En el año 391 se dictó la prohibición de realizar cultos paganos. Este es el texto de la orden imperial.
«Nadie
debe mancharse con la sangre de las víctimas, sacrificar a un animal
inocente, entrar en los santuarios, frecuentar los templos o adorar
estatuas bajo pena de sanciones divinas y humanas.»
Tras
esta legislación, los templos y las estatuas de los dioses romanos
fueron abandonándose. Incluso, magníficas obras de arte fueron
destruidas o reutilizadas en la construcción como material sin valor
artístico.
A lo
largo de toda la historia ha sido frecuente la destrucción de obras de
arte para ser utilizadas como materia prima, o bien únicamente para
demostrar de forma simbólica la imposición de las nuevas ideas o
creencias. En la actualidad, se considera clave la protección del
patrimonio y se encargan de ello importantes organizaciones
internacionales como la UNESCO.
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