¡NO PENSÉIS QUE HE VENIDO A
ECHAR ABAJO LA LEY NI LOS PROFETAS!
Al decir esto "no penséis", quiere decir que la gente
puede estar pensando en eso. Está hablando con sus discípulos y se
les ha podido ocurrir la idea de que toda la Ley y los Profetas se han
terminado. "La Ley y los Profetas" es una de las maneras de
designar el Antiguo Testamento. Por tanto, aquí no se trata de la Ley
como código, sino del Antiguo Testamento, que se dividía en dos
grandes partes. Había también otras divisiones, como la que dice
Lucas de "Ley, Salmos y Profetas", pero una de ellas es ésta
de dividir a todo el Antiguo Testamento en Ley y Profetas.
De
manera que aquí, los que escuchaban a Jesús pueden pensar que, con
esto que acaba de decir, se ha liquidado toda aquella inmensa promesa
del Reinado de Dios que había en el Antiguo Testamento. Porque Jesús
ha hablado de los que van a ser pobres, y de los que van a ser
perseguidos, y de que "la luz del mundo" va a ser un grupo
de gente sin importancia, y ésos van a ser la sal de la tierra. Y,
entonces, todo aquel esplendor que se prometía en el Antiguo
Testamento está liquidado. Eso es lo que Jesús quiere poner en
claro.
NO HE VENIDO A ECHAR ABAJO SINO
A DAR CUMPLIMIENTO
La clave de interpretación está en estas dos últimas
palabras: "dar cumplimiento". El verbo griego "plerosai"
(dar cumplimiento) se usa en Mateo siempre para las profecías:
"...Y así se cumplió lo que había dicho el profeta..."
(Mateo 1, 22; 2, 15, 17, 23; 4, 14; 8, 17; 12, 17, etc.). De manera
que está tomando todo el Antiguo Testamento -designado como la Ley y
los Profetas- como una gran profecía. Por tanto, lo que dice es:
"Yo no voy a echar abajo esa profecía, sino a darle
cumplimiento. De manera que no tengáis miedo de que toda la gran
promesa que existía se vaya a quedar en agua de borrajas. Todo va a
ser cumplido".
PORQUE
OS ASEGURO QUE ANTES QUE DESAPAREZCAN EL CIELO Y LA TIERRA NI UNA
LETRA NI UNA COMA DESAPARECERÁN DE LA LEY ANTES QUE TODO SE REALICE
Aquí habla sólo de la Ley. Ya
hemos dicho que considera la Ley, los Profetas, o sea, todo el Antiguo
Testamento, como una profecía, porque dice: "He venido a dar
cumplimiento". De los profetas, que sean profecía, está claro,
pero de la Ley, es decir, de los libros de Moisés ¿en qué sentido
son profecía?.
En el tiempo de Jesús era clarísimo. El centro de los libros
de Moisés es el Éxodo de Egipto, o sea, la liberación de la
esclavitud y llegada a una tierra prometida. Se pensaba en tiempos de
Jesús, y así lo enseñaban los rabinos, que el Mesías tenía que
hacer el éxodo definitivo; que el éxodo que hizo Moisés no era más
que una figura anticipada del éxodo definitivo, de la liberación
definitiva y de la tierra prometida definitiva, que llevará a cabo el
Mesías. De manera que también los libros de la Ley son profecía;
están anunciando esta liberación final que hará el Mesías. A eso
también se va a dar cumplimiento, y por eso aquí habla solo de la
Ley, insistiendo en ese aspecto de "éxodo". Ahora bien,
"no para observarla", sino "antes que se realice
todo": todo lo que está en el futuro de la Ley, que es
precisamente el éxodo, tiene que realizarse enteramente antes que
pasen el cielo y la tierra. Y eso se va a realizar hasta el detalle.
No caerá ni una "iota" (la letra más pequeña), ni un
acento, toda aquella profecía del éxodo futuro se va a cumplir hasta
el último punto.
