La momificación de un cadáver es un fenómeno natural, que consiste en la desecación del cadáver por evaporación del agua de sus tejidos, lo que hace imposible el desarrollo de los gérmenes, deteniendo así proceso de la putrefacción. El resultado es que la forma exterior del cuerpo se conserva bastante bien, hasta el punto de poder reconocerse las facciones del difunto.
La momificación natural comienza por las partes del cuerpo expuestas aire, extendiéndose al resto del cadáver. La piel se se torna dura, tomando el aspecto de cuero curtido. La pérdida de líquidos provoca que el volumen del cuerpo disminuya notablemente, y se pone tieso llegando incluso a resultar fáiclmente quebradizo. Así, si el cadáver momificado no está protegido, se va desmoronando por la erosión ambiental, pero en el caos contrario puede conservarse durante muchos años.
La momificación es un proceso que se da en ambientes especialmente secos y que se produce con más frecuencia en los cuerpos de niños y de adultos especialmente delgados. El proceso completo puede llevar de uno a doce meses, dependiendo de las condiciones ambientales y de las del propio cadáver.
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