lunes, 16 de septiembre de 2013

Atomismo.


I. Sistema filosófico. II. Filósofos atomistas.
I. SISTEMA FILOSÓFICO. Del griego átomos, indivisible. Se conoce con este nombre la doctrina que reduce cualquier estructura de la realidad a mero agregado de un conjunto de elementos componentes que, en sí mismos, son indivisibles. Tomado en un sentido lato, el a., antes que una teoría específica y determinada. es un modo general de concebir lo real, una especial Weltanschauung, en la que se da primacía al elemento componente sobre el todo resultante de la composición. Las características fundamentales de este espíritu atomista son: I) Primacía óntica del elemento sobre el todo; constitutivamente, los seres reales son reducibles a uniones de elementos indivisibles, los átomos. 2) Primacía gnoseológica del elemento sobre el todo; el conocimiento de la esencia y las propiedades de los seres reales únicamente puede conseguirse a través del conocimiento de la esencia y las pro- piedades de los elementos que los integran, los átomos. 3) La agregación de diversos átomos no modifica esencialmente la naturaleza individual de los mismos. de forma que las propiedades del todo no se diferencian esencialmente de las propiedades de los elementos componentes. 4) Todo nacimiento, modificación o destrucción de un ser real se explica por la unión, alteraciones en dicha unión o disgregación de los átomos componentes. 5) Las agregaciones y disociaciones de los átomos se verifican en virtud de ciertas leyes reguladoras de sus movimientos, leyes que tienen una índole estrictamente mecánica; el a. es, fundamentalmente, un mecanicismo.
Según el tipo de estructura real que intente explicar el a. y, consecuentemente, según la naturaleza de los átomos que designe como últimos elementos componentes de esa realidad, surgen diversas formas de a.: 1) cosmológico o físico, defensor de que los seres reales están formados por partículas indivisibles de naturaleza material, por átomos materiales. Puede adoptar dos modalidades, según la extensión que dé a la noción de ser real: a) Físico absoluto, para el que ser real se entiende en su sentido más comprensivo, como la totalidad de los seres existentes, abarcándose bajo él no sólo el ser material o corpóreo, sino también el ser espiritual, el alma, e incluso, Dios. A este tipo de a. se le ha llamado también metafísico, por el carácter de totalidad que otorga a la explicación atomista. b) Físico relativo, según el cual la tesis atomista únicamente alcanza validez en el ámbito de los seres corpóreos, pero quedando excluida de su campo de aplicación la sustancia espiritual. La teoría atómica se extiende a la totalidad de los seres materiales del universo, pero no al alma o a Dios. Esta modalidad de a. se subdivide, a su vez, en otras dos; una llamada a. homogéneo, ya que en ella todos los átomos son cualitativamente idénticos, otra denominada a. heterogéneo, por introducir entre los diversos átomos una cierta distinción y diversidad cualitativas. 2) Psicológico, que considera toda la vida anímica descomponible en una serie de elementos últimos, los átomos psíquicos, de los que se derivarían los diversos fenómenos psíquicos, en virtud de ulteriores uniones siguiendo determinadas leyes asociativas. 3) Biológico, que intenta aplicar las tesis atomistas al fenómeno vital, manteniendo que el ser viviente se reduce a un agregado de átomos de vida, los bioátomos, sin que su integración en un organismo suponga una modificación sustancial en la naturaleza de los mismos. 4) Social o sociológico, para el que la sociedad no es sino un puro agregado de individuos, los átomos sociales. De acuerdo con el postulado atomista de que «Ios elementos tienen primacía sobre el todo», esta forma de a. defiende el primado del individuo sobre la sociedad, por lo que se le llama también individualismo social. Como consecuencia del a. social y necesariamente conexo con él surge el político, más conocido como liberalismo, para el que, dentro del binomio ciudadano - Estado, hay que conceder siempre prioridad al primero sobre el segundo. 5) Lógico, que aspira a reducir todas las estructuras lógicas a agregados de elementos primarios llamados átomos lógicos.
