Mc
3,4b:
Ellos guardaron silencio.
Los fariseos saben que la pregunta de Jesús no es teórica; es
una denuncia abierta del modo como ellos manipulan la Ley, con la
esperanza de que comprendan.
Pero no pueden dar respuesta. Si admitiesen que el sábado permite
hacer el bien, es decir, que está subordinado al hombre, perderían
el dominio sobre el pueblo; si admitiesen que permite hacer el mal,
denunciarían su propio proceder, y el efecto sería el mismo. No
pueden aceptar el razonamiento evidente que les propone Jesús, y se
cierran: callando, mantienen su postura y defienden su posición. Jesús
es un enemigo mortal con el que no se dialoga ni se discute.
No aceptan al verdadero Dios, el que ama al hombre. El suyo es un Dios
contradictorio, bueno de palabra, malo de hecho, un déspota que
afirma su soberanía, sin importarle el bien del hombre (13).
No quieren entender ni están dispuestos a rectificar. La pregunta, que
ha puesto al descubierto su actitud, no lleva a estos observantes, que
se precian de fidelidad a Dios, a revisar su propia conducta. Para
ellos, la fidelidad a Dios no tiene nada que ver con el interés por
el hombre. Este puede quedar inutilizado e incluso morir; lo único
importante es que se salvaguarde la obediencia a lo que ellos proponen
como Ley de Dios, que no es más que su propia ideología absolutizada.
Los fariseos son discípulos de los letrados (2,16.18). Han hecho suya
la doctrina de sus maestros, que separa la fidelidad a Dios de la
fidelidad al hombre (c£ 7,9-13; 12,29-31), y no admiten que sea
puesta en cuestión. Son incapaces de entender. No los convence ni
siquiera el testimonio de la Escritura, expuesto por Jesús (2,25-26).
La tradición que aprenden de sus maestros está por encima de la
Escritura misma (14).
El intento de Jesús ha fracasado. Ha hecho el último esfuerzo para
sacarlos de su ceguera, pero no lo ha conseguido. Ante el rechazo,
queda impotente.
13 Esta actitud farisea es la que será calificada por
Jesús (8,38) de «adúltera» (= idólatra), es decir, infiel al
verdadero Dios, y «pecadora» (= descreída), por no hacer caso de su
voluntad.
14 Tal será la acusación de Jesús a
los fariseos y letrados en 7,6-13.
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