sábado, 11 de octubre de 2014

MARCIAL MACIEL. LEGIONARIOS DE ¿QUIÉN?

Legionarios de Cristo. Víctimas de sus mentiras y simulaciones


 

  Daños colaterales (las otras víctimas de la Legión)
     

Hace poco escribí de los santurrones. Como consecuencia de esa columna tuve una plática con un amigo. En algún momento me hizo una observación: “Todos hablan de Maciel y las víctimas de su pederastia, pero nadie habla de las otras víctimas, de los que crecimos creyendo en él y su obra y ahora estamos confundidos y decepcionados”. Originario del norte del país, conoce bien el tema de que me habla. Estudió con los Legionarios toda su vida, creció llamando a Marcial Maciel “Nuestro Padre” y pertenecía al “Reino”.

Mi amigo considera que en el caso de Marcial Maciel hay muchas más víctimas que no se han nombrado. Para empezar, todos los que, como él, estudiaron en escuelas de Legionarios. ¿Cómo conciliar las enseñanzas recibidas de los Legionarios con la realidad?

Hace falta tener una venda en los ojos para pensar que Marcial Maciel logró engañar solo a todos los Legionarios, que nadie jamás supo de los delitos cometidos por el propio Maciel y por otros sacerdotes. Es obvio, me dice, que varios miembros de la orden, conociendo los delitos, prefirieron encubrir a los criminales en vez de defender a las víctimas. No puede evitar preguntarse: “¿Lo sabría el Padre Fulano, a quien tanto quise? ¿El padre Perengano, quien nos recalcó la importancia de no mentir?”

Al igual que a muchos, le preocupa la tardía y torpe reacción de los Legionarios. Parecen olvidar que fue por los delitos de pederastia que el Papa obligó a Maciel a retirarse a una vida de oración. Reconocer que tenga una hija y hablar de “debilidades” parece un torpe esfuerzo por tratar de tapar el sol con un dedo y distraer la atención. Todavía no se ha pedido perdón a las víctimas. Reducir el problema de la Legión de Cristo a Maciel es un error. Es necesario revisar a fondo la estructura que le permitió vivir una doble vida.

Mi amigo considera que otros afectados son los padres. Años de esfuerzos y sacrificios (las escuelas de Legionarios no son precisamente baratas) para dar a sus hijos la mejor educación, con los valores morales que consideraban adecuados, para que ahora sea evidente que ese hombre al que tanto ponderaron, lejos de ser un santo, resultó ser un criminal. Ahora se preguntan acerca de esos rumores de actos de pederastia que fueron rápidamente ocultados. Se preguntan por qué no pidieron la aclaraciones pertinentes en su momento y dudan de las personas que están educando (o educaron) a sus hijos. Imposible no cuestionar sus prioridades y preguntarse si están calificados para educar.

Me habla también del daño que hicieron a hombres y mujeres que él conoce. Predicar acerca del sexo como un pecado, la abstinencia, el control los deseos carnales, afectó a varias personas. Me habla de amigas quienes no han podido tener orgasmos por considerar que el sexo es pecado; otras que no pudieron ser penetradas por sus maridos por las mismas creencias. Tanto sufrimiento y años de terapia, para venir a enterarse de que la mismísima persona que tanto predicaba la pureza, era no sólo débil, sino un delincuente.

Todos aquellos pertenecientes al movimiento laico Regnum Chisti, quienes creían en la inocencia de Marcial Maciel y lo defendieron a capa y espada diciendo que cada acusación era otra prueba más que tenía que sufrir “Nuestro Padre”. Mientras él oficiaba misa lo veían arrobados y creían que estaban frente a un santo viviente, y ahora tienen que digerir que estaba más cerca del infierno que del cielo. “¿Te imaginas cuán traicionados se sentirán por tantas mentiras?”

Mi amigo se pregunta cómo se sentirán los seminaristas y sacerdotes de la Legión que también fueron víctimas del engaño. ¿Extenderán sus dudas sobre la persona hasta el centro de su fe? ¿Pensarán en dejar la Legión? ¿Se sentirán profundamente traicionados y humillados?

Efectivamente, hay muchas más víctimas de Marcial Maciel y de quienes, conociendo su delito, lo encubrieron. Supongo que ahora pueden medir los alcances y las desastrosas consecuencias de su decisión. Este tipo de errores no son privativos de los Legionarios; se han dado repetidamente dentro de la Iglesia católica y otras instituciones. Más que atacarlos, para todos es una lección a fin de entender que tarde o temprano la verdad derrumba todas las mentiras. Encubrirlas genera un efecto de bola de nieve y, como diría Oscar Wilde, “nadie es tan rico que pueda comprar su propio pasado”. En cualquier circunstancia, es mejor encarar las verdades, llamar a las cosas por su nombre, por dolorosas que sean, a dejar que las mentiras, como gangrena, se apoderen del cuerpo a riesgo de perder la propia vida.

Hemos visto que el valor y la perseverancia de unos pocos que se enfrentaron al sistema develaron la verdad y junto con esa verdad han caído varios mitos y seguramente encontraremos más de un culpable. Seguramente ni Marcial Maciel ni quienes lo encubrieron pensaron que sus actos saldrían a la luz ni en los incontables daños colaterales de vivir en la mentira y encubrir a un criminal.

Existe una página web, http://www.regainnetwork.org/, para unir y apoyar a todos aquellos que han sido afectados negativamente por la Legión.

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