Erasmo de Rotterdam (1523), por Hans Holbein el Joven, París, Museo del Louvre.
A
finales del siglo XV surgió una forma de entender el mundo que se
conocería con el nombre de Renacimiento, porque sus seguidores estimaban
que la cultura y la sociedad renacían tras la oscuridad medieval. Esta
nueva mentalidad se plasmó en el arte con la recuperación de los estilos
griego y romano, y se reflejó en la ciencia y la religión.
Durante
la Edad Media, el principal protagonista fue Dios, pero los intereses
renacentistas se centraron en el ser humano. Los grandes arquitectos del
Renacimiento no solo trabajaron en la realización de templos
religiosos, sino que también desplegaron todos sus recursos en la
construcción de universidades, palacios y edificios públicos.
Entre
los intelectuales y científicos, este punto de vista se materializó en
un nuevo movimiento cultural llamado humanismo, que se caracterizó por
el racionalismo y la crítica a las principales tradiciones filosóficas
medievales. Las claves del conocimiento se buscaban en los filósofos y
pensadores del mundo clásico.
La
crítica humanística afectó a la religión, y en este campo, a comienzos
del siglo XVI, destacó Erasmo de Rotterdam, que planteaba que la
verdadera forma de vivir la religión estaba en los evangelios, pero en
el marco de un modelo en el que primaba la razón. Tuvo muchos
seguidores, y uno de los principales fue Juan Luis Vives (1492-1540),
que nació en Valencia, pero que viajó por toda la Europa de su tiempo.
La
separación cada vez mayor entre los avances científicos y lo que la
iglesia católica consideraba correcto a partir de una lectura
literalista de la Biblia provocó enfrentamientos tan conocidos como el
de Galileo. En 1633, en Roma, Galileo tuvo que abjurar de sus ideas
astronómicas ante los inquisidores. Gracias a las nuevas técnicas en el
pulido de lentes, Galileo disponía de telescopios que le permitían
observar con mayor detalle el firmamento, y que le dieron la posibilidad
de comprobar que la teoría geocéntrica era errónea. El centro del
universo no era la Tierra, según se creía, sino que lo correcto era el
planteamiento de la teoría heliocéntrica, que sostenía que el Sol se
sitúa en el centro y la Tierra se mueve alrededor del astro describiendo
una elipse. Ante la presión de las autoridades religiosas, temiendo por
su vida, Galileo juró lo siguiente:
«Yo,
Galileo Galilei, a los 70 años, y ante vosotros, muy eminentes y
reverendos cardenales, inquisidores generales de la República Cristiana
Universal contra la herejía, en virtud de lo ordenado por este santo
Oficio abandono la idea falsa de que el Sol es el centro del universo.
Abjuro y maldigo los errores anteriores y toda herejía contra la Iglesia
Sagrada.»
Se cuenta que, en voz baja y en italiano, dijo eppur si muove, que se puede traducir como «y a pesar de todo, se mueve», haciendo referencia al movimiento de la tierra alrededor del sol.
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