Viene ahora la oposición de
Jesús a la doctrina de los teólogos del tiempo, que eran los
letrados. Teólogos, moralistas, canonistas, es decir, los que
explicaban la Ley. Y aquí Mateo nos pone las contraposiciones entre
los antiguos Mandamientos y lo que Jesús dice. Jesús se pone por
encima de los antiguos Mandamientos, que ya están fuera (5, 21-5,
46). Y, después de esto, viene la oposición a los fariseos.
Los letrados eran los maestros, los teóricos, los que exponían
con autoridad la doctrina. Estaban oficialmente reconocidos, pues se
ordenaban a los cuarenta años, después de sus estudios; no se
ordenaban de curas, sino que era una ceremonia en la que se instituían
como maestros oficiales y, además, como jueces en las causas civiles
y criminales. En cambio, los fariseos no eran teóricos, sino prácticos.
Los fariseos eran los observantes, eran grupos de judíos laicos, que
tenían como objetivo de su vida la observancia rigurosísima de la
Ley. Por tanto, eran los dos grandes grupos que influían sobre el
pueblo: los letrados o maestros por su prestigio y doctrina, y los
fariseos por su conducta. Eran hombres "santos", gente
perfecta, sin tacha. Y Jesús los desenmascara en este trozo, pues no
era oro todo lo que relucía, ni santidad lo que pretendía serlo.
CUIDADO CON HACER VUESTRAS
OBRAS DE PIEDAD DELANTE DE LA GENTE PARA LLAMAR LA ATENCIÓN; SI NOS
OS QUEDÁIS SIN RECOMPENSA DE VUESTRO PADRE DEL CIELO.
Ya está anunciado de qué se trata. Aquí hay gente ‑los
fariseos‑ que hacen sus obras de piedad para que los vean. Estas
obras de piedad son las clásicas del judaísmo. Mateo está en
controversia continua con grupos fariseos que son enemigos de la
comunidad cristiana, y por eso se trata del "fariseísmo".
En la piedad farisaica las principales obras eran la limosna, la oración
y el ayuno. Jesús empieza hablando de estas tres, con lo que
claramente se refiere a ellos, y dice: "no las hagáis para
llamar la atención". ¿Qué es eso de llamar la atención?:
vamos a verlo en cada una de ellas, pero en el fondo es lo mismo:
pretender ganarse fama de santos y con esto influir sobre el pueblo.
Porque todo va encaminado al poder, incluso ese aspecto y actitud de
santidad y perfección. El "dar ejemplo" es poder: no hay
que dar ejemplo; hay que ser bueno y actuar con el Espíritu, sin
pretender dar lecciones a nadie, porque de aquella forma uno se coloca
por encima. Todo son útiles manifestaciones de la ambición de poder.
Estas, en realidad, ni son útiles, pues son groserísimas.
POR TANTOS CUANDO DES LIMOSNAS
NO LO ANUNCIES A TOQUE DE TROMPETA COMO LOS HIPÓCRITAS EN LAS
SINAGOGAS Y EN LA CALLE PARA QUE LA GENTE LOS ALABE.
Lo del toque de trompeta, claro, es una exageración que quiere
decir "con gran publicidad". Naturalmente, la civilización
nuestra es muy diferente de aquella; ellos iban por la calle dando a
los pobres con prosopopeya para que se dijera "que hombre más
santo". Lo que pretenden es la fama, no el ayudar, para con ella
tener poder sobre el pueblo, influjo espiritual, que es un tipo de
poder muy evidente, y del que todos tenemos evidencia, unos desde
arriba y otros desde abajo.
YA HA RECIBIDO SU RECOMPENSAS
OS LO ASEGURO
La recompensa que quieren es la fama y ya la tienen. No hay más.
TUS EN CAMBIOS CUANDO DES LIMOSNAS QUE NO SEPA TU MANO IZQUIERDA
1,0 QUE HACE LA DERECHAS PARA QUE TU LIMOSNA QUEDE ESCONDIDAS Y TU
PADRE QUE VE LO ESCONDIDO, TE RECOMPENSARA.
