Frente
al catolicismo conservador, se erige un catolicismo crítico con
respecto a diferentes problemas sociales y doctrinales, caracterizado en
general por la falta de estructuración.
Este
catolicismo crítico no puede denominarse liberal puesto que existen
sensibilidades muy encontradas en su seno. En este grupo se encuentran
los que se centran en la crítica a la moral sexual de la iglesia, como
por ejemplo la que formula Uta Ranke-Heinemann. Además, están los que
intentan superar el marco diferenciador de lo católico con la finalidad
de consolidar un ecumenismo interreligioso, como hace por ejemplo Hans
Küng. Por un lado, algunos católicos buscan la consolidación de un
modelo de catolicismo acorde con el marxismo o con los movimientos
alternativos, como es el caso de algunos teólogos de la liberación,
siendo muy significativa la trayectoria de Leonardo Boff. Otros, como
Anthony de Mello o Raimon Panikkar, buscan modelos diferentes que
extraen de diversas culturas y religiones.
Un
grupo importante de críticos surge del mismo seno del sacerdocio. Se
trata de los eclesiásticos que han optado por el matrimonio y han sido
apartados de su labor pastoral por la jerarquía, o han renunciado a
ella.
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