San Pedro y San Juan sanando a un cojo, obra de Nicolás Pussin, 1655. Nueva York, Museo Metropolitano.
Santo
Tomás de Aquino (1225-1274) ha sido uno de los sabios cristianos más
influyentes. Para estudiar la religión utilizó argumentos tomados del
razonamiento lógico, incluso para explicar asuntos que podían parecer
carentes de toda lógica. En el siguiente texto, tomado de la Suma contra los gentiles, expone los diferentes tipos de milagros que, según su opinión, pueden producirse:
«Hay
diversos grados y tipos de milagros. Ocupan el grado máximo entre los
milagros aquellas cosas en que Dios realiza lo que jamás puede hacer la
naturaleza, como que dos cuerpos estén simultáneamente en un solo lugar,
que el sol retroceda o se pare, o que el mar se divida ofreciendo
camino a los transeúntes. Y entre estas cosas se da también un orden.
Cuanto mayores son las cosas realizadas por Dios y más alejadas están
del poder de la naturaleza, tanto mayor es el milagro, como mayor
milagro es el retroceso del sol que la división del mar. Ocupa el
segundo grado entre los milagros las cosas en que Dios realiza algo que
incluso puede realizar la naturaleza, pero no siguiendo el mismo orden.
Ya que es obra de la naturaleza que determinado ser viva, vea y camine,
pero que tras la muerte viva, tras la ceguera vea y tras la cojera
camine, tales cosas no las puede hacer ya la naturaleza, sino que lo
realiza Dios alguna vez milagrosamente.»
Los milagros a los que se refiere santo Tomás pueden ser los siguientes. Cuando dice «dos cuerpos estén simultáneamente en un solo lugar»,
se refiere al don de la omnipresencia, es decir, a la facultad de estar
en dos lugares al mismo tiempo, tal y como se narra en Lucas 23, 13-33 y
en Marcos 16, 12-13. En ellos se cuenta cómo los discípulos de Jesús
dicen encontrarse con él en el camino de Emaús, tres días después de su
crucifixión, al mismo tiempo que se le aparecía a Simón en Jerusalén.
Cuando se refiere a «que el mar se divida ofreciendo camino a los transeúntes»,
hace alusión al relato del Éxodo en el que Moisés abre, según la
tradición gracias a los dones que Dios le ha conferido, el mar Rojo en
dos. De esta forma los hebreos, perseguidos por los egipcios, lograron
cruzar el mar, mientras que sus perseguidores perecieron ahogados al
intentar seguirles. Las órdenes de vida o sanación quedan ejemplificadas
en las frases «tras la muerte viva», «tras la ceguera vea» y «tras la cojera camine».
En el primer caso se puede seleccionar el relato de Lázaro en Juan 11 y
12 o el de Lucas 8, 49-56, donde una niña es también resucitada.
Ejemplos de sanación de la ceguera, es decir, «tras la ceguera vea»,
se encuentran en Marcos 10, 46-52 o Mateo 20, 29-34. También en Lucas
18, 35-43 se narra cómo un ciego vuelve a ver gracias a la intervención
de Jesús. Mientras ejemplos de que «tras la cojera camine» se encuentran en Marcos 2, 1-12, Mateo 9, 1-8 y en Lucas 5, 17-26.
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