Si tú quieres ayudar es porque quieres ayudar, no por otra
finalidad. Aquí está desarrollando la bienaventuranza que decía
"Dichosos los limpios de corazón", los que no tienen
segundas intenciones, que no van buscando bienes inconfesables, los
sinceros, los auténticos. Si quieres ser auténtico en la ayuda al prójimo,
que nadie se entere, que no sepa tu mano derecha lo que hace la
izquierda y, entonces, tendrás tu recompensa. ¿De que recompensa se
trata?: de la comunicación de Dios; tendrás esa comunicación de tu
padre, que ve en lo escondido. Esa comunicación es tu recompensa. Es
decir, como tú te portas igual que él se porta, entonces viene la
sintonía con él, el Espíritu común, la comunicación y la
experiencia de Dios. De modo que, cuando se hace algo, hay que hacerlo
por lo que es. ¿Que hace falta remediar una necesidad urgente?: pues
se remedia, pero sin publicidad.
Como vemos, Mateo no está proponiendo la limosna -como tampoco
Jesús la proponía- como solución a las injusticias de la sociedad,
pues él tiene su solución. Esto es una cosa de emergencia: se dan
ocasiones en que no hay más remedio y, cuando es apremiante, hay que
atenderlo de momento, y no va uno a decir "espera a que funcione
la nueva sociedad..." Pero esto no es la solución. La solución
es potenciar al hombre'-que es lo que hace Jesús- para que él mismo
encuentre su manera de vivir.
CUANDO RECÉIS, NO HAGÁIS COMO
LOS HIPÓCRITAS
"Hipócrita" es el que hace una acción externa que no
corresponde a su actitud interior: es ese abismo que hay entre la acción
y el espíritu, porque se hace por un motivo para lo que la acción no
está destinada.
QUE SON AMIGOS DE REZAR DE PIE
EN LAS SINAGOGAS Y EN LAS ESQUINAS PARA EXHIBIRSE ANTE LA GENTE
Con las manos levantadas, delante de todos, para que se diga
"¡qué hombre tan observante, tan bueno, no tiene respeto
humano!". Pero, si resulta que lo que va buscando es todo lo
contrario, que se entere todo el mundo para que digan "¡qué
santo es!". Aquí, naturalmente, Jesús caricaturiza -porque se
trata de una sátira- pero, en su medida, se aplica a todo el mundo,
incluso a nosotros.
Y
RÉZALE A TU PADRE QUE ESTA EN LO ESCONDIDO, TU PADRE, QUE VE LO
ESCONDIDOS TE RECOMPENSARA...
Esa
oración sí que tiene la comunicación con Dios. Y ésa es la
recompensa: la comunicación con el Padre. Como vemos, aquí dice:
"tu Padre que está en lo escondido": ya no dice "que
está en el cielo". El "cielo" no significa un lugar
espacial, es una metáfora: en toda la Humanidad lo excelente ha
estado arriba y lo de poca calidad abajo; por eso, el cielo es el
colmo de la excelencia. Y, cuando dice: "el Padre que está en el
cielo" significa la excelencia o trascendencia, así como la
invisibilidad, pero no la distancia. En cambio, cuando dice "tu
Padre, que está en lo escondido", se suprime la excelencia y se
enfatiza la invisibilidad; o sea, otra manera de designar la cercanía
de Dios. Tú has hecho tu oración en lo escondido, en lo más
escondido de ti mismo, y allí está el Padre: cerquísimo, a tu lado,
contigo, aunque invisible; hay experiencia de él, aunque no haya visión.
Aquí Jesús no habla en plural: en lo de la limosna y la oración
habla en singular: ¿por qué?: porque esto son iniciativas
particulares, no cosas de la comunidad. Son cosas ocasionales, según
el espíritu de cada uno, pero no normas para la comunidad; si un
cristiano quiere ejercer estas obras, tiene que saber cómo hacerlo.
Los fariseos aquellos tenían momentos obligatorios de oración -tres
veces al día- y días fijos de ayuno -lunes y jueves-. Pero aquí,
nada de eso; ni cosa comunitaria tampoco: cada uno es completamente
libre pare hacer o no hacer, según el Espíritu le diga.
