domingo, 15 de septiembre de 2013

Astrología.


La astrología ( = interpretación de los astros) supone que existen ciertas relaciones'' a modo de leyes entre la posición de los astros a la hora del nacimiento de una persona y su carácter y destino, en contraposición a la astronomía ( = ciencia de los astros), que investiga las leyes naturales por las que se rigen los cuerpos celestes.
1. Algunas ciencias especializadas formulan (según Reiners), entre otras, las siguientes objeciones: a) tras una historia de más de 2000 años, todavía no se ha publicado un material con fuerza demostrativa que constara de algunos miles de horóscopos comprobables y fidedignos. b) Las reglas para relacionar las constelaciones estelares con el destino se basan, en parte en un fetichismo del nombre (Marte = guerra o muerte; Venus = amor, etc.), y en parte en ideas astrofísicas manifiestamente falsas. c) El influjo de las fuerzas estelares tan sólo en el momento de romperse el cordón umbilical es una arbitrariedad condicionada por el fin pretendido. d) La división de la esfera celeste en «familias», es decir, en determinados campos que han de influir en situaciones decisivas de la vida humana (matrimonio, amigos, profesión, etc.), carece de toda fundamentación. e) Los «aciertos» aducidos se deben a un cálculo de probabilidad meramente casual. f) Los métodos de trabajo de los astrólogos discrepan tanto entre sí, que de un mismo horóscopo diversos intérpretes han obtenido diferentes resultados. Los más contradictorios son los horóscopos de los periódicos, que la mayoría de los astrólogos profesionales consideran absurdos.
La astrología como oficio es sancionable, p. ej., en Francia, Bélgica, Dinamarca, Suecia, Rusia, Italia, Suiza.
En contraposición a las reglas arbitrarias de la astrología, cabe verificar un influjo de los cuerpos celestes, especialmente del sol y de la luna, en fenómenos terrestres y, por consiguiente, en forma mediata también en la vida humana.
Investigaciones de M. Gauquelin (1955) refutan la suposición de una realidad objetiva de la astrología, si bien, teniendo en cuenta el estudio de 24 000 nacimientos de importantes personas pertenecientes a diferentes grupos profesionales, parece que no se puede negar un cierto influjo de Marte, Júpiter y Saturno en el comienzo de los dolores de parto. Pero las estadísticas suministran cifras que rebasan notablemente lo que se podría esperar por el cálculo de probabilidades. Hasta ahora no tenemos una ftmdamentación causal de esas interdependencias.
2. El aspecto psicológico de la astrología no descubre nada sobre los astros, pero sí revela algo acerca del hombre. Según Th. W. Adorno «la astrología refleja exactamente la opacidad del mundo empírico». En el cielo vuelven a aparecer casi todas las amenazas contra la vida y los rasgos del carácter que son importantes para el destino; allí están reflejadas las «doce» casas; los planetas llevan los nombres de los antiguos dioses, constituyendo una proyección de las esperanzas terrenas en el ámbito religioso (Mercurio, para la profesión = dinero; Júpiter, para el poder = influencia); y también hay allí signos del reino animal, recordando los acontecimientos de la vida del campo o como símbolos de propiedades humanas.
La a. debe su autoridad en forma decisiva a su carácter irracional. Mandatos y orientaciones procedentes de esa profundidad aparentemente transcendente del universo e interpretaciones de la vida desde esa pseudotranscendencia, racionalmente impenetrable, infunden un temor que se convierte en pseudorreverencia. C.G. Jung defiende una opinión compartida por muy pocos. «Resultados más que casuales los interpreta él como un fenómeno sincrónico, como una compaginación llena de sentido dependiente de las esperanzas del experimentador, fundadas a su vez en los arquetipos... En situaciones que vivifican un arquetipo, de las cuales forma parte la a., los números se coordinan bajo la acción de un factor compaginador de la esperanza emocional. Esos fenómenos sincrónicos, «lo que casualmente acontece con sentido», tienen como trasfondo en la naturaleza una dimensión de acausalidad, de libertad y de significación, la cual se comporta como un complemento de la vinculación, de lo mecánico y de lo absurdo» (Zeitschrift lür Parapsychologie i, 2/3, p. 91s). Jung considera también los dichos sobre los signos estelares como mitos, o sea, como imágenes psicológicas proyectadas en el cielo. Y en cierto modo éstas han sido halladas allí a manera de una proyección. Según Jung la a. pertenece preferentemente a los fenómenos parapsicológicos (-> parapsicología).
3. Filosóficamente es significativa la opinión de algunos astrólogos: Los astros no fuerzan, pero infunden cierta propensión. Por consiguiente, si existiera el influjo astral, sería comparable a otras influencias que el medio ambiente ejerce sobre la conducta humana (p. ej., el estado de la atmósfera). Eso no suprimiría la decisión propia de la voluntad.
4. Teológicamente el problema grave de la a. está en que ésta constituye un «substitutivo» de la religión. Con lo cual se convierte en -> superstición y desvía el camino personal, que de suyo debería conducir a la fe confiada en Dios. En lugar de renovar constantemente la decisión personal por el propio destino como basado en la voluntad de Dios, el hombre huye hacia ámbitos anónimos.
El influjo del «sacerdote» de ese substitutivo de religión no puede infravalorarse en el campo pastoral. Son especialmente peligrosas las predicciones de un destino adverso, por la necesidad psicológica de cumplirlo que ellas engendran.
Johannes Fasbender

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