El baldaquino de altar es un dosel en forma de domo, en madera, piedra o metal, erigido sobre el altar mayor de las iglesias grandes, generalmente apoyado sobre cuatro columnas, aunque a veces suspendido por cadenas desde el techo. Se notarán otras formas al rastrear la causa de su historia. El nombre es de la Baja Edad Media, baldacchino, de Baldocco, la forma italiana de Bagdad,
de donde llegaron las telas preciosas con las cuales se hicieron estos
doseles en su desarrollo posterior. Anteriormente se les llamaba
ciborio, del griego kiborion (la vaina de semillas globulares de
la flor de loto, utilizada como un vaso) debido a la similitud de su
tope con una copa invertida.
La historia temprana del baldaquino es oscura, pero probablemente se originó en el deseo de dar a la mesa del altar primitivo un marco arquitectónico más digno y hermoso. Los altares arcosolio de las catacumbas quizá presagiaron esta tendencia. Con la construcción o adaptación de los edificios eclesiásticos más grandes del siglo IV, el baldaquino se convirtió en su centro arquitectónico, enfatizando la importancia de la mesa de sacrificio como el centro del culto cristiano. Así, mientras que el altar retuvo su primitiva simplicidad de forma y proporciones, el baldaquino le dio la importancia arquitectónica que el entorno demandaba. Por su efecto de dosel, indicaba el altar como un trono de honor. Sirvió también el propósito práctico de apoyar, entre sus columnas, las cortinas de altar, mientras que de su techo pendían lámparas, jarrones, coronas ricamente adornadas y otros adornos del altar. Su cumbre estaba coronada con un crucifijo.
La referencia más temprana al baldaquino se encuentra en el "Liber Pontificalis" (ed. Duchesne, I, 172, 191, 233, 235) que describe el Fastidium argenteum dado por Constantino a la basílica de Letrán durante el pontificado de Silvestre I (314 - 335) y sustituido, después de los saqueos de las hordas góticas de Alarico, por otro erigido durante el pontificado de Sixto III (432-440). La representación más antigua en el arte es el antiguo mosaico del siglo VI en la iglesia de San Jorge en Tesalónica, mientras que el ejemplar real más antiguo es el de la iglesia de San Apolinar in Classe de Rávena (c. 810).
El uso del baldaquino fue general hasta el siglo XII, cuando cedió a la creciente importancia del relicario como un complemento al altar; a veces desaparece por completo, a veces toma la forma de un dosel sobre el relicario. Con la colocación del altar contra la pared, el baldaquino tomó la forma de un dosel sobresaliente (Vea DOSEL DE ALTAR) o se convirtió en la superestructura en forma de dosel del tabernáculo o torre central del altar. Italia se vio menos afectada por esta evolución que los centros de arte gótico, y el uso de la forma más antigua es común allí hoy día. El baldaquino más magnífico en el mundo es el de la Basílica de San Pedro diseñado por Bernini para el el Papa Urbano VIII.
Fuente: Peterson, John Bertram. "Baldachinum of the Altar." The Catholic Encyclopedia. Vol. 2. New York: Robert Appleton Company, 1907. 26 Feb. 2012 <http://www.newadvent.org/cathen/02217c.htm>.
Traducido por Luz María Hernández Medina
La historia temprana del baldaquino es oscura, pero probablemente se originó en el deseo de dar a la mesa del altar primitivo un marco arquitectónico más digno y hermoso. Los altares arcosolio de las catacumbas quizá presagiaron esta tendencia. Con la construcción o adaptación de los edificios eclesiásticos más grandes del siglo IV, el baldaquino se convirtió en su centro arquitectónico, enfatizando la importancia de la mesa de sacrificio como el centro del culto cristiano. Así, mientras que el altar retuvo su primitiva simplicidad de forma y proporciones, el baldaquino le dio la importancia arquitectónica que el entorno demandaba. Por su efecto de dosel, indicaba el altar como un trono de honor. Sirvió también el propósito práctico de apoyar, entre sus columnas, las cortinas de altar, mientras que de su techo pendían lámparas, jarrones, coronas ricamente adornadas y otros adornos del altar. Su cumbre estaba coronada con un crucifijo.
La referencia más temprana al baldaquino se encuentra en el "Liber Pontificalis" (ed. Duchesne, I, 172, 191, 233, 235) que describe el Fastidium argenteum dado por Constantino a la basílica de Letrán durante el pontificado de Silvestre I (314 - 335) y sustituido, después de los saqueos de las hordas góticas de Alarico, por otro erigido durante el pontificado de Sixto III (432-440). La representación más antigua en el arte es el antiguo mosaico del siglo VI en la iglesia de San Jorge en Tesalónica, mientras que el ejemplar real más antiguo es el de la iglesia de San Apolinar in Classe de Rávena (c. 810).
El uso del baldaquino fue general hasta el siglo XII, cuando cedió a la creciente importancia del relicario como un complemento al altar; a veces desaparece por completo, a veces toma la forma de un dosel sobre el relicario. Con la colocación del altar contra la pared, el baldaquino tomó la forma de un dosel sobresaliente (Vea DOSEL DE ALTAR) o se convirtió en la superestructura en forma de dosel del tabernáculo o torre central del altar. Italia se vio menos afectada por esta evolución que los centros de arte gótico, y el uso de la forma más antigua es común allí hoy día. El baldaquino más magnífico en el mundo es el de la Basílica de San Pedro diseñado por Bernini para el el Papa Urbano VIII.
Fuente: Peterson, John Bertram. "Baldachinum of the Altar." The Catholic Encyclopedia. Vol. 2. New York: Robert Appleton Company, 1907. 26 Feb. 2012 <http://www.newadvent.org/cathen/02217c.htm>.
Traducido por Luz María Hernández Medina
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