Por siglos La Clavícula de Salomón ha cautivado las mentes de los ocultistas. Se cree que el mismo rey Salomón fue quien la escribió, dando en el libro las claves para invocar espíritus y controlar demonios, además de cosas tan secretas como la forma de adquirir invisibilidad temporal o armar poderosos talismanes.
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La Clavícula de Salomón (llamado también
“Las Clavículas de Salomón”) es un grimorio cuya autor supuestamente
sería el mismísimo rey Salomón. En él se nos muestran múltiples hechizos
que requieren de objetos, materiales y condiciones muy particulares,
talismanes muy difíciles de construir pero capaces de brindar grandes
beneficios a sus portadores, rituales complejos para obtener amor,
dinero, suerte, poder o incluso cosas tan extrañas como la invisibilidad
y, más que todo, sellos para invocar ángeles y demonios.
Durante siglos ésta ha sido una obra de
referencia en el campo del Ocultismo, un libro que ha suscitado muchas
controversias sobre sus verdaderas raíces y que, aún en la actualidad,
guarda cierto grado de incertidumbre en relación a si realmente Salomón
tuvo o no algo que ver en la elaboración de los contenidos de este libro
que, lamentablemente, por ser tan deseado ha llegado a tener abundantes
ediciones[1] en las que no han estado ausentes la manipulación, la
confusión de conceptos y otros elementos y, por ende, la baja
credibilidad de la edición en cuestión. Por ello, a pesar de que
probablemente se haya plasmado algo de la mente de Salomón en unas pocas
ediciones, La Clavícula de Salomón es ya un libro en que, como en
tantos otros puntales del Ocultismo, la fantasía se ha hecho presente a
pesar de los numerosos practicantes que ingenuamente siguen promulgando
la idea del libro que entrega de forma transparente verdades sobre las
vías que existen para contactar con las fuerzas y los habitantes del
mundo espiritual.
En cuanto a la estructura temática del
libro, en primer lugar éste se divide en dos tomos. En el primer tomo
hay maldiciones, conjuros, invocaciones y sellos para llamar y controlar
a espíritus demoníacos o solicitar el favor de espíritus de luz,
logrando mediante procesos bien definidos que estas entidades cedan a la
voluntad del conjurador; también hay revelaciones sobre métodos ocultos
para hallar objetos robados y tesoros, para encontrar el amor[2] o
hasta para lograr la invisibilidad. Por su parte, el segundo tomo nos
indica cómo realizar exorcismos, cómo elaborar y construir objetos
mágicos[3] y qué tipo de animales o cosas se deben sacrificar a los
espíritus.
Al igual que otros libros de su tipo
elaborados en la misma época, La Clavícula de Salomón invoca siempre a
Dios y solicita su protección; e, inclusive, en ciertos conjuros indica
que, tras acabar, se deben confesar los pecados[4]. Así mismo el
grimorio usa en muchos de sus signos el Transitus Fluvii (un alfabeto
oculto) y presenta cierto sincretismo ya que suele usar nombres
barbáricos, nombres arábigos y hasta nombres derivados de textos mágicos
del oriente próximo a Israel[5].
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Origen
Según muchos estudiosos, el verdadero
autor de La Clavícula de Salomón fue un mago veneciano llamado Antonio
del Rabino[6], mismo individuo a quien también se le atribuye la autoría
del Gran Grimorio. No obstante es seguro que, al menos en su mayoría,
Antonio del Rabino no inventó el texto, lo cual es así ya que hay muchos
datos que respaldan la veracidad de su afirmación según la cual él
redactó la obra basándose en textos autógrafos del rey Salomón. Con esto
no se quiere decir que en efecto aquellos textos que Antonio menciona
fueron realmente escritos por Salomón: simplemente se precisa que no
hubo voluntad de engaño por parte de Antonio del Rabino y que, cuando él
redactó La Clavícula de Salomón, estaba firmemente convencido de que
sus fuentes eran obra del sabio rey.
