios»,
y puede preguntarse si con esta diferencia de terminología quieren
marcar una diferencia entre dos conceptos. Hay casos, como el del
geraseno, donde el mismo individuo es llamado «poseído por un espíritu
inmundo» y «endemoniado» (Mc 5,2.15ss). Otras veces, en cambio, se
habla solamente de uno u otro fenómeno (Mc 1,23: «poseído por un espíritu
inmundo»; 1,32.34: «endemoniados», «demonios»).
Parece
que «estar endemoniados añade a «estar poseído por un espíritu
inmundo» un rasgo de exaltación o violencia externa que hace al
individuo conocido como fanático y extremista. Es decir, todo «endemoniado»
lleva dentro un «espíritu inmundo», pero no puede decirse que todo el
que tiene ese espíritu esté «endemoniado», pues externamente puede
comportarse como un individuo normal y solamente en situaciones
particulares mostrar lo que lleva dentro. Tal es el caso del poseído de
la sinagoga, que se encuentra en la reunión como uno más, hasta que
nota el efecto sobre el público de la enseñanza de Jesús; entonces
salta e interrumpe violentamente (a gritos) la enseñanza (Mc 1,23).
El
geraseno, en cambio, que está poseído, da continuas muestras del espíritu
que lo agitase rebela, rompe las cadenas, se escapa, vive en los
sepulcros, grita y se destroza en los montes. Su posesión es
manifiesta, «está endemoniado».
Hay,
por tanto, que interpretar los pasajes según que aparezca una u otra
expresión. Los «endemoniados» que son llevados a Jesús (Mc 1,32) no
son solamente gente que en su interior es adicta incondicional de una
ideología destructora, sino evidentemente individuos conocidos por su
actitud y conducta violentas.
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