Giacomo della Chiesa nació en la ciudad italiana de Génova, el 21 de noviembre de 1854.
Estudió derecho en la Universidad de Génova, graduándose como doctor
en derecho civil el año 1875. Perfeccionó sus estudios teológicos en la
Universidad Gregoriana, en Roma.
Inmediatamente después de ser ordenado presbítero en 1878, ingresó a la Accademia dei Nobili Ecclesiastici, la escuela diplomática del Vaticano.
Después de trabajar por un breve periodo en la Santa Sede, el futuro Papa fue enviado como Nuncio a España. Tuvo una decisiva participación en la mediación papal ofrecida para resolver el problema territorial entre España y Prusia por la disputa de las Islas Carolinas. Regresó a Roma para ser asistente en la Secretaría de Estado del Vaticano. En 1901 fue elegido Sub-Secretario de Estado.
En 1907 el Papa Pío X lo nombró Arzobispo de Bolonia, lugar donde ejerció su labor con gran celo pastoral, distinguiéndose, entre otras cosas, por ser un gran director espiritual.
Siete años después, en 1914, Pío X le creó cardenal, tres meses antes de ser él mismo el que sería elegido sucesor de San Pedro.
Su Pontificado
Elegido Papa el 3 de septiembre de 1914, poco después de iniciada la Primera Guerra Mundial. Con gran habilidad diplomática, el Papa Benedicto XV se empeñó en lograr la paz entre las naciones. Declaró la imparcialidad y neutralidad total de la Iglesia con el fin de poder prestar su mediación para lograr una pronta distensión y un justo acuerdo de paz.
De paternal corazón, Benedicto entendió que su misión era la de ser un apóstol de la paz, un promotor de comunión y reconciliación en medio del odio y del irracional conflicto. Benedicto XV quiso ser para todos un padre, un hermano solidario, un cristiano coherente. Así, tuvo muestras de solidaridad con las víctimas de la gran guerra. Por ello Benedicto XV ha sido calificado como el buen samaritano de la humanidad y es recordado como el Papa de la paz.
Cercana ya la hora de su tránsito a la Casa del Padre Eterno, se ofrecía al Señor diciendo: “Nos ofrecemos nuestra vida a Dios en nombre de la paz del Mundo”.
Pastor de la Iglesia
Durante su Pontificado fue promulgado el Código de Derecho de Canónico, en 1917, fruto de varios años de trabajo iniciados durante el pontificado de su predecesor Pío X. Este hecho es considerado el acontecimiento intraeclesial más importante de su Pontificado, dado que el Código se constituyó en el elemento decisivo para la organización eclesiástica.
En 1917, Benedicto XV creó la Congregación para las Iglesias Orientales.
En 1919 publicó la Encíclica Maximum illud, considerada “la carta magna” de la actividad misionera y evangelizadora. “La Iglesia de Dios es católica y, por lo tanto, no puede ser extraña a ningún pueblo”, decía en ella el Santo Padre.
Relaciones con los Estados
Desde que estalló la guerra se pronunció por la paz y proclamó la absoluta neutralidad e imparcialidad de la Iglesia. Sus reiterados llamados a la paz no fueron escuchados.
En 1917 envió una carta a los líderes de las naciones involucradas en el conflicto armado, proponiendo un serio plan de paz. Lamentablemente la sensata propuesta del Papa tampoco prosperó.
Mientras tanto, Benedicto XV orientó los esfuerzos de la Iglesia hacia la ayuda a los que más sufrían como consecuencia de la guerra: repartió víveres y material sanitario, donó dinero, organizó un servicio de búsqueda de desaparecidos por el que, gracias a sus denodados esfuerzos y gestiones, muchos presos de guerra pudieron retornar a sus hogares.
Finalizada la guerra, en 1919 Benedicto XV realizó muchas acciones caritativas, intercedió en favor de los alemanes, para que los aliados desistiesen del cruel bloqueo que habían impuesto, y que venía ocasionando un innecesario sufrimiento a muchas mujeres y niños. El Santo Padre mandó realizar una colecta entre los feligreses de todo el mundo para ayudar a niños hambrientos.
Asimismo en la Unión Soviética, cuando la hambruna azotó a sus pueblos el año 1921, pondría a disposición de los necesitados la ayuda solidaria de la Iglesia.
Por las iniciativas pacificadoras del Papa Benedicto, la Santa Sede experimentó por entonces un avance muy positivo en lo referente a las relaciones internacionales: recibió el reconocimiento diplomático del gobierno de Inglaterra (1914) y de Francia (1921); con el gobierno italiano se abría un camino de negociación cuando Su Santidad explicitó que la Iglesia no pretendía recuperar los estados pontificios que había perdido, con lo que se sentaban las bases para que, posteriormente, se llegase a una plena reconciliación con el estado italiano.
Documentos trascendentales
Algunos de los documentos más importantes de su magisterio pontificio fueron las Encíclicas Pacem Dei Munus (1920), sobre la restauración cristiana de la paz y Spiritus Paraclitus (1920), sobre la interpretación de la Sagrada Escritura. Es especialmente importante su Carta Apostólica Maximum illud (1919), sobre la propagación de la fe católica en el mundo entero.
