Triunfo del nombre de Jesús, fresco de Baciccia (1672-79). Roma. Igleisa del Gesú.
Frente
a la sencillez del arte renacentista, inspirado por los modelos griegos
y romanos, tras el concilio de Trento, la iglesia quiso dar una nueva
imagen al catolicismo, y para ello trató de mostrar en la arquitectura
de las iglesias y las catedrales la grandiosidad de Dios. Frente a la
sobriedad de los templos protestantes, el interior de los santuarios
católicos estaba repleto de imágenes religiosas representadas con gran
lujo de detalles. Un ejemplo de este cambio son las transformaciones que
se llevaron a cabo en Roma, la capital del catolicismo. El arquitecto
Gian Lorenzo Bernini realizó los principales proyectos, entre los que
destaca la plaza de San Pedro. Se mejoró el entorno de las basílicas de
la ciudad para hacer de ellas los elementos centrales del urbanismo
romano.
La
Compañía de Jesús se implicó también en la difusión de este cambio
artístico. La iglesia del Gesù es la culminación del modelo jesuita de
entender el templo, contrapuesto al de la Reforma. Apartar al pueblo de
la lectura directa de la Biblia exigía apostar por una religión que
motivara otros sentidos. Tras la Contrarreforma, la música y el arte
hicieron de las ceremonias católicas verdaderos deleites para la vista y
el oído con la finalidad de producir una honda experiencia religiosa en
los fieles.
En
general, todas estas medidas promovidas por la Contrarreforma no
sirvieron para recuperar los territorios convertidos al protestantismo,
pero sí frenaron el avance de la Reforma y reforzaron el catolicismo.
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