El
cristianismo generó desde el segundo siglo de su existencia un
sincretismo de tendencias esotéricas, con influencias gnósticas y
neoplatónicas de las que conocemos poco, debido a que el cristianismo
oficial las consideró desviaciones peligrosas.
Fue
en la época renacentista cuando la mezcla del esoterismo de tradición
clásica, como la astrología y la magia, con la cábala judía, caló en
grupos cristianos. En los siglos siguientes desarrollaron esta síntesis
los rosacruces, y a partir del siglo XVIII, la masonería.
Cuando
las potencias coloniales cristianas penetraron en América, Asia o
África aportaron su religión, que ocasionalmente se mezcló con ritos
autóctonos. Además de estos, algunos sincretismos, sobre todo los más
recientes, pueden ser incluidos entre las nuevas religiones.
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