Fue en primer lugar un hombre de
equilibrio y de carácter. "Un hombre que sabe lo que quiere y
que está dispuesto a hacerlo sin vacilaciones. Jamás hay en él algo
que indique duda o búsqueda de su destino.
LOS RASGOS DE ESTE HOMBRE
1. Su vida es una flecha dirigida a un blanco,
un sí tajante a su vocación" . "Grandmaison ha escrito con
justicia: Jesús es una mezcla de majestad y de dulzura y mantiene su
línea en todas las vicisitudes: ante la injusticia, la calumnia, la
persecución, la incomprensión de sus íntimos. Sabe condescender sin
rebajarse, entregarse sin perder su ascendiente, darse sin
abandonarse. Es el modelo del tipo ideal, del equilibrio... Conoce las
horas en que la fuerza viril se hinche como un río y parece
desbordarse. Pero estos movimientos extremos siguen siendo lúcidos:
nada de exageración de fondo, de pequeñez, de vanidad; ningún
infantilismo, ningún rasgo de amargor egoísta e interesado. Aun
cuando están agitadas, temblorosas, las aguas permanecen límpidas".
2. Mezcla de pensador ,intuitivo y de persona
realista. "Bastaría recordar sus parábolas. En ellas nos
encontramos un mundo de pescadores, labradores, viñadores, mayorales,
soldados, traficantes de perlas, hortelanos, constructores de casas,
la viuda y el juez, el general y el rey. Vemos a niños que juegan por
la calle tocando la flauta; cortejos nupciales que cruzan la ciudad en
la noche silenciosa; contemplamos a los doctores de la ley ensanchando
sus borlas y filacterias; les encontramos desgreñados en los días de
ayuno; escuchamos su lenguaje cuando rezan; nos tropezamos con los
pordioseros que piden a la puerta de los palacios; descubrimos a los
jornaleros que se aburren en las plazas esperando a que alguien los
contrate; se nos explica minuciosamente cómo cobran sus sueldos;
conocemos las angustias de una mujer que ha perdido una moneda;
sabemos cómo la recién parida se olvida de sus dolores al ver al
chiquitín que ha tenido; nos enteramos de las distintas calidades de
la tierra y de todas las amenazas que puede encontrar un grano desde
la siembra a la cosecha...; se nos describe minuciosamente cómo
reacciona el hombre a quien el amigo despierta en medio de la noche;
nos explican con qué unge las heridas el samaritano y cuál es su
esplendidez...; se nos habla de las telas y de la polilla, de la
levadura que precisa cada porción de harina, de en qué tipo de odres
hay que guardar cada calidad de vino..."
3. Este hombre a la vez lleno de mansedumbre y
de energía; que no les teme a los poderosos y se fija en los lirios;
que declara abiertamente que no se puede estar al servicio de dos
amos, Dios y las riquezas; que sabe orientarse sin vacilaciones en los
grandes problemas de la felicidad, del mal o del dolor humanos, este
hombre es sumamente sensible: Percibe si la gente es agradecida
Lc.
17,17: Jesús preguntó: «¿No han quedado limpios los diez?
Los
otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien vuelva para agradecérselo
a Dios excepto este extranjero?»
Jn.
10,31: Jesús les replicó: «Por encargo del Padre he hecho en
vuestra presencia muchas cosas buenas; ¿por cuál de ellas vais a
apedrearme?»
Jn.
6,67: Jesús preguntó a los doce: «¿También vosotros queréis
marcharos?»
Mt.
21,33: donde se describe desechado fuera de la viña, ajusticiado.
Este hombre es de una gran capacidad de soledad y de una gran
necesidad de compañía: continuamente estuvo rodeado de alguien, y
con frecuencia le hallamos solo, en oración, pensando; y en el
discurso de la última cena -Jn., cap. 13 a 18- manifiesta el drama
del adiós a los amigos.
Este hombre fue despreciado y enjuiciado por
los suyos, que le tuvieron por loco (Me. 3,21); por los dirigentes,
que le consideraron poseído del demonio (Mt. 12,24), y loco (Jn.
8,48), lo mismo que Herodes. Finalmente fue abandonado de todos, menos
de unas pocas mujeres y Juan, que estuvieron a la hora de su muerte. A
este hombre así enfrentado con el realismo de ser hombre, que padeció
el terror en el Huerto, y que nos enseñó a suplicar que nos veamos
lejos de los momentos de tentación, cuando no se percibe en torno
sino la soledad y la ausencia de todo apoyo, aun el de Dios, a este
hombre se le aplica una bella frase en la carta a los Hebreos:
Hebr.
5,7: El, en los días de su vida mortal, ofreció oraciones y súplicas,
a gritos y con lágrimas, al que podía salvarlo de la muerte. Y Dios
lo escuchó, pero después de aquella angustia, Hijo y todo como era.
Sufriendo aprendió a obedecer y, así consumado, se convirtió en
causa de salvación para todos los que le obedecen a él...
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