VOSOTROS SOIS LA SAL DE LA TIERRA. SI LA SAL SE PONE SOSA ¿CON
QUE SE SALARA? YA NO SIRVE MAS QUE PARA TIRARLA A LA CALLE Y QUE LA
PISE LA GENTE.
(Juan J. Mateos)
La sal era el símbolo de la permanencia de la Alianza. La sal
se usaba siempre en los contratos ‑incluso hasta el Medievo
europeo‑ y, por eso, se llamaban "contratos de sal".
Como la sal conserva, impide la putrefacción, es símbolo de eso,
cuando se hacía un pacto entre dos se regalaban mutuamente un saco de
sal para significar "este pacto es incorruptible". Era la señal
de la fidelidad. Y esto aparece ya en el Antiguo Testamento. En todo
sacrificio que se hacía en el Templo había que echar un puñado de
sal, ya que eso justificaba que ese sacrificio era según la Alianza,
es decir, que perpetuaba la Alianza. La sal era la garantía de la
perpetuidad de la Alianza. Aún más, hay dos textos en los que Dios
mismo dice: "He hecho con
Aarón un pacto de sal", y "Yo he hecho con David un pacto
de sal". Esto quería decir que Dios había hecho con Aarón
y David un pacto que duraría para siempre, que sería incorruptible.
De manera que la sal era el signo de la perpetuidad, la garantía de
la continuidad de la Alianza.
Y ahora dice: "Vosotros sois la sal de la tierra". Es
decir, depende de vosotros el que esta nueva Alianza con los hombres
siga existiendo. Vuestra conducta será la garantía de que existe
esta nueva oportunidad que da Dios a los hombres, esta nueva efusión
de su amor a través de Jesús, que ha expuesto en el programa de las
Bienaventuranzas, la posibilidad de la creación de esa sociedad nueva
que es su Alianza.
"Si la sal se pone sosa ¿con qué salará?". Si la
sal pierde el sabor. La frase que usa aquí Mateo es "se pone
tonta" o " se vuelve necia", y lo hace a propósito
porque es que, al final de este Sermón de la Montaña, viene la parábola
de las dos casas: "El hombre prudente, el hombre sensato, es el
que edificó su casa sobre roca, y vino la inundación y su casa
resistió. Este es el‑que escucha mi palabra y la pone por obra.
El necio edificó su casa sobre arena, vino la inundación y su casa
se derrumbó. Este es el que escucha mi palabra y no la pone por
obra". De manera que la sal necia es la comunidad que escucha el
mensaje de Jesús, pero no lo practica. Y, entonces, ¿con qué se le
dará sabor a esa sal ya? Si están encandilados con el mensaje y en
la práctica lo están traicionando ¿quién le va a hablar ya del
mensaje a esa comunidad, si se lo sabe de memoria?
"Ya no sirve más que para tirarla a la calle y que la pise
la gente". Es la cosa más despreciable del mundo. La sal que no
sala ya no sirve para nada. La comunidad cristiana que, de alguna
manera, ya no vive ese mensaje, es digna de desprecio de la humanidad
entera. Esto parece cruel, pero tengamos en cuenta que esto no es una
ley, sino un proceso, una maduración, que esto es un amor que se va
poniendo en práctica. Aquí no estamos hablando de que el Señor
obliga a hacer esto, él no obliga a hacer nada, él no ha dicho
"Yo mando" en ninguna ocasión. Es que ese Espíritu que
recibimos vaya madurando, que vaya llenando nuestro ser y, a medida
que ese amor nos llene, sentiremos el deseo de ponerlo en práctica.
Esto está en relación con esas tres bienaventuranzas que
hablan de la liberación: "Dichosos los que sufren, porque ésos
van a recibir el consuelo". "Dichosos los sometidos, porque
ésos van a heredar la tierra". "Dichosos los que tienen
hambre y sed de justicia, porque ésos van a ser saciados". Esto
es una promesa de liberación, porque va en futuro, y entonces es: si
las comunidades cristianas existen en esa opción, esa es la garantía
de que esta obra de liberación va a ir existiendo en el mundo. Vemos
la enorme responsabilidad de los cristianos. Una responsabilidad
total. Pero, sin embargo, la realidad es que nunca nos habían dicho
esto. El cristianismo que hemos aprendido nunca nos ha enseñado que
hay que vivir así, que se trata de formar comunidades que sean el
principio de una sociedad diferente. Por tanto, no es cosa de tener
remordimientos. Pero ahora que empezamos a saberlo, vamos a ver si
empezamos a practicarlo.
VOSOTROS
SOIS LA LUZ DEL MUNDO
"La luz" se aplicaba a Jerusalén como ciudad. En Isaías
60 dice: "Brilla, brilla, Jerusalén, porque la. gloria del Señor
está sobre ti". Se aplicaba también al Templo, que en el fondo
era el núcleo de Jerusalén. De manera que la ciudad santa, donde
resplandecía la gloria de Dios, y el templo, que era el gran
exponente de la santidad de Jerusalén, era "la luz del
mundo". Pero eso se ha terminado. Ya no hay una ciudad santa ni
hay un templo. Donde la gloria de Dios resplandece, o sea, donde Dios
se manifiesta y da a conocer, es en el grupo humano que está viviendo
ya la realidad de este Reino suyo. Ahí es donde resplandece su
gloria, que es su amor. Eso es la luz del mundo. Se han acabado ya los
derechos geográficos a ser ciudad santa. Nunca cuatro muros pueden
ser un templo para Dios, m nunca una ciudad puede tener por sí misma
el apelativo de santa. Todo esos eran cosas infantiles de una
humanidad antigua. Lo único que puede ser santo, es decir, semejante
a Dios (santo está en relación con el Espíritu Santo), lo único
que puede recibir el espíritu de Dios y parecerse por eso a Dios
mismo, es el hombre. Por tanto, lo único que puede reflejar la
presencia de Dios en el mundo es el hombre. Lo demás son cosas
antiguas, supersticiones antiguas, objetivaciones antiguas que, en una
edad adulta de la humanidad, no tienen sentido. De manera que esta
comunidad donde existe, vive y está, además apareciendo, brillando
ese Espíritu de Dios, que es el amor por el bien del hombre, la
actividad en favor del hombre, ésa es la luz del mundo. Y no hay
otra.