¿Cuando se produce eso? Con la muerte de Jesús. La muerte de
Jesús es su éxodo definitivo y, detrás de él, todo. Ahí se abre
la puerta de la nueva tierra prometida. La nueva tierra prometida es
el Reinado de Dios, aquí y allí, porque es una realidad que empieza
aquí, pero que no se detiene con la muerte. Pero aquí también.
Donde está Dios reinando, donde está su Espíritu, ése es el
Reinado de Dios. La comunidad que, por impulso del Espíritu, por esa
vitalidad nueva que da el Espíritu, es una comunidad de amor, de
entrega, de libertad, de alegría, de igualdad; ése es el Reinado de
Dios. Con todas nuestras limitaciones, por supuesto; nunca será una
cosa perfectísima, pero existe una nueva relación humana. Ese es el
Reinado de Dios y ésa es la Tierra prometida. Saliendo como éxodo de
la sociedad injusta para empezar a vivir en un pequeño grupo, que es
prenda de la sociedad futura. Y eso se realiza cuando Jesús, con su
muerte, da su Espíritu. Ahí empieza. No pasará, no caerá ni una
coma, ni un acento de la Ley ‑de esa profecía‑ antes que
se realice todo. No que se observe la Ley, que de eso no dice nada.
Y ahora habría que explicar por qué Jesús quita de en medio
la Ley entera. No porque todo lo que diga la Ley es malo, aunque hay
cosas que sí, por ejemplo, aquello de la venganza, la ley del talión,
etc. Otras cosas son tontas, como todos los tabúes aquellos antiquísimos,
las impurezas legales de los actos fisiológicos, etc., que son cosas
muy antiguas, de cuando se vivía en ese sentido de la mancha, cosas
que hoy no sirven para nada. Aunque hay otras cosas buenas, como
"Amarás al Señor, tu Dios, amarás a tu prójimo" etc.
Entonces ¿qué hace Jesús?, ¿va a quedarse con lo bueno y quitar lo
malo?, ¿va a decir "de la Ley vale esto y no vale 10
otro"?: no. De la Ley no vale nada. ¿Por qué? Por que la Ley es
un código impuesto al hombre desde fuera. Y, en el Nuevo Testamento,
en el Reinado de Dios, no hay código externo ninguno. El hombre no
puede estar obedeciendo órdenes de fuera, porque eso es infantil, ésa
es la época de los niños, pues el niño necesita que alguien le diga
lo que tiene que hacer. El adulto, no. En el Reinado de Dios se obra
por ese impulso interior. Por eso, uno hará muchas cosas de las que
estaban en la Ley -por ejemplo, uno no va a matar-, pero no lo hará
porque lo diga la Ley, sino porque su amor interior lo llevará a dar
vida y no a quitarla. Uno amará a Dios, pero no porque lo diga la
Ley, sino por la comunidad de espíritu que lleva dentro. De manera
que la diferencia está entre niños y adultos. Toda ley externa que
nos diga: "usted tiene que hacer esto, le mando que haga
esto" es de niños. Como Jesús viene a empezar la edad adulta de
la Humanidad, todo lo que sea código externo de conducta se ha
terminado. Es ahora el principio interno del hombre, ese Espíritu
nuevo, el que lo lleva. Eso es ser adulto. Por eso la Ley en cuanto código,
está completamente abolida. No en cuanto profecía, aquella del éxodo,
que esa se realiza con la muerte de Jesús. Y nosotros vamos detrás.
El éxodo se abrió con la muerte de Jesús, cuando El da su Espíritu,
y nosotros vamos saliendo de la sociedad injusta, que es la tierra de
esclavitud, para entrar en la tierra prometida, que es esta comunidad
que vamos creando, que queremos crear, donde la relación humana es
relación de amor. No de rivalidad, no de hostilidad de unos con
otros, no de dominio, no de prestigio, sino de igualdad, de entrega,
de solidaridad.