En realidad el a., entendido en el sentido amplio antes indicado de espíritu atomista, es aplicable a los más diversos campos del saber. Así puede hablarse de un a. didáctico, en el que se dan preferencia a los métodos analíticos de aprendizaje sobre los métodos de globalización. En general se denomina a. toda teoría que dé primacía al elemento componente sobre el todo y que intente explicar a éste basándose en aquél (frente a las doctrinas totalistas, mantenedoras del primado absoluto del todo sobre los elementos componentes).
I. Atomismo físico absoluto. Es la forma típica del a: y puede considerarse como la primera que, históricamente, surgió en el pensamiento filosófico occidental. Sus representantes más destacados son Leucipo, Demócrito, la escuela democrítea, Epicuro y la escuela epicúrea grecorromana. En este tipo de a. se dieron las características generales que sirvieron de esquema genuino para todos los demás. Sus notas primordiales son: 1) Ser un intento de explicación de toda la realidad, desde el ser inorgánico más elemental hasta la divinidad. 2) Admisión de una única clase de realidad, la materia. 3) Fijación de tres principios primordiales y originarios constitutivos de todo ser ulterior: el átomo, partícula elemental, material e indivisible; el movimiento, propiedad intrínseca -a la naturaleza del átomo, gracias a la cual serán posibles las colisiones entre átomos, de las que nacerán las agregaciones de los mismos que son los seres corpóreos del universo; el vacío, condición necesaria para que pueda tener lugar el movimiento de los átomos. 4) Todo el proceso de constitución de los seres corpóreos - agregación atómica (sincrisis)- y de su ulterior destrucción - disgregación atómica (diácrisis)- está regulado por leyes necesarias inherentes a la misma materia, sin finalidad alguna, puramente mecánicas (autómaton); se trata del más estricto mecanicismo. 5) Los átomos son específicamente homogéneos, y sus propiedades son rigurosamente cuantitativas: forma (squema), tamaño (mégetos), peso (baros), ordenación (taxis), posición (tropé).Por ello, en los cuerpos que constituyen no puede haber nada cualitativo, y las pretendidas cualidades - color, sabor, olor, etc.- no tienen valor objetivo, quedando reducidas a meras afecciones del sujeto cognoscente; de nuevo hace su aparición el más estricto mecanicismo. 6) Aplicación de estas tesis al alma ya la divinidad, que también son de naturaleza material. El alma está formada por átomos, más sutiles que los de los demás seres corpóreos del universo, pero materiales. Los dioses, igualmente, están constituidos por átomos. Todo el esquema del universo se reduce a un a. materialista y mecanicista. El átomo material, sus propiedades cuantitativas y el movimiento regulado por leyes mecánicas son panacea universal que permiten explicar sencilla y adecuadamente la totalidad de los fenómenos.
2. Atomismo físico relativo. Es un intento de conciliar el anterior a, con la dogmática religiosa. Se ha dado en aquellos pensadores que, adeptos de una religión positiva, han admitido el átomo como elemento constitutivo de la realidad material, dejando a salvo los seres espirituales. Los puntos diferenciales entre este a. y el absoluto son: 1) Admisión de dos sustancias, la material y la espiritual. 2) Restringir el a. a la primera de ellas. 3) En consecuencia, aceptación de la existencia de realidades espirituales, no constituidas por átomos, tales como el alma y Dios. 4) Teleologismo en la naturaleza corpórea. El movimiento de los átomos y sus sucesivas agregaciones y disgregaciones no se rigen al azar, sino en virtud de leyes fijadas de antemano por Dios; de ahí que pueda rastrearse un orden en la Naturaleza, que introduce una clara restricción al mecanicismo típico de toda teoría basada en los átomos. 5) El átomo pierde su carácter de necesidad y eternidad, ya que se admite su creación por la divinidad.
Dentro de estas tesis, comunes a todos los filósofos defensores de esta forma de a., se pueden señalar algunos caracteres diferenciales que lo escinden en dos ramas, el homogéneo y el heterogéneo. El primero establece la unidad específica en la naturaleza de los átomos, diferentes sólo en virtud de propiedades accidentales (tamaño, forma, peso, etc.); partidarios de este a. son los mutakallimum asaríes medievales, Gassendi y los gassendistas y, en general, la mayoría de los adeptos del a. físico relativo. El segundo admite entre los átomos, no sólo diferencias puramente accidentales, sino también de naturaleza. Entre los átomos hay diversidad en su propia naturaleza específica; se consideran seguidores de este a. - con el precedente de Anaxágoras , por otra parte muy discutible- a Maignan y a todos los pertenecientes al movimiento maignanista en los s. XVII y XVIII.
