El
hombre relativo puede crear algo absoluto.
Cuando el hombre da una respuesta negativa a la y proposición de
amor divino, sigue viviendo. Crea un mundo para sí; crea realmente algo
nuevo, como también Dios creó el cielo y la tierra. Sólo que con una
diferencia. De Dios se podía decir: «Y vio que todo era bueno». Del
hombre no se podrá decir eso porque, ¿podrá haber algo bueno donde no
reina el amor, donde no cabe Dios, ese Dios que se reveló y se llamó con
la palabra amor?
Existe una cosa que no fue
creada por Dios porque no la quiso y que a pesar de ello existe porque la
creó el hombre cuando comenzó a odiar, cuando explotó a su hermano,
cuando mató, cuando torció su rostro ante el pobre, el oprimido, el
hambriento, cuando se amó a sí mismo más que a su prójimo, cuando se
puso como centro de la vida, cuando comenzó a construir su ciudad y se
olvidó de Dios, cuando dio un sí a esta vida y un no a una vida más
rica, más fraterna y eterna. Cuando el hombre hizo todo eso, surgió lo
que llamamos infierno. El infierno no es creación de Dios sino del
hombre. Porque existe el hombre malo, el hombre egoísta y el hombre
cerrado en sí mismo, existe el infierno creado por el hombre mismo. Como
muy bien decía Paul Claudel: «El infierno no proviene de Dios. Proviene
de un obstáculo puesto a Dios por el pecador». El hombre, creatura
pasajera y contingente, puede crearse para sí algo absoluto y definitivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.