Jesús comprendió en el fondo de su
conciencia que lo fundamental del ser HOMBRE está en conseguir ser
una persona en relación, tanto con Dios como con los hombres.
EL TERMINO CLAVE, EL PUNTO “OMEGA”: “RELACIÓN”
Esto no contradice otros muchos aspectos que el hombre debe alcanzar,
pero el corazón de todo ello está en llegar a ser una persona-en-relación.
Ese es el plan de Dios acerca del ser humano.
Vamos a hacer una pequeña semblanza de Jesús,
que se completará en temas siguientes. Por los datos que nos dan los
evangelios vamos a ver cómo aparecía a los demás y cómo sería su
interior.
UNA RELACIÓN CON DIOS, EL PADRE
La base o soporte último de toda la concepción
y comportamiento de Jesús hay que colocarla en la completa certeza de
que él está relacionado con Dios de una manera paterna, inefable;
que él es objeto de un amor indecible y que no puede nunca quedar
desmentido por parte de Dios. Jesús comprendió, por una parte, que
tenía que publicar y proclamar esta certeza que en él se vivía con
tanta plenitud; y, por otra parte, entendió y dedujo que el modelo
que se le imponía en el trato con los demás hombres debía ser el
tipo de relaciones que él tenía con su Padre, Dios. Hay que grabar
bien este doble aspecto que nace de la certeza que Jesús tuvo en el
Padre.
Este concepto de Dios como Padre está lleno de delicadeza y de
potencia:
Lc.
12,27: Fijaos cómo crecen los lirios: ni hilan ni tejen, y os digo
que ni Salomón en todo su fasto estaba vestido como cualquiera de
ellos. Pues si a la hierba que hoy está en el campo y mañana se
quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por
vosotros, gente sin fe?
Lc.
12,6: ¿No se venden cinco gorriones por cuatro cuartos? Y, sin
embargo, ni de uno solo de ellos se olvida Dios. Es más: hasta los
pelos de vuestra cabeza están todos contados. No tengáis miedo: valéis
más que todos los gorriones juntos.
Lc.
6,35: ¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin
esperar nada: así tendréis una gran recompensa y seréis hijos del
Altísimo, que es bueno con los malos y desagradecidos. Sed compasivos
como vuestro Padre es compasivo.
En el evangelio de JUAN son innumerables las veces que se cita
al Padre y se habla de la relación entre Jesús y el Padre,
particularmente en los capítulos 5, 8, 14 a 16:
Jn.
8,16: ... porque no estoy solo; estamos yo y el Padre...
Jn.
10,17: ... por eso me ama mi Padre...
Jn.
10,38: ... así sabréis de una vez que el Padre está conmigo y yo
estoy con el Padre.
Jn.
17: Ahora saben que todo lo que yo tengo lo he recibido de ti (8).
Y
todo lo mío es tuyo y lo tuyo es mío (10). Ahora me voy contigo...
(13).
Que
sean todos uno, como tú, Padre, estás conmigo y yo contigo (21) .
...la
(gloria) de ser uno como lo somos nosotros, yo unido a ellos y tú
conmigo, para que queden realizados en la unidad; así sabrá el mundo
que tú me enviaste y que los has amado a ellos como a mí (22-23),
etc.
Ahora bien, ¿quedará desmentido este
concepto que Jesús tiene del Padre, en los momentos más angustiosos,
como el Huerto o la Cruz, cuando grita:
Mt.
27,46: Dios, Dios, ¿por qué me has abandonado?;
continuará Jesús creyendo en esos momentos
que el Padre viste los lirios, cuida de los gorriones, y
Mt.
6,8: sabe lo que os hace falta antes de que se lo pidáis?
Sí, desde luego. Esta es la tremenda certeza
de Jesús acerca de Dios. Para él no son 'comprobantes de la
benevolencia de Dios el éxito, el dinero, la salud o lo que sea. Es
DIOS MISMO. Su fidelidad al corazón del hombre, que es lo que
importa, no está a merced de las circunstancias históricas. Más aún,
los pobres y los desvalidos son aquellos por quienes Dios toma partido
preferentemente, contra toda evidencia aquí en la tierra:
"Bienaventurados los pobres. . . ". Por todo ello, Jesús
sabrá con la cabeza, contra toda la sensibilidad de quien ya va a
morir, que "Tú estás conmigo", como dice en San Juan.
Acabará diciéndole:
Mt.
23,46: Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.
Ha sido necesario poner de relieve este soporte último de todo
el ser de Jesús y de todo el optimismo -aunque dolorosamente realista-
con que le vamos a ver ahora pensar acerca del hombre y la vida
humana, Jesús era un hombre lleno de esperanza, de una absoluta
certeza en DIOS MISMO.
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