PABLO
EN GÁLATAS 3, 23
Y, por si nos queda alguna duda, podemos ver el comentario que
hace Pablo sobre esto de la Ley en Gálatas 3, 23: "Antes de que
llegara la fe, es decir, la adhesión a Jesús, estábamos custodiados
por la Ley, encerrados, esperando que la Ley se revelase".
Encerrados: la Ley es la carcelera del hombre. "Así la Ley era
nuestra niñera, hasta que llegase el Mesías y fuésemos
rehabilitados por la fe". Cuando llega la edad adulta, se acabó
la niñera. "En cambio, una vez llegada la fe, ya no estamos
sometidos a la niñera pues, por la adhesión al Mesías Jesús, sois
todos hijos de Dios; porque todos, al bautizaros vinculándoos al Mesías,
os revestisteis del Mesías". Ya sois una cosa con él. Y más
adelante: "Mientras el heredero es menor de edad, en nada se
diferencia de un esclavo pues, aunque es dueño de todo, lo tienen
bajo tutores y curadores hasta la fecha fijada por su padre. Igual
nosotros, cuando éramos menores estábamos esclavizados por lo
elemental del mundo" (que es la Ley). "Pero, cuando se
cumplió el plazo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, sometido a
la Ley, para rescatar a los que estaban sometidos a la Ley, para que
recibiéramos la condición de hijos. Y, la prueba de que sois hijos,
es que Dios envió a vuestro interior el Espíritu de su Hijo que
grita: ¡Abba! ¡Padre! De modo que ya no eres esclavo, sino hijo y,
si eres hijo, eres también heredero, por obra de Dios".
De manera que Pablo dice que la Ley era el estado elemental del
hombre, era la edad infantil de la Humanidad. Cuando llega la edad
adulta, se acabaron los tutores, se acabó la niñera. Y la razón es
ésa: porque ya no hay código exterior, lo que hay es el Espíritu de
Dios en nuestro interior. Y eso es lo que va haciendo madurar al
hombre. Y el hombre no actúa por ese "ahora tienes que hacer
esto, ahora tienes que hacer lo otro", sino que él mismo, con su
Espíritu, tiene que ir decidiendo en cada circunstancia lo que
conviene hacer y cómo su deseo de amor y de entrega tiene que irse
concretando ante las exigencias de la realidad que tiene delante. El
hombre se desarrolla con el uso de su libertad y, por tanto, es
precisamente el gran instrumento del desarrollo el que el hombre, con
ese Espíritu, vaya decidiendo libremente en cada momento lo que tiene
que hacer para dar vida a los demás.
Es decir, que no hay que tener miedo de que ese Reinado de Dios
prometido en el Antiguo Testamento, se vaya a quedar en nada. Se va a
quedar en todo. Toda esa enorme profecía se va a cumplir. ¡Claro!,
que de otro modo, pues el Antiguo Testamento lo que esperaba era la
gloria política de Israel, y eso se ha terminado. No es la gloria política
de un pueblo, porque el nacionalismo de Israel se ha acabado, el
exclusivismo del pueblo escogido se ha terminado. Es la Humanidad
entera, y se va a hacer, no por el dominio de un pueblo sobre otro,
sino creando una sociedad donde todos sean hermanos porque hay un solo
Padre.
POR
LO TANTOS EL QUE SE EXIMA DE UNO SOLO DE ESOS MANDAMIENTOS MÍNIMOS
Los "mandamientos mínimos" son las
"Bienaventuranzas". Y los llama "mandamientos", no
porque estén formulados en forma de tales, sino para oponerlos a los
mandamientos de la antigua Ley. Es lo que hace Juan cuando dice: "Este
es el mandamiento mío: que os améis unos a otros como yo os he
amado". Esto no es un mandamiento, es un ideal, pero tanto
Mateo como Juan lo llaman mandamiento para decir "esto es lo que
sustituye a todos aquellos mandamientos antiguos".
