viernes, 31 de enero de 2014

Juan Beccus

Patriarca de Constantinopla en la segunda mitad del siglo XIII, uno de los pocos eclesiásticos griegos que estaban sinceramente a favor de la reunión con la Iglesia de Roma. Nació en la primera parte del siglo XIII en Constantinopla, donde se unió a las filas del clero. Su habilidad, conocimientos y cualidades morales lo marcaron para el progreso y pronto fue promovido al oficio de chartophylax (oficial a cargo de registros y documentos oficiales). El patriarca Arsenio lo tenía en gran estima, y lo defendía contra el disgusto del emperador en que Juan había incurrido al suspender a un sacerdote que bendijo sin permiso un matrimonio en la iglesia de un palacio imperial. Beccus, sin embargo, recobró el favor imperial y gradualmente se ganó la confianza de Miguel Paleólogo (1259-82). Fue escogido repetidamente para conducir negociaciones difíciles o delicadas con potentados extranjeros. Sus sentimientos hacia los cristianos de Europa Occidental, o Iglesia Latina, no fueron del todo amistosos al principio. Cuando, después de la destrucción del Imperio Latino en Constantinopla, el emperador Miguel Paleólogo concibió el plan de reunir las Iglesias Griega y Latina, el patriarca José (1268-75) y su chartophylax, Juan Beccus, se opusieron tenazmente a ello.
En una reunión de los eclesiásticos de Constantinopla, efectuada alrededor del año 1273, Beccus declaró en presencia del emperador que los latinos eran realmente herejes, aunque no eran llamados de ese modo. Su audacia fue castigada con la prisión. En su retiro forzoso Beccus halló tiempo libre para estudiar los puntos de diferencias entre griegos y latinos. El emperador, ansioso por ganarlo para su causa, le envió aquellos escritos que le eran favorables a las opiniones de la Iglesia Latina, entre ellos las obras de Nicéforo Blemmida o Blemides. Por las obras de San Atanasio, San Cirilo de Alejandría, Máximo el Confesor y otros aprendió que los Padres griegos y latinos concurrían substancialmente en asuntos de la fe cristiana. La única diferencia era, que mientras los escritores latinos consideraban que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, los griegos preferían afirmar que procedía del Padre a través del Hijo. Una vez satisfecho sobre ese asunto, se interesó activamente en la obra de reunión, y retuvo esos sentimientos hasta el final. Mientras tanto, se concluyó felizmente la unión en el concilio realizado en Lión (1274) y proclamado en Constantinopla (enero de 1275). El patriarca José no pudo ser inducido a aceptarlo, y fue removido de su oficio según un acuerdo previo, y se eligió a Juan Beccus para sustituirlo. Recibió su consagración episcopal el 2 de junio de 1275, domingo de Pentecostés.
Luego de su elevación a la sede patriarcal, uno de sus principales objetivos fue convencer de la legalidad de la unión a aquellos griegos que eran o partidarios del cisma o habían renunciado a él sin ánimo. En abril de 1277 se realizó un sínodo en Constantinopla, donde se aprobó de nuevo la unión; se le escribió una carta al Papa Juan XXI (1276-77), la cual reconocía la primacía papal y la ortodoxia de la doctrina latina sobre la Procesión del Espíritu Santo. Cuando una facción de los cismáticos se rebeló contra el emperador, Juan Beccus los excomulgó (julio de 1277), mientras que Miguel Paleólogo derrotaba a sus ejércitos. En 1279 Beccus les aseguró a los legados del Papa Nicolás III (1277-80), entonces en Constantinopla, que la Iglesia Griega concordaba completamente con Roma en asuntos de doctrina. Poco después se realizaron varios sínodos, todos con el mismo objeto, y en uno de ellos se descubrió que cierto Penteclesiota había manipulado un pasaje de San Gregorio de Nisa, donde se daba testimonio de la procesión del Espíritu Santo del Padre y del Hijo. Por último, trató también de defender por escrito la doctrina de la Iglesia Latina, aunque al principio había resuelto no notar los muchos panfletos de los cismáticos, para no hacer las disensiones aún mayores.
Las relaciones de Beccus con el emperador no siempre fueron agradables. El patriarca le suplicaba mucho a su amo imperial por los necesitados y para los condenados injustamente por los oficiales de la ley. Pero el emperador se cansó de estas impertinencias y restringió la libertad del patriarca de acceso a él. Las cosas se agravaron por los enemigos de la unión, que calumniaron adrede a Beccus de conducta inmoral, de hacer mal uso de los tesoros de la Iglesia, y de insultar o incluso maldecir al emperador. Tales acusaciones no fueron del todo indeseables, y el emperador, para mostrar su indignación, limitó la jurisdicción del patriarca sobre todos los lugares sagrados que estaban fuera de Constantinopla. De ahí en adelante Beccus se cansó de su cargo, dimitió y se retiró a un monasterio en marzo de 1279. Pero como los legados del Papa llegaron poco después, fue inducido a reanudar sus deberes y a tratar con los representantes del Papa, lo que hizo según se narró antes. Tras la muerte de Miguel Paleólogo, que ocurrió el 11 de diciembre 1282, el nuevo emperador, Andrónico (1282-1328) denunció de inmediato la unión con Roma, y Beccus se vio obligado a dimitir. En un sínodo celebrado en 1283, fue obligado a firmar su nombre a un credo preparado por sus enemigos, y abdicar al oficio patriarcal, tras lo cual fue desterrado a la ciudad de Prusa en Bitinia. En 1284, fue citado de nuevo a un sínodo en Constantinopla, pero defendió enérgicamente las doctrinas de la Iglesia Occidental, por lo que fue confinado a la fortaleza de San Gregorio en el Mar Negro, donde fue sometido a muchas privaciones. Sin embargo, nada pudo inducirlo a sacrificar sus convicciones, y todavía siguió escribiendo en favor de la Iglesia latina. Alrededor del año 1298 la muerte puso fin a sus sufrimientos.
Las principales obras de Juan Beccus (en PG, CXLI) son las siguientes: "Respecto a la unión y la paz de las Iglesias de la antigua y nueva Roma"; "La Epigraphæ", una colección de pasajes de los Padres; "Sobre la procesión del Espíritu Santo"; las obras polémicas contra Focio, Andrónico Camateros y Gregorio de Chipre; las obras dirigidas a sus amigos Teodoro, obispo de Sugdæa en Moesia, y un cierto Constantino; a Agalianos Alexio, un diácono de Constantinopla; varios discursos y una "Apología"; su "Testamentum", escrita en la cárcel. En todos estos escritos hay una sincera convicción de la verdad defendida por él, y un gran entusiasmo por la paz de la Iglesia a través de la unión con Roma, entre cuyos partidarios griegos Beccus ocupa fácilmente el primer lugar.

Bibliografía: GEORGIUS PACHYMERES, MICHAEL PALÆOLOGUS, and ANDRONICUS PALÆOLOGUS in P.G., CXLIII, CXLIV; NICEPHORUI GREGORAS, Historia Byzanrina, ibid CXLVIII; Raynaldus, Annales eccl. (Lucca, 1748), III; HEFELE, Conciliengschichte (Freiburg, 1890),VI; KRUMBACHER, Geschiehte der byzant. Litteratur (Munich, 1887) HERGENRBTHER in Kirchenlex., s.v.; HURTER, Nomenclator (Innsbruck. 1899) IV.
Fuente: Schaefer, Francis. "John Beccus." The Catholic Encyclopedia. Vol. 2. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/02380b.htm>.
Traducido por Luz María Hernández Medina

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.