La capacidad aparentemente mágica de la araña para tejer una hermosa tela de la nada resulta pasmosa. En consecuencia, ciertas culturas han equiparado su tela con el cosmos, y a la araña con la creación cósmica: p.e ., los nativos navajos hablan de la Mujer Araña, que habría enseñado a las mujeres navajas el arte del tejido.
Probablemente el artrópodo con
presencia más intensa en el conjunto de creencias humanas primitivas es la
araña. A lo largo de cinco continentes y de un periodo que abarca 5000
años, la araña ha sido vinculada a importantes divinidades en las que
residen a un tiempo tanto poderes creadores como destructores. La araña ha
sido símbolo de Vida (Creación, fertilidad y sexo) por su capacidad para
la construcción de telas orbiculares a partir de sí misma, pero también
de Muerte (Guerra y destrucción) por su capacidad predadora y la toxicidad
de su veneno. Esta ambivalencia, basada en la interpretación de la
actividad, biología y capacidades generales de las arañas, puede
rastrearse en antiguos mitos mediterráneos (Mesopotamia, Egipto, Grecia),
pero también en el continente africano, en las culturas mesoamericanas
(especialmente en la civilización Maya) y entre las tribus de nativos
norteamericanos o en las islas del Pacífico.
La araña además ha atribuido a
sus divinidades portadoras otros poderes o facultades como la astucia y
habilidad para la caza o las actividades de hilado y confección textil.
Resulta sorprendente la extensión
del mito pero, especialmente, en un símbolo de esta complejidad, asombra la
coincidencia de interpretaciones entre civilizaciones tan alejadas en el
tiempo y en el espacio.
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