Y llamarlos "mínimos" corresponde a lo que dice Jesús
después en el mismo evangelio: "Mi yugo es llevadero y mi carga
ligera". Esto no es una cosa difícil, no es una cosa que
aprisione al hombre. Jesús no nos da recetas: nos da principios,
impulsos, ideales y nos da el Espíritu que nos lleva a eso. Ahora ¿cómo
lo practicamos en el siglo XX?: habrá que pensarlo, pero lo que no
podemos hacer es vaciarlo.
Y
LO ENSEÑE ASÍ A LA GENTE
Ese va creando unas comunidades que son la sal que se vuelve
sosa, porque está vaciando de contenido el mensaje de Jesús.
SERÁ
LLAMADO MÍNIMO EN EL REINO DE DIOS
Esta es una frase que, en el lenguaje rabínico, quiere decir
"excluido". Esto está en paralelo con la parábola de la
cizaña: hay trigo y cizaña dentro del Reinado de Dios. Esta es la
cizaña, la "quinta columna que hay dentro de la comunidad
cristiana, y que está vaciando de contenido la vida cristiana".
EN
CAMBIO, EL QUE LOS CUMPLA Y ENSEÑE (primero es practicar y después
enseñar) ...ESE SERÁ LLAMADO GRANDE EN EL REINO DE DIOS. PORQUE OS
DIGO QUE, SI VUESTRA FIDELIDAD NO SOBREPASA CON MUCHO LA DE LOS
LETRADOS Y FARISEOS, NO ENTRÁIS EN EL REINO DE DIOS.
Los letrados y fariseos se vanagloriaban de una fidelidad a la
Ley en los detalles más mínimos. "Pues la vuestra tiene que ir
mucho más allá pero, no en el plan legalista, sino en el plan de la
entrega que supone la opción. No en el plan de ellos, que se pasaban
el día mirando con lupa los 613 mandamientos que habían sacado de la
Ley; no en cantidad, sino en calidad. Vuestra fidelidad no es a esas
tonterías, sino a la opción entre Dios y el dinero, y que tiene que
estar muy por encima en calidad, y no menor en entrega, a la de los
letrados y fariseos"
Mateo, que escribe bastante más tarde que Marcos y, además, en
una comunidad muy atacada por el espíritu judío ‑pues,
alrededor suyo tiene comunidades judías muy fanáticas que acusan a
la comunidad cristiana de traidora‑, se encuentra con una
comunidad mezclada. En la comunidad de Marcos hay algunos problemas,
pero son de otra clase: son problemas comunitarios entre los discípulos
de origen judío y los seguidores de Jesús que vienen del paganismo;
pero no hay ese problema de fidelidad a la Ley que pone Mateo. Por
eso, no existe en Marcos la parábola de la cizaña (los que vacían
de contenido el mensaje de Jesús), ni lo de "serán llamados mínimos"
los que no lo practican. Por ser Mateo más tardío, hay una nota
pesimista, o más realista, en la parábola del que "edifica su
casa sobre roca o sobre arena": porque tiene más experiencia y
ha habido más dificultades en la comunidad y más ataques de fuera.
También Lucas, que escribe todavía más tarde, se encuentra con una
comunidad más difícil que la de Marcos, porque no hay tanta
fidelidad: y por eso Lucas pone la Bienaventuranza de una forma mucho
más radical que Mateo, ya que dice: "Dichosos los pobres, porque
vuestro es el Reino de Dios" "¡Ay de vosotros los ricos,
porque ya tenéis vuestro consuelo!"; y se dirige también a los
discípulos. Por lo que se ve que, en la comunidad de Lucas (o en
otras que conocía) había ricos y pobres, que la opción no se había
hecho. Y eso que estaban a pocos años de la muerte de Jesús. Por eso
Lucas pone esa tremenda antítesis entre pobres y ricos, que no
aparece en Marcos ni en Mateo, que son más antiguos. "Los mínimos",
pues, en Mateo son aquellos que vacían la comunidad con su conducta,
y enseñan ese modo de proceder, con lo que crean comunidades que no
sirven más que para que las gentes las pisoteen, como dice de la sal.
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