Y ahora tenemos que repetir una vez más de qué oración se
trata. Hay dos clases de oración: una, que es la unión con Dios, y
de la que aquí no se habla; y la otra es la petición a Dios de una
cosa determinada, de la que sí se habla aquí. La unión con Dios es
una cosa continua, porque se basa en el don del Espíritu. En todo su
Evangelio que tiene veintiocho capítulos, ¿cuantas veces dice Mateo
que Jesús ora?: solo dos: una, después del episodio de los panes, y
otra en el huerto de Getsemaní. Parece poco, ¿no?. Y es que esa
oración no significa la unión con Dios, que ésta la tiene Jesús
por el Espíritu. Desde el momento en que en el Jordán El recibe la
plenitud del Espíritu de Dios, eso significa que está siempre unido
con Dios, puesto que tiene el mismo Espíritu, la misma vida. Esa es
la unión con Dios, y de esa oración no hablan nunca los
evangelistas. Esa es la atmósfera en la que respiramos: no hay más
que darse cuenta de que está con nosotros el Señor, en nosotros, al
lado nuestro, o, como nosotros queramos expresarlo. Ese es el don del
Espíritu: la oración continua, que unas veces se hace de manera más
consciente y otras más inconsciente, pero siempre estamos en compañía
del Espíritu. Por lo tanto, basta con que concentremos la atención
en ese hecho, y ya estamos en oración, sin dificultad alguna, porque
sabemos que es el Señor y que nos acepta siempre; seamos mejores o
peores, siempre nos acepta; por parte de El nunca queda, siempre está
a nuestro lado deseoso de entregarnos su amor, que es su Espíritu.
Repito, de este tipo de oración no está hablando aquí Jesús.
Cuando se habla aquí de rezar u orar, significa "pedir
algo a Dios", que es una cosa ocasional; eso no se hace en cada
momento, sino cuando haga falta, y diremos "Señor, necesito o
necesitamos esto" o "fulano necesita tal cosa". Aquí
se trata de una petición, que ya vimos que la otra es el fruto
permanente del don del Espíritu. Este don puede el cristiano
recibirlo de una manera paulatina o de modo más momentáneo, más
sensible, más espectacular. Puede tener un tiempo de una pequeña
exaltación -como el enamoramiento pues, al fin y al cabo, no está
tan distante la imagen- y será algo que pasa: y que tiene que pasar
porque el Señor quiere que vivamos con los pies en la tierra, bien
metidos en la historia; pero eso puede dejar la conciencia de la
presencia de Dios con nosotros, que es el fruto permanente de ese don.
Por tanto, la oración continua es el fruto permanente del don del Espíritu
en nosotros, que ya no nos distrae ni nos eleva sobre la realidad,
como puede suceder en ciertos momentos, sino que, al contrario, nos va
insertando cada vez más en la historia con la eficacia nueva de
trabajar con Dios. Por aquí va la cosa y, como decimos, de esta oración
no se trata aquí. Aquí se habla de pedir algo y, cuando haya que
hacerlo, "entra dentro de ti mismo, cierra tu corazón con llave
y habla con tu Padre": esa oración sí sirve. Y ahora Jesús
desarrolla este aspecto de la oración y dice:
PERO,
CUANDO RECÉIS, NO SEÁIS PALABREROS COMO LOS PAGANOS QUE SE IMAGINAN
QUE POR HABLAR MUCHOS LES HACEN MAS CASO. NO SEÁIS COMO ELLOS QUE
VUESTRO PADRE SABE LO QUE OS HACE FALTA ANTES DE QUE SE LO PIDÁIS
De manera que Dios ya lo sabe, no hace falta estar pidiéndoselo
con insistencia. Pero, entonces, ¿para qué rezamos? ¿para qué
pedimos, si el Padre lo sabe? ¿es inútil?. Por parte del Padre, sí;
por parte nuestra no. Nosotros, al pedir, nos hacemos capaces de
recibir. El pedir es una actitud de apertura y, cuando nos abrimos al
pedir, Dios puede darnos lo que no nos podía dar si no se lo pidiéramos.
Pedir significa estar receptivo y, para recibir, hay que estar
receptivo. Por tanto, esta oración de petición no es para
"mover" a Dios, ya que su amor está siempre deseando
darnos. Por eso no hay que ser "verbosos", porque el Padre
sabe lo que necesitamos antes de que se lo pidamos. ¿Cuales son las
peticiones propias de la comunidad cristiana?
Se dice: "el Padre nuestro es modelo de oración" y,
en efecto, es modelo de petición en esta clase de oración. La otra
oración, la de la unión con Dios, no necesita palabras, basta tener
conciencia de su presencia y de su amor. En cambio, la oración de
petición sí las necesita, y el Padre nuestro es su modelo.
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