Remontándonos al pasado, vemos que quizá
Antonio del Rabino estaba equivocado ya que, según el profesor Marinus
Gout de la Universidad de Deft (Holanda), Salomón no solo que no
escribió ningún libro del Antiguo Testamento sino que tampoco escribió
el famoso Testamento del rey Salomón (libro escribo en el siglo I. a.
C.) o, peor aún, La Clavícula de Salomón. Y es que, para Marinos Gout,
La Clavícula de Salomón[7] fue escrito por primera vez en el siglo I a.
C[8].
Respaldando a Marinus Gout está el
famoso historiador Flavio Josefo, quien nos cuenta que en la época de
Vespasiano (siglo I d. C.) ya estaba en circulación un grimorio que,
entre otras cosas, hablaba de evocaciones a demonios, un grimorio que
estaba atribuido a Salomón y que, según Josefo, era usado por el judío
Eleazar (quien tenía uno de los pocos ejemplares) para exorcizar a los
endemoniados en presencia de nada más y nada menos que el gran emperador
romano Vespasiano. Según cuenta Josefo, la forma en que Eleazar
realizaba esos exorcismos era con un anillo que les ponía en la nariz,
un anillo que tenía atada una raíz muy especial; y, claro está, todas
estas cosas eran indicaciones supuestamente dadas por Salomón en el
grimorio que tenía Eleazar. En resumidas cuentas, el punto es que, para
muchos estudiosos, el grimorio de Eleazar era muy probablemente el mismo
texto que para Marinus Gout se habría compuesto en el siglo I antes de
Cristo. Lo cierto es que siguen cabiendo muchas dudas sobre si en
realidad el texto que tenía Eleazar fue un producto de la mente de
Salomón o el producto de algún ocultista que, para que su trabajo
obtuviera mayor importancia, arrebató hábilmente el nombre del monarca.
Pese a todo hay algo que sorprende profundamente y es que, según indican
las palabras del propio Flavio Josefo (quien estaba convencido de que
el grimorio era obra de Salomón), en realidad los exorcismos sí
funcionaban…Cito a Antiguedades 8.2.5: ‹‹Dios también permitió que
Salomón aprendiera la habilidad de expulsar demonios, que es una ciencia
útil y que devuelve la salud a las personas. Salomón también componía
encantamientos para aliviar la destemplanza. Y dejó técnicas de realizar
exorcismos para expulsar demonios de forma que no vuelvan, y este
método de cura sigue teniendo una gran vigencia: porque yo he visto a
uno de mi propio país[9], que se llamaba Eleazar, que liberaba a los
endemoniados en presencia de Vespasiano, y sus hijos, y sus capitanes, y
toda la multitud de soldados. La forma de cura era la siguiente: Ponía
un anillo que contenía una raíz de las que mencionaba Salomón en las
fosas nasales del poseso, tras lo cual sacaba al demonio por la nariz
del paciente; y cuando éste caía al suelo inmediatamente, conjuraba al
demonio para que no volviera, mencionando a Salomón y recitando los
encantamientos que él compuso. Y cuando Eleazar quería convencer y
persuadir a la audiencia de que tenía tal poder, colocaba a cierta
distancia una palangana o un cacharro de agua, y mandaba al demonio que
no volviera, para que el público supiera que había salido de la persona:
y de esta manera se mostraba manifiestamente la habilidad y la
sabiduría de Salomón››. Tras lo visto algunos podrían pensar que en
realidad lo que ocurría era que la supuesta posesión demoníaca era en
realidad los síntomas de la epilepsia o alguna otra enfermedad
desconocida para la época, actuando entonces la raíz como una cura
natural. Ante eso cabe recordar que Flavio Josefo contó que, ante los
que dudaban, Eleazar tumbaba un cubo de agua a la distancia sin fuerza
natural visible para realizar tal operación: esto, de ser cierto, no
tendría explicación científica aparente y no fuera nada descabellado
atribuirlo a la magia de Eleazar. Ahora, sabemos que es mínimamente
probable que un historiador como Josefo mienta y hasta dónde se sabe sus
textos no han sufrido alteraciones, por ende resulta muy probable que
lo del cubo sea verdadero y que en consecuencia haya habido algo de
sobrenatural en torno a lo que hacía Eleazar; aunque, si algunas de las
supuestas posesiones fueron verdaderas posesiones, entonces el elemento
sobrenatural era aún mucho mayor.
