LA MOTA EN EL OJO AJENO
Como vimos en la última parte del capítulo seis (versículos
19-34), al hablar de la primera bienaventuranza, pasamos a lo que nos
queda del Sermón de la Montaña. Son avisos a la comunidad cristiana.
El Sermón está dirigido, en primer lugar, a los discípulos, a los
que han hecho la opción por Jesús.
MATEO 7, 1: NO
JUZGUÉIS Y NO SERÉIS JUZGADOS, PORQUE OS VAN A JUZGAR COMO JUZGUÉIS
VOSOTROS Y, LA MEDIDA QUE USÉIS, LA USARAN CON VOSOTROS
Tenemos siempre la cuestión del amor. "Juzgar" se
refiere a un juicio condenatorio; condenar a otra persona, de tal
forma que puedas llegar irrumpir la comunicación con ella. Aquí dice
que Dios se porta con nosotros como nosotros nos portamos con los demás.
"No juzguéis y no os juzgarán": si vosotros aceptáis a la
gente, Dios os acepta a vosotros. "Y la medida que uséis la usarán
con vosotros": la misma. ¿Qué quiere decir eso?: que nosotros
podemos recibir el amor del Padre en la medida que nosotros demos amor
a los demás; si nosotros nos cerramos al amor, no podemos recibir el
amor del Padre; y cerrarnos al amor es condenar a una persona,
juzgarla de esa manera severa, como hacían los fariseos, que decían
"este es impuro, un descreído, uno que no cumple la Ley, que no
tiene religión y con él no se puede tener contacto". Pues esto
se dice a la comunidad cristiana. Puede haber actitudes dentro de ella
que sean parecidas a las de los fariseos. Y sabemos la tendencia que
tenemos a juzgar y condenar a los demás: es cosa, desgraciadamente,
muy espontánea eso de criticar por dentro. Se manifestará o no
luego, pero creo que todos podemos confesarnos del juicio espontáneo
negativo. Si eso se lleva a la práctica, interrumpe la relación con
el otro y, entonces, "mala cosa"; el Señor comenzará también
a distinguir en ti y no te aceptará como eres, ya que tienes también
muchos lados negativos. Y no es que Dios se proponga hacer eso, sino
el que se cierra al amor con los demás, no puede, no tiene capacidad
para recibir amor. La "cantidad" de amor que podemos recibir
está en función de la que dennos. "La medida que uséis la usarán
con vosotros". Por eso, aunque sea una tendencia muy común, que
llevamos dentro como un lastre, hay que irla desechando: no juzguemos
negativamente.
¿POR QUE TE FIJAS EN LA MOTA
QUE TIENE TU HERMANO EN EL OJO Y NO REPARAS EN LA VIGA QUE TIENES EN
EL TUYO. O ¿COMO VAS A DECIRLE A TU HERMANO "DEJA QUE TE SAQUE
LA MOTA DEL OJO" CON ESA VIGA EN EL TUYO. HIPÓCRITA, SÁCATE
PRIMERO LA VIGA DE TU OJOS ENTONCES VERAS CLARO Y PODRÁS SACAR LA
MOTA DEL OJO DE TU HERMANO.
La "viga" es la falta de amor. Ese es el gran defecto;
cuando uno tiene esa perspectiva maldita para ver lo que son los demás,
esa intuición malvada, esa mala actitud, que supone una total falta
de amor. Porque la lucidez, esa no va más que al acto mismo o a lo
que a mí me choca en el acto de otra persona, sin considerar las
circunstancias, el temperamento, la ocasión, tantas cosas que hacen
cambiar la naturaleza, incluso, del acto mismo. Esta falta de amor es
la viga en tu ojo y por ella
tu no puedes ver las cosas como son, ya que el verdadero conocimiento
se tiene a través del amor, no solo a través de la cabeza. El que no
ama, no conoce; no conocemos a una persona si no la amamos. Cuando la
queremos, entonces empezamos a conocerla de verdad. Hay que guardarse
de esto: la viga en el ojo es la falta de amor. Y tú, que no tienes amor y no ves las
cosas como son, ¿cómo te atreves a reprochar un defecto a otra
persona?; si el defecto grande lo tienes tú, el defecto mortal de no
tener amor. Y pone la palabra "hipócrita" en paralelo con
los fariseos: de modo que hay peligro también de fariseísmo en la
comunidad cristiana, de los que se creen buenos y van a corregir a los
malos. Y no se puede corregir a uno poniéndose en el papel de bueno,
eso es muestra de superioridad y falta de amor, porque sólo a través
del amor podemos hacer juicios.