Benedicto XV falleció el 22 de enero de 1922 en Ciudad del Vaticano.
Inmediatamente después de ser ordenado presbítero en 1878, ingresó a la Accademia dei Nobili Ecclesiastici, la escuela diplomática del Vaticano.
Después de trabajar por un breve periodo en la Santa Sede, el futuro Papa fue enviado como Nuncio a España. Tuvo una decisiva participación en la mediación papal ofrecida para resolver el problema territorial entre España y Prusia por la disputa de las Islas Carolinas. Regresó a Roma para ser asistente en la Secretaría de Estado del Vaticano. En 1901 fue elegido Sub-Secretario de Estado.
En 1907 el Papa Pío X lo nombró Arzobispo de Bolonia, lugar donde ejerció su labor con gran celo pastoral, distinguiéndose, entre otras cosas, por ser un gran director espiritual.
Siete años después, en 1914, Pío X le creó cardenal, tres meses antes de ser él mismo el que sería elegido sucesor de San Pedro.
Su Pontificado
Elegido Papa el 3 de septiembre de 1914, poco después de iniciada la Primera Guerra Mundial. Con gran habilidad diplomática, el Papa Benedicto XV se empeñó en lograr la paz entre las naciones. Declaró la imparcialidad y neutralidad total de la Iglesia con el fin de poder prestar su mediación para lograr una pronta distensión y un justo acuerdo de paz.
De paternal corazón, Benedicto entendió que su misión era la de ser un apóstol de la paz, un promotor de comunión y reconciliación en medio del odio y del irracional conflicto. Benedicto XV quiso ser para todos un padre, un hermano solidario, un cristiano coherente. Así, tuvo muestras de solidaridad con las víctimas de la gran guerra. Por ello Benedicto XV ha sido calificado como el buen samaritano de la humanidad y es recordado como el Papa de la paz.
Cercana ya la hora de su tránsito a la Casa del Padre Eterno, se ofrecía al Señor diciendo: “Nos ofrecemos nuestra vida a Dios en nombre de la paz del Mundo”.
Pastor de la Iglesia
Durante su Pontificado fue promulgado el Código de Derecho de Canónico, en 1917, fruto de varios años de trabajo iniciados durante el pontificado de su predecesor Pío X. Este hecho es considerado el acontecimiento intraeclesial más importante de su Pontificado, dado que el Código se constituyó en el elemento decisivo para la organización eclesiástica.
En 1917, Benedicto XV creó la Congregación para las Iglesias Orientales.
En 1919 publicó la Encíclica Maximum illud, considerada “la carta magna” de la actividad misionera y evangelizadora. “La Iglesia de Dios es católica y, por lo tanto, no puede ser extraña a ningún pueblo”, decía en ella el Santo Padre.
Relaciones con los Estados
Desde que estalló la guerra se pronunció por la paz y proclamó la absoluta neutralidad e imparcialidad de la Iglesia. Sus reiterados llamados a la paz no fueron escuchados.
En 1917 envió una carta a los líderes de las naciones involucradas en el conflicto armado, proponiendo un serio plan de paz. Lamentablemente la sensata propuesta del Papa tampoco prosperó.
Mientras tanto, Benedicto XV orientó los esfuerzos de la Iglesia hacia la ayuda a los que más sufrían como consecuencia de la guerra: repartió víveres y material sanitario, donó dinero, organizó un servicio de búsqueda de desaparecidos por el que, gracias a sus denodados esfuerzos y gestiones, muchos presos de guerra pudieron retornar a sus hogares.
Finalizada la guerra, en 1919 Benedicto XV realizó muchas acciones caritativas, intercedió en favor de los alemanes, para que los aliados desistiesen del cruel bloqueo que habían impuesto, y que venía ocasionando un innecesario sufrimiento a muchas mujeres y niños. El Santo Padre mandó realizar una colecta entre los feligreses de todo el mundo para ayudar a niños hambrientos.
Asimismo en la Unión Soviética, cuando la hambruna azotó a sus pueblos el año 1921, pondría a disposición de los necesitados la ayuda solidaria de la Iglesia.
Por las iniciativas pacificadoras del Papa Benedicto, la Santa Sede experimentó por entonces un avance muy positivo en lo referente a las relaciones internacionales: recibió el reconocimiento diplomático del gobierno de Inglaterra (1914) y de Francia (1921); con el gobierno italiano se abría un camino de negociación cuando Su Santidad explicitó que la Iglesia no pretendía recuperar los estados pontificios que había perdido, con lo que se sentaban las bases para que, posteriormente, se llegase a una plena reconciliación con el estado italiano.
Documentos trascendentales
Algunos de los documentos más importantes de su magisterio pontificio fueron las Encíclicas Pacem Dei Munus (1920), sobre la restauración cristiana de la paz y Spiritus Paraclitus (1920), sobre la interpretación de la Sagrada Escritura. Es especialmente importante su Carta Apostólica Maximum illud (1919), sobre la propagación de la fe católica en el mundo entero.
Benedicto XV falleció el 22 de enero de 1922 en Ciudad del Vaticano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.