Los
reformados eran contrarios a los cambios que se habían producido en el
cristianismo a lo largo de los siglos, que, según su opinión, habían
llevado al alejamiento del mensaje evangélico. No aceptaban lo decidido
en los concilios ni lo ordenado por las autoridades religiosas que no
tuviese reflejo en la Biblia.
La
creencia de los reformados se centró principalmente en dos aspectos. Por
un lado, establecieron que la revelación de Dios al mundo solo se
encontraba en la Biblia. Para que todos pudiesen acercarse libremente a
ella, Lutero realizó una traducción al alemán.
Por
otro lado, los reformados creían que solo Dios era capaz de otorgar la
salvación, por medio de su gracia. La intercesión del papa, la virgen
María o los santos era inútil; de ahí que no se aceptara su culto y que
en sus iglesias no pusieran imágenes.
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