Salida
de la sinagoga. Trama de los fariseos y retirada de Jesús.
Mc
6-7a:
Al
salir, los fariseos, junto con los herodianos, se pusieron en seguida
a maquinar en contra suya, para acabar con él; Jesús, junto con sus
discípulos, se retiró en dirección al mar.
La salida de la sinagoga se refiere tanto a los fariseos como a
Jesús. En ella se expresa la ruptura definitiva: los fariseos van a
tramar la muerte de Jesús; Jesús, por su parte, va a expresar su
alejamiento de la institución judía y su dedicación al bien de
todos los hombres.
La reacción de los fariseos es inmediata («en seguida»), lo que
indica que el problema es para ellos de suma gravedad. Ahora no van a
denunciar a Jesús, como había sido su primer propósito (3,2); sin
esperar a la decisión de un tribunal, planean directamente su muerte.
No se asocian a los letrados ni al Gran Consejo de Jerusalén (18).
Les interesa acabar con Jesús cuanto antes, aunque sin aparecer públicamente
como los causantes de su muerte. De hecho, en la praxis jurídica
farisea nunca se llegaba a la ejecución de la pena de muerte, para
salvar su fama ante el pueblo. Por eso van a aliarse con otro grupo
que puede ayudarles a llevar a cabo su propósito. Es el grupo de los
herodianos o partidarios de Herodes, rey/tetrarca de Galilea (cf.
6,14ss), representante del poder político (19).
De hecho, al emancipar al pueblo de la sumisión a la Ley y procurar su
libertad, Jesús no sólo sacude la base de la religión farisea, sino
también la del poder político, igualmente opresor. Los herodianos
son partidarios de un rey ilegítimo, cuyo poder se afirma dando
muerte (cl 6,16). Para encubrir su crimen, los fariseos buscan el
apoyo del brazo secular, que puede considerar a Jesús un subversivo y
eliminarlo (20). También los
poderosos se alarman. La sumisión religiosa garantiza la civil; el
Dios despótico legitima el despotismo.
«Retirarse» significa abandonar un lugar; con su retirada, Jesús
manifiesta públicamente su ruptura con la institución sinagogal. Lo
acompañan sus discípulos, que mantienen su adhesión y se asocian a
su ruptura (21).
«El mar» o lago de Galilea, frontera con los territorios
paganos, se convierte en símbolo de la apertura a todos los pueblos
(1,16 Lect.; 2,13). Jesús abre a su actividad y mensaje el horizonte
universal ya insinuado en la llamada de los pescadores «junto al mar»
(1,16), en el episodio del paralítico (2,1-13), en la llamada de Leví
(2,14) y en el banquete con discípulos y «pecadores» (2,15-17),
figura de la nueva comunidad universal.
Ha ofrecido su mensaje en primer lugar a Israel, y ha sido rechazado
por los que dominan al pueblo a través de la sinagoga. Con esto, Jesús
da por terminada su labor con el pueblo judío como tal. Desde ahora
no pretenderá abarcar «la casa de Israel» (2,1 Lect.); sólo los
israelitas que rompan con las instituciones oficiales podrán formar
parte de su grupo.
La ruptura es definitiva y los caminos divergen: Para salvar la
institución religiosa, los fariseos deciden eliminar a Jesús, y
buscan apoyo en el poder civil. Jesús abandona esa institución y se
marcha en dirección a la humanidad, para ofrecerle libertad y vida.
Contrasta la violencia de los observantes de la Ley con la no
violencia de Jesús. El antagonismo de la institución judía hacia él
será implacable, no cejará hasta darle muerte,
con ellos». La nueva alianza se separa de la antigua, es la única vez
que aparece en Marcos (10 veces en Mt); no tiene sentido de huida,
pero sí de ruptura; «Jesús se retira porque sabe que sería inútil
discutir más tiempo con los obstinados fariseos, a quienes las
discusiones anteriores no han hecho más que irritar». Puede pensarse
que Me prepara con este verbo el cisma que va a consumar Jesús con la
formación del nuevo Israel (3,13-19).
18 Con el recurso a los letrados,
miembros del tribunal local (Consejo local), sólo habrían podido obtener la
excomunión de Jesús, pues incluso el Gran Consejo de Jerusalén
(Sanedrín) podía condenar a muerte, pero no ejecutar la sentencia,
aunque a veces se daban casos de lapidación, como el de Esteban.
19
Siempre que aparecen los herodianos en Mc se les menciona juntamente
con los fariseos (3,6; 8,15 l.v.; 12,13). Si éstos representan un
poder religioso, los herodianos representan un poder político son los
círculos judíos adictos a Herodes, con influjo en la corte. El hecho
de que en 12,13 aparezcan en el templo como emisarios de los miembros
del Gran Consejo muestra que son judíos. Han de ser identificados,
sin duda, con «los notables de Galilea» mencionados en 6,21 como
invitados al banquete por el cumpleaños de Herodes. La denominación
«los herodianos» no tiene, por tanto, por qué hacer referencia a un
grupo concreto así llamado en tiempo de Jesús. De hecho, no se
encuentran documentos en que aparezca esta denominación.
Por
otra parte, es históricamente conocida la hostilidad de los fariseos
contra Herodes el Grande y Herodes Antipas. Estuvieron en buenas términos
únicamente en tiempo de Herodes Agripa (41-44 d.C.).
20 El poseído de la
sinagoga acusaba a Jesús de querer destruirlos; para evitar esta
destrucción, fariseos y herodianos quieren destruir a Jesús. Esta
maquinación contra Jesús anticipa lo que sucederá en su pasión:
las autoridades religiosas judías acudirán al gobernador romano para
conseguir la ejecución de Jesús.
21 La expresión «Jesús con sus discípulos»
calca la de 2,19: «[mientras] el novio/esposo está con ellos.
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