NO SE PUEDE OCULTAR UNA CIUDAD SITUADA EN LO ALTO DE UN MONTE.
Alusión a Jerusalén. Como vosotros sois ahora la nueva Jerusalén,
es decir, esta comunidad es el sitio donde resplandece la gloria de
Dios, esto no se puede ocultar. De manera que esto tiene que verse; la
comunidad cristiana tiene un modo de comportarse que se hace visible
poquito a poco, en pequeña escala porque somos poquita cosa, pero eso
tiene que notarse alrededor.
NO
SE ENCIENDE UN CANDIL PARA METERLO
DEBAJO DEL PEROL SINO PARA PONERLO EN EL CANDELERO Y QUE BRILLE
PARA TODOS LOS DE LA CASA.
La comunidad cristiana no puede ser un círculo cerrado, que no
tenga ninguna repercusión al exterior. Tiene que notarse de alguna
manera su presencia, porque nadie trae un candil para meterlo debajo
de la cama. Lo pone para que alumbre. El ha venido a encender ese
candil, que somos nosotros, y ese candil tiene que alumbrar, tiene que
notarse. Esto no siempre es fácil, aunque tampoco tenemos que
hacernos mucho problema. Lo que sí tenemos que recoger de esto es que
la comunidad no puede ser un círculo cerrado o inactivo. Tiene que
pensar que eso tiene que transmitirse por algún lado, tiene que
trascender fuera del círculo de la comunidad. Ese Espíritu que .está
en la comunidad ‑que es Dios mismo‑, esa vida nueva que
existe en la comunidad, ese impulso, tiene que tener un destinatario
fuera de la comunidad. Es ésta la luz. Para que se vea, para que la
noten. Naturalmente, si somos poca cosa, poco se notará el Espíritu,
pero algo tiene que notarse, porque se trata de que esta comunidad está
interesada en el bien de la humanidad, que no vive para sí misma y,
por lo tanto, de alguna manera su actividad tiene que verse.
ALUMBRE
TAMBIÉN VUESTRA LUZ A LOS HOMBRES
El compromiso de la comunidad tiene que ser hacia los demás.
"Los hombres" son los que no son miembros de la comunidad.
QUE
VEAN EL BIEN QUE HACÉIS Y GLORIFIQUEN A VUESTRO PADRE DEL CIELO.
"Glorifiquen" es que tienen que conocer que Dios es
Padre. "Esto es lo que vais a transmitir: que Dios es Padre, que
Dios es el que ama a los hombres, que Dios es el que da la vida a los
hombres. Eso se irá viendo cuando vosotros practiquéis ese amor y
comuniquéis esa vida. El efecto del amor es la vida. (Esta es la
formulación que compendia todo lo que es efecto del amor). Y dar vida
significa dar libertad, y dar amor, y dar alegría, y dar
conocimiento, y dar todo. El Padre es el que comunica vida; por lo
tanto, cuando vuestra actividad sea así, la humanidad irá
comprendiendo el verdadero rostro de Dios, que es Padre. Que no es
juez, ni es soberano, ni es el que tiene al hombre debajo para
castigarlo o vigilarlo, sino que es el que está deseando comunicar al
hombre la plenitud de vida que El tiene. Y ésta es la misión de la
comunidad. Al ver el bien que hacéis, la gente irá entendiendo la
clase de Dios que es el vuestro, irá descubriendo el verdadero rostro
de Dios".
Esto corresponde a las otras tres bienaventuranzas. Lo de la sal
era a las tres de la liberación y lo de la luz a las tres de la
actividad cristiana: "Dichosos los que prestan ayuda, porque ésos
van a recibir ayuda". "Dichosos los limpios de corazón,
porque ésos van a ver a Dios". "Dichosos los que trabajan
por la paz, porque a ésos los va a llamar Dios hijos suyos". De
manera que el dicho de la sal se refiere a la liberación futura: "Vosotros
sois los garantes, con vuestra fidelidad, de que esta liberación vaya
existiendo en el mundo". Y aquí: "vuestra
actividad es la que irá causando el cambio. Esa actividad de prestar
ayuda, de la transparencia de conducta, del trabajo por los demás,
que es la felicidad del hombre. Y así seréis la luz del mundo".
Y vemos que dice: "vuestro Padre del cielo". Esto
supone que esta comunidad ya está viviendo en el Reino porque, tener
a Dios por Padre es lo mismo que tener a Dios por rey. Es decir, tener
a Dios por rey es un término del Antiguo Testamento que se traduce en
el Nuevo Testamento por tener a Dios por Padre, ya que Dios reina no
imponiendo ni mandando, sino comunicando su Espíritu, que es su vida,
comunicando su propia vida, por lo que, al comunicar su vida ese Rey
se convierte en Padre. Y ¿por qué lo llama ya "vuestro
Padre"? Porque están dedicados a hacer lo que El hace, porque
"dichosos los que trabajan por la paz, porque a ésos los llamará
Dios hijos suyos".
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