La
iglesia de San Carlos Borromeo de Viena o Karlskirche es una de las más
espectaculares creaciones de esta época del arte. La construcción de
Fischer von Erlach (1656- 1723), edificada entre 1716 y 1737, recoge el
simbolismo del Barroco y lo mezcla con la tradición austríaca de los
Habsburgo. El arquitecto aprovechó su larga estancia en Italia para
empaparse también de la obra de Bernini y Borromini, de manera que
cuando realiza esta obra tardía conoce lo mejor de la arquitectura de su
época.
Este edificio fue encargado por el emperador Carlos VI, que había prometido su construcción si acababa la peste del año 1713.
Se
trata de una iglesia que hace una síntesis entre elementos
arquitectónicos que tienen poco que ver entre sí. Por una parte domina
el edificio una gran cúpula. Por otra, nos encontramos con un pórtico
clásico de seis columnas rematado en frontón triangular y dos grandes
columnas conmemorativas de tradición romana. Terminando de enmarcar la
fachada principal el arquitecto introduce dos torres más bajas de
aspecto palaciego. Los blancos de los muros y el verde de las cubiertas
dan un aspecto singular.
El
elemento central de la fachada es el frontón, que aparece decorado con
escenas de la vida del santo titular y su apoteosis. Esto conecta con el
impulso propagandístico de la Contrarreforma que se favorecía en esos
años desde Roma. La fachada y sus diferentes elementos hacen un
movimiento envolvente que al abrirse a la gran plaza delantera recuerda
el abrazo de la iglesia representado por Bernini en la plaza de San
Pedro del Vaticano.
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