Vamos a construir una sociedad nueva
Esto es lo que dice la primera
bienaventuranza. Pero, si no está claro, Jesús lo explica en el mismo
Sermón de la Montaña. En el capítulo 6, después del Padre nuestro,
hay cuatro perícopas donde explica esta primera bienaventuranza. En las
tres primeras perícopas explica el primer miembro -qué significa ser
pobre por opción-, y en la cuarta explica el segundo miembro -dichosos,
porque ellos tienen a Dios por rey-. De manera que él mismo nos ha
dejado la explicación. No hay que romperse la cabeza. Y esta explicación
que hemos visto es la que se ha dado en la Iglesia, por lo menos, hasta
el siglo XV; por tanto, no es ninguna cosa nueva. Es después cuando han
empezado a liarlo. Además, este significado de "espíritu"
que hemos visto, que es la interioridad del hombre en cuanto es activa,
es un significado hebreo, pero no era el significado de los griegos y,
sin embargo, éstos cuando lo leen, aunque no entienden bien lo que dice
Mateo, comprenden que aquí se trata de una pobreza real. Por eso,
Clemente de Alejandría, que es un autor griego de hacia el año
doscientos, fundador de la escuela de Alejandría, explica las
Bienaventuranzas; pero, claro, "espíritu ", para un griego,
ya no es la interioridad del hombre en cuanto es activo sino que es una
parte del hombre, lo que decimos "alma", porque tienen una
antropología distinta; y, entonces, él dice: "Bueno, sí, pobres
de espíritu, pero también de dinero, también pobres de verdad".
De manera que, a pesar de no entender la antropología de Mateo, él
comprende el sentido de Mateo. Es decir, que estaba claro. Y vemos cómo
todos los fundadores de órdenes religiosas siempre han entendido que lo
primero es la pobreza. Que lo hayan practicado luego según el Evangelio
es otra cuestión, pero desde luego han entendido que el punto
fundamental es la pobreza. Y el campeón de la pobreza es San Francisco
de Asís.
Aquí hay que hacer una aclaración: esto no es para
"salvar el alma". Jesús no viene a salvar las almas.
Recordemos el episodio del hombre rico, que se acerca a Jesús
angustiado y le dice: "¿Que tengo yo que hacer para alcanzar la
vida eterna?", o sea para salvar el alma, como se ha dicho después,
para encontrar el cielo después de la muerte. Y Jesús le dice:
"Eso ya te lo han dicho. Moisés
te lo dijo. Dios te lo enseñó por medio de Moisés: ser honrado".
Y al enumerarle los mandamientos, Jesús se salta los tres primeros,
que se refieren a Dios. El coge solo desde el cuarto en adelante,
empezando por el quinto -no matarás, no cometerás adulterio, no robarás,
etc-, y luego pone el cuarto: sustentarás a tu padre y a tu madre.
Porque es más importante la humanidad que la familia, y porque, además,
con pretexto de la familia, uno esquiva los deberes que tiene hacia la
humanidad. Por eso el cuarto, que es el de la familia, lo pone al final.
Primero, lo que se refiere a todos los hombres, como principio general;
por eso dice en Mateo: "Ama a
tu prójimo como a ti mismo". O sea, pórtate honradamente. El
que se porta honradamente, en cualquier religión, o sin religión, ese
tiene la vida futura. Por eso Jesús le dice: "¿Para qué me
preguntas a mí eso, si ya lo sabes?". Jesús no viene a eso.
Eso está dado desde siempre. Ser honrado, portarse bien con los demás,
es el mínimo; y ese mínimo basta. De manera que aquí, en la primera
bienaventuranza, no se trata de que, si no se cumple eso, vaya uno a
condenarse. Nada de eso. Es que Jesús viene a otra cosa: a hacer que el
hombre sea feliz desde aquí. Que experimente ya en la tierra lo que es
el amor de Dios, que pueda desarrollarse plenamente según el proyecto
creador, el plan de Dios. Y en una sociedad donde el hombre no es libre,
donde el hombre está oprimido, donde está ahogado, como ésta, no
puede desarrollarse, está mutilando su propia vida. Y esto va contra lo
que Dios quiere. Por lo tanto, lo que Jesús viene a fundar es una
sociedad nueva. El Reinado de Dios, en el lenguaje de ahora, es una
sociedad alternativa, y el Evangelio es una contra-cultura, en el
sentido en que niega los valores en que se funda esta cultura y propone
otros. Y cultura en el más profundo sentido de la palabra, no en el
sentido de música y poesía. Una cultura se basa sobre un sistema de
valores, y sobre eso construye un modelo de sociedad. Y entonces, lo de
Jesús es una contra-cultura, para usar los términos a los que estamos
acostumbrados. El propone otro sistema de valores, los únicos
verdaderos, y que son: el compartir
(que las cosas sean comunes, que no haya necesidad entre nosotros
porque todos nos ayudemos), la igualdad
entre todos y el servicio en
el lugar del poder. Estos son los valores que fundan la nueva sociedad.
Sobre eso podemos organizar la nueva sociedad. Para eso ha venido Jesús.
Por ello, esta opción es necesaria para empezar la nueva sociedad. Sin
ella, no. Podemos ser muy buenos, podemos -por supuesto- salvarnos,
podemos hacer mucho bien en este mundo personalmente, pero no
cambiaremos la sociedad. Como tantos santos que ha habido, que eran
personas muy respetables y muchos de ellos muy buenos y han hecho mucho
bien, pero no han cambiado la sociedad, que es lo que Jesús pretendía.
Por eso, santos, en ese sentido, hay también en otras religiones, y no
han cambiado tampoco la sociedad.
Jesús lo que pretende es crear una nueva sociedad, que él no
propone como utopía para el futuro -como Marx o Bakunin-, sino como una
utopía para el presente. Hay que empezar hoy, haciendo eso hoy. ¿Que
somos cuatro gatos?: pues cuatro gatos. Pero seremos más porque es
libre la entrada. Esto es una opción libre. Aquí no se obliga a nadie,
ni se le mete a nadie un libro rojo por las narices para lavarle el
cerebro. Y no es de puro futuro, sino de presente y futuro, porque desde
estos pequeños grupos donde se vea otro modo de vivir, donde la persona
pueda ser libre, y estar alegre, y ser hermano de todos, y tener plena
confianza de que nadie la va a poner una zancadilla y de que, cuando le
haga falta, todos van a echarle una mano, cuando se vea esa nueva
posibilidad, habrá otra mucha gente que se "apunte". Por eso
es una utopía realizada. En pequeño, pero realizada. Jesús quiere que
empecemos hoy. Y, además, es una utopía por realizar el que eso se
extienda a toda la humanidad. De manera que, cuando se habla de la
primera bienaventuranza como opción necesaria para el Reinado de Dios
se trata de una sociedad nueva, que esto no es para salvarme yo. Por
eso, al rico aquel que, cuando Jesús le recordó los mandamientos, le
dijo: "Ya los he cumplido todos", Jesús le dice: "Pues
entonces, te falta una cosa. Si quieres lo del Reinado de Dios, es otra
cosa. Ahí hay que dar un paso más. Tú no puedes ser rico". Son
dos cosas distintas; una cosa es ser bueno, que se puede ser muy bueno y
salvarse, y otra es decir: "Aquí vamos a construir una sociedad
nueva".
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