El valor simbólico de los números se ha estudiado ya. Cuando en una perícopa del evangelio aparece alguna cifra precisa hay que examinar si constituye una marca textual que ayude a la interpretación del pasaje.
El "uno", número de la divinidad, es, en el Evangelio de Juan, el que designa a la comunidad cristiana en cuanto posee el Espíritu y está unida al Padre y al Hijo (Jn 11,52: "reunir en uno - en lo uno -"; 17,22s: "para que sean uno"; para que queden realizados alcanzando la unidad (lo uno)").
El "tres", número de lo completo y definitivo, caracteriza las predicciones de la Pasión (Mc 8,31; 9,31; 10,33-34 par.), las negaciones de Pedro (Mc 8,31; 9,31; 10,33-34 par.), las negaciones de Pedro (Mc 14,66-72 par.), la reparación de las negaciones en el Evangelio de Juan (Jn 21,15-18).
Los "cuatro" portadores del paralítico (Mc 2,2) y los "cuatro mil" que participan en el segundo reparto de pan (Mc 8,9.20 par.) indican universalidad; los "cinco panes· y "cinco mil hombres adultos" (Mc 6,41.44) aluden al Espíritu.
El "setenta", que indicaba la totalidad de los pueblos de la tierra, aparece en los Setenta discípulos que Jesús envía en el Evangelio de Lucas (Lc 10,1).
El "ocho" que rebasa la totalidad intramundana del "siete", designa la presencia en la tierra de realidades que pertenecen al mundo divino: así ocurre en las ocho bienaventuranzas de Mateo, que expresan la realización "del reinado de Dios" (Mt 5,3-10), y en la denominación "el día octavo" para el que sigue a la resurrección de Jesús (Jn 20,26: "Ocho días después").
El "doce", número de las tribus de Israel, sirve para poner en conexión con Israel un episodio o personaje; así, "los Doce" discípulos (Mc 3,13-15 par.) representan al nuevo Israel y los "doce cestos" de sobras de pan y pescado (Mc 6,43 par.) apuntan a la solución del hambre para el pueblo judío.
Veamos ahora dos casos de números insólitos: el primero lo encontramos en el Evangelio de Lucas, en la perícopa de la mujer encorvada (Lc 13,10-17), de la que se dice que llevaba "dieciocho años" en su estado. El dato es importante, pues Lucas no lo menciona de pasada, sino que lo explicita dos veces (13,10: "una mujer que llevaba dieciocho años enferma por causa de un espíritu y andaba encorvada"; 13,16 -en boca de Jesús-: "Y a ésta, que es hija de Abrahán y que Satanás ató hace ya dieciocho años").
El número dieciocho es un múltiplo de tres, símbolo de lo total y definitivo. El tres está multiplicado por seis, símbolo a su vez de lo que no llega a la plenitud, representada por el siete. Aplicado al tiempo (dieciocho años), parece indicar el fracaso definitivo del crecimiento del pueblo (todo conato de plenitud se ha frustrado sin remedio) debido a la adhesión de éste a los valores de la institución religiosa.
Otro número insólito son los "ciento cincuenta y tres peces" que en Jn 21,11 representan el fruto de la pesca; este número puede interpretarse como compuesto de tres unidades de cincuenta, es decir, de tres comunidades del Espíritu, y el multiplicador tres, número de lo definitivo, símbolo de Jesús resucitado (Jn 2,13). El número puede, pues, significar que la misión produce fruto en proporción directa a la presencia de Jesús en ella.
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