3. Atomismo psicológico. Afirma que toda la vida psíquica se reduce a puras asociaciones de unos hechos psíquicos primarios. Es una aplicación del atomismo físico a los fenómenos del alma, sustituyendo la noción de átomo material por la de hecho psíquico elemental - átomo psíquico- y la de agregación por la de asociación (por la importancia que adquiere este concepto en el a. psicológico también se le ha denominado asociacionismo psicológico). El fenómeno asociativo, en cuanto regulador parcial de ciertos hechos psíquicos, en especial las imágenes, fue conocido por Platón (Fedón, 76 a) y particularmente por Aristóteles (De memoria et reminiscentia, II, 451 b 18 ss.), que formuló las tres famosas leyes de semejanza, contraste y contigüidad. Pero ha sido la filosofía inglesa de la Edad Moderna la que ha elevado la asociación a ley fundamental de toda la vida psíquica. Hobbes, en el Leviathan, consagra todo el cap. III a la asociación de los hechos de conciencia; Locke da aún mayor relieve al fenómeno asociativo, intentando explicar mediante las asociaciones o conexiones naturales de fenómenos la vida psíquica normal y, en virtud de asociaciones debidas al azar o a la costumbre, los hechos de la vida psíquica anormal o aberraciones psicológicas: «Algunas de nuestras ideas tienen una natural asociación y correspondencia mutua, y es misión y tarea de nuestra razón descubrir esas ideas y mantenerlas juntas en esa unión y correspondencia que se funda en su peculiar esencia. Hay, además, otra asociación de ideas que se debe exclusivamente al azar o a la costumbre» ( An essay concerning human un- derstanding, II, Londres 1894, 35, 5); pero el gran sistematizador del a. asociacionista ha sido Hume, cuyas doctrinas continuaron y perfeccionaron una ininterrumpida corriente de pensadores entre los que destacan David Hartley ( 1705-57) - gran difusor del a. psicológico, defendiendo que la asociación es a la vida psíquica lo que la gravitación a la mecánica celeste, es decir, la fuerza o principio que permite dar una explicación simple y adecuada de todos los fenómenos-, Joseph Priestley (1733- 1804), James MilI (1773-1836), John Stuart MilI (1806- 73), Alexander Bain (1818-1903), Herbert Spencer (1820-1903), Hippolyte Adolphe Taine (1828-93), Théodule Armand Ribot (1839-1926), Hermann Ebbinghaus (1850-1909) - con estos dos últimos autores el a. psicológico llegó a su más precisa formulación ya su máximo apogeo- y James Mark Baldwin (1861-1934). En la actualidad, y tras la vigorosa crítica que de él ha hecho la Gestaltpsychologie, el a. psicológico está en franca decadencia.
Las tesis básicas de este a. asociacionista son: 1) afirmar la existencia de un hecho psíquico primario, el átomo psíquico. Éste es la sensación entendida en el amplio significado que da Hume a lo que él llama impression: «todas nuestras sensaciones, pasiones y emociones en su primera aparición en el alma» ( A treatise of human nature, I, Londres 1961, 1, 1); el a. psicológico va unido indisolublemente al empirismo y al sensismo. 2) De este hecho psíquico primario se derivan los demás, denominados por Hume ideas. Pero éstas no tienen el sentido que tradicionalmente se ha dado al término; la idea no es en el a. un elemento básico de la vida psíquica superior, esencialmente distinto de la sensación y de superior dignidad. En el a. la idea es un mero residuo de la sensación, de la impression, con una diferencia de grado y no cualitativa. La distinción entre idea y sensación se fundamenta en dos criterios: a) La idea no requiere para su existencia la presencia actual del objeto ideado; la sensación no puede darse sin esa presencia actual del objeto. b) La sensación es un hecho psíquico caracterizado por su fuerza y vivacidad, mientras que la idea es débil, desvaída, mera copia descolorida de la primera (o. c., I, 1, 2). Con facilidad puede verse que para el a. la idea no es sino una imagen, más o menos generalizada, del objeto. 3) Establecida la existencia de la impression, el átomo psíquico primario, y de la idea, el átomo psíquico secundario, ya puede entrar en vigor el juego de la asociación. Las ideas se asocian entre sí para dar lugar a la formación de ideas complejas. La vis asociativa es parecida a la fuerza de atracción newtoniana y «produce en el mundo de la mente efectos tan extraordinarios como en la Naturaleza» (o. c., I, 1, 4). 4) La asociación de ideas no es caprichosa o al azar, sino que se produce según ciertas leyes; Hume reduce la ley del contraste aristotélica a la de semejanza, y formula tres leyes asociativas: de semejanza (ressemblance), de contigüidad en el espacio o en el tiempo (contiguity in time or place) y de conexión causa - efecto (cause and effect). Mediante estas tres leyes reguladoras de la asociación y con las ideas como elementos que se asocian, se puede explicar toda la vida psíquica. El a. asociacionista, desemboca, como es lógico, en un mecanicismo psicológico.
