domingo, 5 de mayo de 2013

LOS CONFLICTOS RELIGIOSOS EN LA INDIA. UNA DIFÍCIL CONVIVENCIA.

Un grupo de musulmanes reza tras una barricada en Bombay durante los violentos enfrentamientos que se produjeron en esa ciudad en mayo de 1984 entre ellos y los hinduistas. Un grupo de musulmanes reza tras una barricada en Bombay durante los violentos enfrentamientos que se produjeron en esa ciudad en mayo de 1984 entre ellos y los hinduistas.

Los conflictos religiosos de carácter más tradicional tienen que ver con los límites en la expansión de las grandes religiones y en particular del islam, por tanto no son privativos de la época actual sino que sus raíces son anteriores; pero la modernidad los ha dotado de una vía de manifestación nueva, que es el nacionalismo.
El norte del subcontinente indio, límite último de la expansión del islam en el Asia nordoriental ha sido y sigue siendo un vivero de este tipo de conflictos. El más importante, cuyas más terribles consecuencias se produjeron en 1948, es el que enfrenta a musulmanes e hinduistas desde hace más de medio siglo.
El fin del control británico, tras meses de terrible violencia, en la que, entre otros muchos, halló la muerte Gandhi a manos de un fundamentalista hinduista, descontento con su posición contraria a la escisión entre las comunidades musulmana e hinduista y su defensa de una India multirreligiosa, se saldó en una imposibilidad de convivencia que determinó el surgimiento de dos estados, la Unión India con mayoría hinduista, aunque con minorías musulmanas que prefirieron no emigrar, y Pakistán, mayoritariamente musulmán y escindido en dos porciones, de las cuales la parte oriental se independizó posteriormente convirtiéndose en Bangladesh.
Como consecuencia se produjeron movimientos de población millonarios, terribles matanzas por ambas partes y la exclusión de territorios tan emblemáticos como el valle del río Indo o el bajo valle del Ganges del estado indio. El resultado fue tres naciones con dos religiones diferentes y con unas relaciones muy complicadas, en particular entre Pakistán y la India por diferencias fronterizas en Jammu y Cachemira, que afectan también a China.
A la violencia larvada se sigue enfrentando el sueño de la convivencia pacífica interreligiosa en la India, donde más de 120 millones de musulmanes, un número mayor que el de los habitantes de los países árabes, siguen compartiendo una misma nación con más de 820 millones de hinduistas, a pesar de que organizaciones extremistas busquen su expulsión y desencadenen matanzas esporádicas en zonas especialmente conflictivas como Bombay o episodios en los que el mito y la religión se entremezclan para justificar el asesinato y los atentados contra el patrimonio cultural.

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