El segundo peligro de la comunidad cristiana es el juicio
implacable estilo fariseo. Y ¿cómo podemos nosotros sabernos buenos
mientras los demás son malos?: no hay más que un criterio, el de la
Ley; cuando hay una norma clara, se juzga todo con la regla en la mano
-sea la de Moisés, sean las de ahora-, basta con un texto que sea
norma de moralidad, bondad y maldad: todo está clarísimo. Y, si es
un texto al que le damos valor divino, como los fariseos que -la Ley
de Moisés- tenían claro quién era bueno y malo, pues la ley estaba
dada por Dios y quiere que la cumplamos: como yo la cumplo, soy bueno,
y el que no, es malo. Ya está dividida la humanidad en dos partes: en
cuanto hay ley, se acabó la solidaridad humana. Por eso, Jesús lo
primero que dice es "fuera
la ley y las normas de moralidad, bondad y maldad; hay bondad y
maldad, pero están dentro y se ven por las obras, no por atenerse a
normas: el que muestra amor y obras de amor, no hay más". Por
eso, aquí, al decir "hipócritas" -aludiendo a los fariseos-
quiere expresar que también dentro de la comunidad puede haber esas
fidelidades a códigos, a leyes, a reglamentos con los que uno se
siente tan seguro, puesto que es observante. Y de la observancia, en sí
misma, no dice nada Jesús; lo que hay que hacer es practicar el amor.
Y la práctica del amor muchas veces tiene que saltarse la ley, porque
las leyes pueden ser, y son a menudo, un impedimento para la verdadera
práctica del amor.
NO DEIS LO SAGRADO A LOS PERROS
NI LES ECHÉIS PERLAS A LOS CERDOS NO SEA QUE LAS PISOTEEN Y, ADEMASE
SE VUELVAN Y OS DESTROCEN
Los perros y los cerdos eran animales impuros. Este perro no
tiene nada que ver con el perro nuestro doméstico; era un animal
vagabundo que comía carroña; y el cerdo ya sabemos que, en la
cultura judía, era el animal impuro por antonomasia. Y dice: "no
deis lo sagrado a los perros": esto es un aviso de cautela. El
cristiano vive el mensaje de Jesús, experimenta el amor del Padre y
quiere eso para la humanidad entera. Naturalmente, él no excluye de
su amor a nadie, pero tiene que ser prudente; debe saber que no todo
se puede decir a todo el mundo. "Lo sagrado" es lo de Dios.
"Vuestras perlas" es lo mismo, pero desde el punto de vista
nuestro. Lo sagrado es lo que pertenece a Dios y nuestras perlas son
nuestro tesoro. Perlas indica el gran valor: la experiencia de Dios,
del Espíritu, el nuevo amor, la nueva entrega son "nuestras
perlas", y eso no se puede echar a los animales impuros. En Mateo
está el corazón limpio o puro, y el impuro. El corazón limpio, el
de las Bienaventuranzas, es el que no tiene segunda intención contra
nadie y actúa completamente abierto; nunca habrá que temerle
zancadilla ni faena; es la persona perfectamente coherente con su
interior, la transparencia que, como no tiene mala intención, no
busca su propio interés. En cambio, los que tienen el corazón impuro
actúan con mala intención, los que causan males a los demás por
buscar su propio interés, provocan injusticias, hacen daño. Porque
ya la pureza no está en observar la Ley, en no tocar lo prohibido:
está dentro del corazón. Estar limpio o sucio (tener acceso a Dios o
no tenerlo) es algo que está dentro del corazón. Si el hombre está
abierto a su prójimo, no busca intereses bastardos, está en sintonía
con Dios: y el que los busca no está.
Esas personas, que están positivamente en actitud contraria al
mensaje de Jesús, que no pueden tolerar el mensaje ‑porque toca
intereses suyos‑ los que no pueden aguantar una propuesta como
la del Evangelio, a ésos no hay por qué proponérselo. No hay que
decir: "yo digo a todo el mundo lo que pienso"; pues no señor,
no hay por qué. La comunidad cristiana está dispuesta a aceptar la
persecución por su modo de vida, que provocará una molestia mayor o
menor dentro de la sociedad (cosa que puede llegar a la persecución
violenta o, al menos, a ser una cuña), pero lo que no tiene que hacer
es provocar eso por imprudencia, ni intentar convencer a gente que se
sabe que está en actitud completamente contraria y de modo
consciente. Hay otro dicho en el evangelio de Mateo que dice:
"Sed cautos como serpientes e ingenuos como palomas". Se decía
que la serpiente, cuando la apaleaban, escondía la cabeza (la parte más
vital) y por eso tenía fama de prudente. Es decir, no hay que
provocar situaciones extremas. "No deis lo sagrado a los perros,
ni echéis vuestras perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y,
además, se vuelvan y os destrocen". Primero, que no va a
apreciar nada: lo que para vosotros es un valor supremo, para ellos es
despreciable. No se puede proponer el mensaje para que se rían, tiene
que ser a gente que tenga cierta disposición a recibirlo, pero no a
los que van a despreciarlo. Es demasiado sagrado y valioso para eso.
Además, es que, como eso "toca a lo vivo", puede ser que se
vuelvan contra vosotros y os destrocen. No hay por qué provocar la
persecución.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.