Formulado por Hume, el a. deriva hacia una concepción cada vez más mecanicista de la psíquico, que quedará reducido a meros mecanismos fisiológicos. Tal es el caso de Hartley, para quien la vivacidad de las sensaciones se debe a que el contacto de los estímulos procedentes de los objetos externos sobre los sentidos provoca vibraciones nerviosas intensas, que se transmiten al cerebro; cuando estas vibraciones pierden intensidad, se transforman en vibracioncillas (vibratiuncles), que son las que dan origen a las ideas.
4. Atomismo biológico. Considera el organismo viviente como un agregado de elementos biológicos primarios, en el que el todo es mero resultado de la suma de las partes componentes, desconociendo el carácter de totalidad estructural del organismo. Es la postura de Pierre - Louis Moreau de Maupertuis (1698-1759) que, influido por Leibniz, redujo las mónadas a elementos físicos dotados de instinto e inteligencia, los cuales, impulsados por dicho instinto, constituyen agregados, dando lugar a los diversos seres naturales. En Maupertuis el a. biológico desemboca en un hilozoísmo. Una teoría análoga es la sostenida por Denis Diderot (1713-84).
5. Atomismo social. Sostiene que la sociedad se reduce a una agregación de individuos, los átomos sociales. En consecuencia, el hecho social se constituye por una acumulación de hechos psíquicos individuales. Lo social y la psíquico no se diferencian esencialmente, sino sólo de modo accidental. Lo primario es el individuo, la secundario y derivado la sociedad; de ahí que a este a. se le llame también individualismo social. Defensores de este a. han sido el conde de Saint - Simon (1760-1825) y Gabriel Tarde (1842-1904). Lo opuesto del a. social es el organicismo social, que considera la sociedad como un todo orgánico con primacía y esencia distinta de los individuos que la componen; tal es la doctrina de Paul von Lilienfeld (1829-1903), Albert Schtiffle (1831-1903) y René Worms (1869-1926). El individualismo social suele desembocar en el a. o liberalismo político. El organicismo en el totalitarismo.