Algo que no se sabe mucho (porque fue
descubierto hace poco tiempo) es que existe un manuscrito que sería la
versión en hebreo masorético de La Clavícula de Salomón, un texto cuyo
nombre es Mafteah Shelomah, lo cual traducido al español es “Claves de
Salomón”. Este texto, de confirmarse la fecha (900 d. C.) que se le
atribuye, sería el grimorio más antiguo conocido hasta la actualidad.
Podemos así sospechar —digo “sospechar” porque no se ha conocido
ejemplar alguno del grimorio de Eleazar—que muchos (o casi todos)
elementos del grimorio de Eleazar podrían estar presentes en el Mafteah
Shelomah, manuscrito éste último que nos permite ver que en verdad
Antonio del Rabino si partió de serias fuentes anteriores ya que muchas
cosas del Mafteah Shelomah se encuentran en La Clavícula de Salomón.
Finalmente, el Mafteah Shelomah nos ayuda a comprender de dónde pudo
haber salido el enorme grimorio llamado Libro de Salomón, el cual fue
quemado por orden del papa Inocencio VI en 1350: en otras palabras, es
bastante probable que el Libro de Salomón haya sido una traducción del
Mafteah Shelomah.
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La leyenda del rey mago
Según la leyenda, La Clavícula de
Salomón tuvo su origen en la visita que un ángel le hizo a Salomón. En
aquella visita se cuenta que el ángel le dio a Salomón toda clase de
conocimientos mágicos (incluidos los necesarios para dominar demonios),
conocimientos que, ya en sus últimos días, Salomón compiló en algunos
libros para transmitírselos a su hijo Roboan. Desgraciadamente un
incendio acabó con todos esos libros excepto con dos: el Testamento de
Salomón y la Clavícula de Salomón.
La
leyenda anterior se puede ver en la introducción a un ejemplar original
de una edición (muy estudiada y editada por datar de 1641) de la
Clavícula de Salomón. Este ejemplar, presente en la Biblioteca Nacional
de París, dice así en su introducción: ‹‹Todo el Universo ha sabido,
hasta hoy, que, desde tiempo inmemorial, Salomón estaba en posesión de
todas las ciencias infundidas a través de los sabios preceptos y de las
enseñanzas de un ángel, al cual pareció estar tan sumiso y obediente
que, además del don de sabiduría que le pidiera, obtuvo, y no sin
admiración, toda otra suerte de virtudes. Todo lo cual hizo que,
llegando Salomón al término de sus días, él mismo estableciese que su
hijo Roboam, por sucesión, hiciérase cargo de un testamento que contenía
todas las ciencias de las que él usare y disfrutare hasta el día de su
muerte. Los Rabinos que, después de él, procuraron guardar celosamente
este testamento, nombraron a éste último las Clavículas de Salomón,
nombre con el cual hicieron grabar un libro hecho de cortezas de cedro, y
en donde los pentáculos aparecían en caracteres hebreos y sobre
planchas de cobre, a fin de poder ser conservados para la posteridad…››
Por último, dos factores que hicieron
crecer la leyenda de Salomón como mago fueron los siguientes: 1. El
Sutra XXVII del Corán, el cual cuenta cómo de niño Salomón aprendió el
“idioma de los pájaros” de su padre el rey David. 2. Las referencias de
Flavio Josefo a Salomón como un rey que dominaba la magia y había
plasmado en obras sus conocimientos.
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