El hombre, cualquier hombre, es para
Jesús algo absolutamente intocable, no manipulable, sagrado. Jesús
ve en cualquiera de ellos la dignidad que en sí mismo percibe: la de
ser seres amados por Dios mismo.
UNA RELACIÓN CON LAS HOMBRES
RESPETUOSA, FRATERNA
Pero Jesús advierte en seguida que los hombres no son conscientes
de este altísimo destino:
- unas veces no los son porque otros les atosigan con preceptos
y leyes que sobrepasan lo razonable. Y los sencillos no poseen
conocimientos y preparación para oponerse y rebelarse. Por eso Jesús
asumirá este papel de defensa del hombre contra todo exceso, ya sea
de la ley civil, del culto religioso o de lo que fuere;
- otras veces Jesús sabe que no
somos conscientes de esa grandiosa
dignidad y destino simplemente porque no lo pensamos, porque
nos
solicitan las cosas visibles, porque no somos. capaces de
relativizarlo todo ante la nobleza de llegar a ser personas
auténticamente
en relación. Por eso Jesús asumirá el papel de despertarnos
constantemente a la única cosa que, es necesaria.
Conjugando estas dos formas de encontrarse con el prójimo,,
podríamos recordar tantos pasajes del evangelio...: Se hace encontradizo
con la mujer viuda cuando sacaban a enterrar a su hijo único.
Lc.
7,13: A1 verla el Señor, le dio lástima de ella y le dijo: No,
llores.
El capítulo 11 de Juan narra la conmoción de Jesús cuando la
muerte de su amigo Lázaro y el encuentro con sus amigas, las.
hermanas del difunto. Jesús tiene una agudísima perspicacia para.
saber quién necesita algo. Es maravilloso el capítulo 5 de Juan:
Entra en la piscina, llena de gente enferma, y se dirige al hombre que
llevaba treinta y ocho años allí y no tiene quien le ayude:
Jn.
5,6: Viéndolo Jesús allí echado y notando que llevaba ya mucho
tiempo inválido, le preguntó: «¿Quieres curarte?»
A Jesús le interesan las personas desvalidas; defiende y admira
a los niños; le preocupan las muchedumbres
Mc.
6,34: Al desembarcar vio Jesús mucha gente, le dio lástima, de ellos
porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso ‑a enseñarles
con calma.
Todas las personas son igualmente importantes para él. La dignidad
del hombre está por encima de todo:
Mc.
2,28: El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado;
así que el hombre es señor también del sábado,.
que vale tanto como decir que el hombre es superior a todos los
cumplimientos cúlticos por sí mismos. El propio Jesús se considera
un servidor del hombre, y sabe muy bien que eso no le rebaja en
absoluto; todo lo contrario, es su más íntimo llamamiento:
Mt.
20,28: Igual que este hombre no ha venido sino a servir y dar su vida
en rescate por todos.
No hay que doblegar a otros ni dominarlos nunca:
Mt.
20,25: Jesús los reunió y les dijo: «Sabéis que los jefes de las
naciones las tiranizan y que los grandes las oprimen. No será así
entre vosotros; al contrario, el que quiera subir, sea servidor
vuestro y el que quiera ser primero sea esclavo vuestro.»
No hay que juzgar a los demás: no somos quiénes nunca para hacerlo,
aunque nos parezca que tenemos toda la razón del mundo:
Mt.
7,1: No juzguéis y no os juzgarán; porque os van a juzgar como juzguéis
vosotros, y la medida que uséis la usarán con vosotros. ¿Por qué
te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la
viga que llevas en el tuyo?
Jesús observó siempre una enorme y respetuosa reserva acerca
de los demás: de su libertad y responsabilidad individuales. Siempre
que estuvo junto a pecadores, supo respetar el misterio del corazón
o de la debilidad humanas e interpretarlas. La imagen del pastor
buscador de una única oveja perdida, que abandona las otras noventa y
nueve (Le. 15,4) le retrata en este respeto y solicitud.
Lo único que Jesús no soporta es la hipocresía,
el orgullo, el querer imponerse a los demás. Sus verdaderos y únicos,
podríamos decir, adversarios fueron los fariseos, quienes mantenían
esa línea, de comportamientos.
Jesús creía en el hombre. Creía que es
capaz de comprender y admirar y ser fiel al mundo de los
"valores", como él mismo lo era. Quiere situar al hombre
ante el sentido de la vida y que él mismo sea artífice de su
grandeza. Le quiere convencer a partir de su propia experiencia
Mt.
11,28: Acercaos a mí todos los que estáis rendidos y abrumados,
que yo os daré respiro. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que
soy sencillo y humilde: encontraréis vuestro respiro, pues mi yugo es
llevadero y mi carga ligera.
Lo más importante para él fue esa vocación de fraternidad entre
los hombres que ardía en sus venas. El único precepto es el amor:
Jn.
15,12: Este es el mandamiento mío, que os améis unos a otros como yo
os he amado.
Mt.
7,12: En resumen: Todo lo que querríais que hicieran los demás por
vosotros, hacedlo vosotros por ellos, porque eso significan la Ley y
los Profetas.
Igualmente queda retratado Jesús en la famosa parábola, del
Buen Samaritano: Le. 10,30. Allí, al final, declara implícitamente
la que considera como propia misión
Lc.
10,35: ¿Qué te parece? ¿Cuál de estos tres se hizo prójimo del
que cayó en manos de los bandidos? « El que lo trató con
misericordia.» Jesús le dijo: «Pues anda, haz tú lo mismo.»
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