6. Atomismo lógico. Es un intento de reducir todas las estructuras lógicas a conexiones entre entes lógicos primarios, los átomos lógicos. La denominación de a. lógico fue creada por Bertrand Russell en 1918: «El motivo por el que llamo a mi doctrina a. lógico es porque los átomos a los que quiero llegar como últimos residuos del análisis son átomos lógicos y no átomos físicos» (The Philosophy of Logical Atomism, «The Monist» 1918; este artículo está recogido en su libro Logic and Knowledge, Londres 1956). La idea fundamental del a. lógico es construir una filosofía válida universalmente; para ello no sigue el camino de la matemática (como había intentado Leibniz con su «arte combinatoria»), sino el de la lógica; la filosofía se identifica con la lógica, y ésta con el análisis del lenguaje. La misión de la filosofía es depurar el lenguaje, haciendo de él un vehículo adecuado de la ciencia. En este sentido dice Russell: «Creo que la lógica es lo fundamental en la filosofía, y que las escuelas deberían caracterizarse por su lógica antes que por su metafísica» ( Logical Atomism, en Contemporary British Philosophy, serie I, Londres 1935, 359). Influido por Russell, perfeccionó el a. lógico Ludwig Wittgenstein (1889-1951); en su primera época, cuyo pensamiento está recogido en su escrito Logisch-philosophische Abhandlung («Annalen der Philosophie» 1921, 185-262), defiende el a. lógico (en una segunda época, reflejada en su obra póstuma Philosophische Untersuchungen, Oxford 1953, se modificó en parte su pensamiento). Las tesis fundamenta- les del a. de Wittgenstein son: 1) La misión del filosofar es realizar un análisis lógico del lenguaje con objeto de depurarle en cuanto vehículo expresivo. 2) Un lenguaje depurado y perfecto debe estar plenamente adecuado en su estructura interna ya la estructura de lo real; las relaciones entre los nombres constitutivos de las proposiciones deben estar de acuerdo con las relaciones entre los objetos. 3) Las proposiciones lógicas se dividen en atómicas y moleculares. Las primeras, los átomos lógicos, son las que describen los hechos simples, los hechos ató- micos, los datos inmediatos. Las segundas son conexiones y relaciones entre las primeras, que describen hechos complejos. Una proposición molecular no es otra cosa que una pluralidad de proposiciones atómicas enlazadas por determinadas partículas lógicas, conjuntivas (y), disyuntivas (o), condicionales (si), etc. La verdad de una proposición molecular es función de la verdad de las pro- posiciones atómicas que la integran y de su recta conexión, de donde se deriva la fundamentalidad, que tiene el análisis adecuado de las proposiciones atómicas, de las que de- pende, en última instancia, el correcto análisis del lenguaje (a. lógico). 4) Una proposición tiene sentido (Sinn) cuando tiene significado empírico y es verificable empíricamente; la ciencia es un conjunto de proposiciones con significado empírico. 5) Toda proposición que no tiene sentido, que no tiene significado empírico, es sin sentido o contrasentido. Proposiciones sin sentido (sinnlos) son las de la lógica formal y las de la matemática, pues su validez no es función de una verificación empírica, sino que depende exclusivamente de la adecuada conexión entre determinados signos. Proposiciones contrasentido o absurdas (unsinnig) son las de la filosofía, tal como se ha entendido históricamente, en especial las de la metafísica.
Resumiendo, para el a. lógico la misión de la filosofía es circunscribirse a un análisis del lenguaje, con objeto de discernir entre las proposiciones con sentido de las que carecen de él. y este análisis se fundamenta en la existencia de las proposiciones atómicas, elementos básicos de cuya correcta construcción se derivará la validez de las proposiciones moleculares, que, conjuntamente con las primeras, han de constituir un lenguaje perfecto como vehículo adecuado del saber científico. De ahí que Wittgenstein concluya su Tractatus diciendo: «Sobre lo que no se puede hablar, es preciso callar», es decir, hay que usar de un lenguaje con significado o callarse, evitando el incurrir en las proposiciones unsinnig.
7. Atomismo científico. Admite el átomo como elemento constitutivo de la materia. Hipótesis científica formulada por Dalton en 1808 para explicar la ley química de las propiedades múltiples. Confirmada por los estudios de Avogadro en 1811, la teoría atómica se transformó en uno de los pilares de las ciencias físico - químicas, ideándose diversos modelos explicativos de la constitución interna del átomo (Thompson, Rutherford, Bohr, Schrodinger, Broglie, Dirac). No es preciso señalar la profunda diferencia que hay entre el átomo del a. físico - filosófico y el átomo del a. científico. Por otra parte, el alcance de ambas teorías es muy distinto. La primera aspira a tener una significación ontológica, como explicación última de lo real; la segunda se reduce a una hipótesis científica para dar cuenta de una serie de fenómenos naturales.

