VocTEO
Es
el capítulo de la antropología teológica
en el que se intenta responder a la pregunta: "¿Por qué no se salvan todos?
», manteniendo firmes dos verdades irrenunciables: l ) la primacía absoluta de
Dios; 2) el papel activo del hombre en orden a la salvación.
Una
vez asentado que Dios da al que se
convierte no sólo la capacidad de acoger la llamada a la salvación, sino también
la misma adhesión a ella, se piensa que existen algunas "gracias"
que, aun siendo eficaces en orden a la conversión, no alcanzan su objetivo por
causa de la resistencia voluntaria del hombre a la acción de Dios; este no del
hombre no es querido, sino sólo permitido por Dios. Se puede distinguir
entonces entre gracia eficaz y gracia puramente suficiente. La primera es
aquella a la que sigue infaliblemente el consentimiento libre del hombre; la
segunda, por el contrario, es el don de Dios que de suyo permitiría al hombre
realizar el acto salvífico, aunque de hecho no se verifica este último, debido
a la libre oposición de la criatura; en este segundo caso, se da una
resistencia del hombre a la ayuda divina, prevista y permitida por Dios. Podría
decirse también que, mientras que la gracia suficiente tiene como efecto
disponer al hombre a realizar el acto salvífico, inclinarlo a ese acto (aunque
a veces ocurre que el hombre resiste a la gracia misma), se da, por el
contrario, un vínculo infalible entre la gracia eficaz y el efecto salvífico
querido por Dios. ¿Cómo hay que comprender este vínculo? Son tres las hipótesis
tradicionales.
1.
Predeterminación física,- La sostiene la escuela tomista y tiene en el
dominico D. Báñez (t 1604) su principal exponente. La tesis de fondo es la
siguiente: "La eficacia de la gracia divina se deriva dispositivamente de
la moción moral, pero propia y formalmente de la premoción física
predeterminante" (R. Garrigou-Lagrange). Con la moción moral, Dios ilumina
el entendimiento y atrae la voluntad del hombre: de esta manera, dispone al
hombre a la acción salvífica. Pero para que ésta se realice, es preciso que
la voluntad de la criatura sea "movida» por Dios, de cuya libertad y de
cuya acción depende la salvación. Esta moción divina precede al acto de la
voluntad, no en sentido cronológico, sino ontológico : en efecto, Dios es
causa pdma del acto humano de la voluntad. En este sentido, la acción divina
puede llamarse justamente predetenninación, pero recordando que el hombre sigue
siendo verdaderamente libre. Esta predeterminación se llama fisica en cuanto
que hace que la voluntad se aplique al acto.
2.
Predeterminación moral.- La sostiene la escuela agustiniana, según la cual la
gracia eficaz es aquel "movimiento de caridad" que permite al hombre
superar el atractivo de la concupiscencia (,71) y complacerse por el contrario
en los bienes espirituales. Dios es el autor de aquella inclinación gracias a
la cual el hombre consiente en el bien y actúa rectamente.
3.
Presciencia divina,- Es el sistema que figura también con el nombre de
molinismo (del jesuita L. Molina, + 1600). Aquí se afirma el papel decisivo de
la presciencia, gracias a la cual Dios sabe si la voluntad se adherirá o no a
una determinada gracia; esta última es llamada eficaz o suficiente sobre la
base del consentimiento o de la disensión de la voluntad. Por eso, el acto salvífico
es don de Dios, que ha dado una gracia previendo su eficacia, pero es también
fruto de la libertad del hombre, que ha consentido en dicha gracia, haciéndola
eficaz.
En
tiempos recientes, dando un giro significativo al debate del pasado, la teología
pone el acento en la alteridad o trascendencia del Dios personal y en la
imposibilidad de capturar su acción, La presencia eficaz del Santo en la
historia de los hombres no puede nunca comprenderse por entero dentro de los
esquemas elaborados por la razón; es imprevisible e imposible de analogar. Como
todo lo que existe y acontece depende (en sentido ontológico) de Dios, hay que
reconocer la prioridad absoluta del Creador en lo que atañe al ser y al obrar
de las criaturas. Esto no elimina ni la relativa autonomía de las criaturas ni
la auténtica libertad del sujeto agente: es la voluntad del hombre la que,
gracias a Dios, se determina a obrar. En el caso del pecado, hay que distinguir
entre el acto en sí qúe depende siempre de Dios, y la disconformidad con el
fin o con la norma, que depende exclusivamente de la criatura inteligente, que
renuncia voluntariamente a la armonía filial con Dios, introduciendo así un
desorden. Al contrario, por lo que se refiere a la gracia se puede afirmar que
el acto salvífico es posible al hombre en el momento en que recibe de Dios una
ayuda que ilumina la inteligencia y atrae la voluntad; este acto es puesto
libremente por el hombre, aunque Dios es la causa primera de la eficacia
infalible de la misma ayuda. En el caso de resistencia a la ayuda divina, se
habla de gracia suficiente: el acto salvífico no se realiza por causa del
hombre, que ha opuesto voluntariamente un rechazo a aquella ayuda que, de suyo,
habría sido suficiente para realizar el bien. Pero, una vez afirmada la
prioridad absoluta de Dios, hay que callarse inmediatamente sobre el modo de cómo
tiene lugar la cooperación entre Dios y el hombre en el cumplimiento del bien;
en la fe sólo se puede reconocer que esa cooperación existe y que constituye
el signo evidente de ia bondad infinita de Aquel que, a pesar de ser causa
primera de todo cuanto existe en la realidad y en la vida de las criaturas
libres, goza al ver que sus hijos se convierten, con él, en protagonistas del
bien.
G.
M. Salvati
Bibl.:
N,
Flick - Z, Alszeghv Antropologí~l teológica, Sígueme, Salamanca 1970;
A, Ganoczy De su plenitud todos hemos recibido gracia, Herder
Barcelona 1991.
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