El monasterio de Lamayuru, uno de los más antiguos del Tíbet.
En la
actualidad el Tíbet atraviesa una situación, prolongada ya durante más
de medio siglo, que ha cambiado las tradiciones y costumbres del budismo
tibetano, pero que también ha facilitado, a través del exilio de muchos
habitantes de la zona, la expansión por el mundo de sus costumbres.
En
1951 Mao Tse Tung, el jefe supremo de China en aquel entonces, impuso un
«Acuerdo de Liberación Pacífica del Tíbet» que otorgaba a China la
defensa y la política exterior del territorio, mientras que la política
interior quedaba bajo el control del Dalai Lama. Las tropas chinas
entraron en Lhasa el 9 de septiembre de 1951. El 10 de marzo de 1959
hubo una gigantesca manifestación pacífica en las calles de Lhasa en la
que se pedía la independencia del Tíbet, pero fue brutalmente aplastada
por los chinos y se estima que murieron 87.000 tibetanos. El Dalai Lama
marchó al exilio con cerca de 100.000 tibetanos. Se establecieron en
Dharamsala, en el norte de la India, donde fijaron un gobierno en el
exilio. En 1965 Tíbet fue convertido en una región de la República
Popular China y durante la Revolución Cultural la guardia roja maoísta
intensificó la persecución religiosa y se destruyeron miles de
monasterios y monumentos budistas.
El
Dalai Lama trató de abrir las puertas del diálogo con los chinos y en
1987-1988 propuso el Plan de Paz de Cinco Puntos para estabilizar la
situación política del país, pero no fue atendido por los chinos. En
1989 el Dalai Lama recibió el Premio Nobel de la Paz, lo que fue
criticado por el gobierno chino. En agosto de 1993 se mantuvieron
conversaciones entre representantes del Dalai Lama y el gobierno chino,
aunque no consiguieron cambios sustanciales en la política china. Desde
entonces se celebran reuniones esporádicas sin grandes avances. El Dalai
Lama se ha comprometido, en el caso de que volviera al Tíbet, a
renunciar a su cargo político de jefe supremo del Tíbet y ha propuesto
convocar elecciones, pero, dada la política china del último medio siglo
de instalar en el Tíbet a población china, parece que la mayoría de la
población con derecho a voto serían no tibetanos. En cualquier caso, se
trata de un complejo problema en el que la geoestrategia tiene mucha
importancia y que muestra los problemas que se plantean en ocasiones
entre política y religión.
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