BIBL. : CENTRO DI STUDI FILOSOFICI DI GALLARATE, Enciclopedia filosófica, I, Venecia - Roma 1957, 447-455; L. MABILLEAU, Histoire de la philosophie atomistique, París 1895; K. LASSWITZ, Geschichte der Atomistik, 2 ed. Hamburgo - Leipzig 1926; A. G. VAN MELSEN, From Atomos to Atom. The history of the concept atom, Pittsburgh 1952; C. BAILEY, The greek atomists and Epicurus, Oxford 1928; R. GUENON, lntroducción general al estudio de las doctrinas hindúes, Buenos Aires 1945, 212-221; A. B. KEITH, lndian logic and atomism, Oxford 1921; Y. E. ALFIERI, Atomos idea, F1orencia 1953; R. MONDOLFO, El pensamiento antiguo, I, 4 ed. Buenos Aires 1959, 108-122; B. ROCHOT, Les travaux de Gassendi sur Epicure et sur l'atomisme, París 1944; R. CEÑAL, La filosofía de Emmanuel Maignan, «Rev. de Filosofía» 13, Madrid 1954, 15-68; L. FERRI, La psychologie de I' association depuis Hobbes iusqu'á nos jours, París 1883; E. CLAPAREDE, L 'association des idées, París 1902; A. LAMARQUE, Ribot, choix de textes et étude de l'oeuvre, Rasmussen 1928; E. G. BORING, A history o! experimental psychology, Nueva York 1950, 386-391; F. BARONE, Il neopositivismo lógico, Turín 1953; ÍD, Wittgenstein inédito, Turín 1953; I. R. WEINBERG, Examen del positivismo lógico, Madrid 1958; B. RUSSELL, Lógica y conocimiento, Madrid 1966, 245-397, 451-485.

J. BARRIO GUTIÉRREZ.


II. FILÓSOFOS ATOMISTAS. Conjunto de pensadores que defienden el a. filosófico, según el cual el constitutivo último de la realidad son unos corpúsculos indivisibles llamados átomos. En los defensores de esta doctrina, que ha sido una constante a lo largo del pensamiento filosófico, se pueden distinguir las siguientes etapas: atomistas hindúes, grecorromanos, medievales, renacentistas y atomistas de los s. XVII y XVIII. A partir del s. XIX el a. filosófico entra en plena decadencia, surgiendo en su lugar el a. científico, con caracteres y alcances muy distintos.
Atomistas hindúes. Principalmente son los defensores del Vaisesika, uno de los seis darsanas (sistemas) filosóficos ortodoxos de la India, cuya creación se atribuye a Kanada, autor del Vaisesikasutra. el escrito fundamental de la escuela; otros pensadores de la misma son Prasastapada, Ravana, Sridhara y San k ara Misra. Según los atomistas hindúes del Vaisesika hay nueve clases de sustancias, cinco de ellas perceptibles por los sentidos (agua, tierra, fuego, aire y éter) y otras cuatro no perceptibles por ellos (espacio, tiempo, alma y mente o espíritu); las cinco primeras son sustancias físicas, integradas por partículas elementales llamadas anu, que guardan indudable semejanza con los átomos de la filosofía occidental; de las combinaciones de estos anu se forman los cuerpos.
También se incluye en los atomistas Qindúes a los jainas, los seguidores del jainismo, uno de los darsanas heterodoxos. Se atribuye su fundación a Vardhamana (más conocido con el sobrenombre de Mahavira, el gran hombre), en el s. VI a. C. Según el jainismo, los seres se dividen en conscientes e inconscientes. Dentro de éstos hay que distinguir el espacio, el tiempo y la materia, la cual está integrada por unos elementos simples indivisibles.
Atomistas grecorromanos. Hay que señalar dos momentos. Uno formado por Leucipo, Demócrito y sus discípulos, y otro debido a Epicuro y sus continuadores. Respecto de Leucipo poco sabemos, habiéndose llegado a dudar de su existencia (W. Nestle); parece que n. en Mileto o Abdera, viviendo en la primera mitad del s. va. C. Se le atribuye el Megas diacosmos (Gran ordenación del mundo) en la que habría un precedente del a. de Demócrito. En cuanto a los discípulos de Demócrito, los más destacados fueron Metrodoro de Quíos, Diógenes de Esmirna, Anaxarco de Abdera, Bión de Abdera y Nausifanes de Teos, todos ellos del s. IV a. C. El último, Nausifanes, maestro de Epicuro, es el puente de enlace entre el grupo de los atomistas democríteos y el de los epicúreos .
Atomistas medievales. Se caracterizan por un sentido religioso que les hace apartar su a. del materialismo propio del grecorromano. Hay que distinguir entre atomistas musulmanes y cristianos. En los primeros están los mutakallimum asaries, durante el s. X, que afirmaban que el mundo corpóreo está formado por átomos creados por Dios y que se unen para componer los seres según leyes fijadas por Dios. Entre los segundos, poco numerosos por influencia del agustinismo y del aristotelismo, destacan Guillermo de Conches (1080-1145), para quien los átomos son creados por Dios de la nada y de cuya unión nacen los cuatro elementos, que a su vez, al combinarse, dan lugar a los seres corpóreos; Hugo de San Víctor (ca. 1096-1141) que, si bien mantiene que la materia está formada por átomos invisibles e iridivisibles, intenta enlazar el a. con el hilemorfísmo aristotélico; Nicolás de Autrecourt (ca. 1300-ca. 1350), el más puro atomista medieval, que rechaza el hilemorfismo, defendiendo que para explicar el mundo corpóreo bastan los átomos y el movimiento local, del que se derivarán las agregaciones de átomos, que son los seres corpóreos.
Atomistas renacentistas. El a. en el Renacimiento no está claramente definido, sino que se mezcla con teorías alquimistas. Tal es el caso de Paracelso (1493-1541) y Gerolamo Cardano (1501-76).
Atomistas de los s. XVII y XVIII. En el s. XVII se produce un poderoso renacimiento del a. Destacan Sébastien Basso ( Philosophiae naturalis adversus Aristotelem libri XII), Daniel Sennert (De chymicorum cum aristotelicis et galenicis consensu et dissensu), Joannes Chrysostomus Magnenus (Democritus reviviscens), y, de un modo especial, Gassendi y Maignan.
Pierre Gassendi (n. en Champtercier en 1592; m. en París en 1655) es el gran renovador del a. En sus escritos, especialmente en De vita, moribus et placitis Epicuri libri octo, Syntagma philosophiae Epicuri y Syntagma philosophicum expone un a. que intenta conciliar con los dogmas cristianos. Los principios explicativos de lo real son los átomos, el espacio vacío y el movimiento. Los primeros, que son indivisibles, invisibles y diferentes en peso y tamaño, han sido creados por Dios en número elevado, pero no infinito. En virtud de su movimiento se desplazan por el vacío, donde chocan entre sí, dando lugar a la formación de los cuerpos; pero estos choques no se producen gracias a un ciego olinamen, sino que están ordenados y dirigidos por Dios; de ahí la admisión de la Providencia divina y del teleologismo en la Naturaleza.
Emmanuel Maignan (n. y m. en Toulouse, 1601-76) defiende en su Cursus philosophicus un a. radicalmente mecanicista. Detractor del hilemorfismo por no hallar en él ningún fundamento en la experiencia, único camino para el estudio de los fenómenos físicos, mantiene que los cuerpos están integrados por átomos heterogéneos en su naturaleza y en su figura. Ambas propiedades, unidas al distinto orden de colocación que pueden adoptar los mismos átomos, explican adecuadamente la pluralidad de cuerpos diferentes.
A partir de Gassendi y Maignan los atomistas se dividen en gassendistas y maignanistas, defendiendo los primeros la homogeneidad específíca de los átomos y los segundos su heterogeneidad. Entre los primeros se pueden citar Franyois Bernier (1620-88), Samuel Sorbiere (1615- 70) y Jacques Sallier (1615-1707); entre los segundos, Jean Saguens (segunda mitad del s. XVII). En España también hubo gassendistas (Luis Rodríguez de Pedrosa, Isaac Cardoso y Martín Martínez) y maignanistas (Diego Mateo Zapata, Juan de Nájera - que usó el seudónimo de Alejandro de Avendaño- y Tomás Vicente Tosca).

BIBL. : K. LASSWITZ, Geschichte der Atomistik, 2 ed. Hamburgo - Leipzig 1926; R. GUENON, Introducción general al estudio de las doctrinas hindúes, Buenos Aires 1945, 212-221; R. MONDOLFO, El pensamiento antiguo, I, 4 ed. Buenos Aires 1959, 108-122; II, 98-102; S. FINES, Beitriige zur islamischen Atomenlehre, Berlín 1936; R. CEÑAL, La filosofía de Emmanuel Maignan, «Rev. de Filosofía» 13, Madrid 1954, 15-68.
J. BARRIO GUTIÉRREZ.

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